Sáb 23.08.2008
espectaculos

HOMENAJE AL BANDONEONISTA GABRIEL “CHULA” CLAUSI

El milagro del fueye que no envejece

El Festival organizó un tributo a un músico ya legendario, que está a punto de cumplir 97 años. Antes de que deleitara a todos con su música, pasaron por el escenario representantes de diversas generaciones de bandoneonistas, que tocaron para él.

› Por Carlos Bevilacqua

A punto de cumplir 97, Gabriel “Chula” Clausi se mantiene fiel a su estilo. Elegante en su traje claro, pero de perfil bajo, se acerca lentamente al borde del escenario, saluda al público con un gesto tan módico como su sonrisa y se sienta, siempre con la misma parsimonia, para ligar los primeros acordes en su bandoneón solista. La escena transcurre en Harrods, durante el homenaje que anteayer recibió del Buenos Aires 10º Festival de Tango por su impresionante vigencia. Para empezar, elige “De puro guapo”, el tema que tocó hace dos años en el Colón durante el concierto de gala de Café de los Maestros. Sigue con “Silbando”, siempre en una interpretación suave y lenta, pero llena de matices originales. Se despide con una melodía difícil de identificar, que él mismo develará como “Te quiero como te quiero”, una composición suya que grabó Osvaldo Pugliese. La ovación del público que desborda el auditorio es ensordecedora. El Chula vuelve a agradecer con una inclinación de cabeza y se retira sin mayor ayuda entre un enjambre de atriles y cables. Lento, bien lento. Antes, en son de homenaje, habían pasado por ese mismo escenario diversas generaciones de bandoneonistas, representadas por el veterano Osvaldo “Marinero” Montes (que interpretó “Minine” en otro solo de bandoneón), el joven Horacio Romo (regaló una versión solista de “Mi refugio”) y el sexteto de fueyes Sueño de Bandoneón, integrado por instrumentistas de diferentes edades.

Ya en el camarín, Clausi da varias muestras de su lucidez. Basta repasar por encima su vida para concluir que debería marearse entre tanto recuerdo. Nació en el barrio porteño de Mataderos en 1911 y ya desde niño sintió fascinación por el bandoneón de su hermano mayor. Aunque pertenecía a una familia pobre, su madre pronto le regaló uno en un esfuerzo que todavía lo sorprende. Como parte de algunas experiencias preliminares en cafés de barrio, Clausi empezó a ganarse unos pesos con el instrumento a los 14 años. En 1926 ya lo convocó Francisco Pracánico para una orquesta que también integraban el pianista Miguel Caló y el cantor Carlos Dante. Fue entonces cuando empezó a plasmar el resultado de su personal digitación en grabaciones discográficas. Su carrera tuvo continuidad en las filas del mítico Juan Maglio “Pacho”, entre otros. Pero el período que más orgullo le despierta al Chula es el que va de 1929 a 1934, cuando acompañó a Pedro Maffia en su orquesta típica. “Fue el mejor de todos, por la sonoridad y por la expresión que tenía. Afortunadamente, yo sentía el tango como él, por eso pude estar a su lado en la fila de fueyes”, celebra. Más tarde tuvo una breve experiencia con Julio De Caro y una frustrada oportunidad de sumarse a la orquesta de Juan D’Arienzo. Recuperó iniciativa al acompañar a Juan Canaro en una gira por Centroamérica y Chile, el país donde se radicó entre el ’44 y el ’53, justo durante la llamada década de oro del género. Pero ése es un rótulo con el que disiente: “Para mí la mejor época del tango fue entre el ’20 y el ’30 porque estaba en actividad gente como Pascual Contursi, Celedonio Flores, Juan Carlos Cobián, Eduardo Arolas, Enrique Delfino... No fueron superados”. A su regreso de Chile decidió afrontar las dificultades del mercado con su propio sello grabador, titulado Chopin en alusión a su gusto por la música clásica, que también supo abordar. “No lo hice para lucrar sino por fuerza mayor, porque nadie grababa nada. Eso me permitió abrirme camino con algunas reediciones y obras nuevas”, cuenta con cierta amargura.

Sin embargo, no parece comulgar con el “todo tiempo pasado fue mejor”. Consultado sobre los tributos que acababan de rendirle los colegas más jóvenes, opinó: “Lo de los músicos nuevos es maravilloso, han hecho un gran adelanto porque se van superando día a día, ya no tocan de oído o lo elemental como muchos de nosotros. Uno salió a flote por algunas condiciones personales pero en mi época no estaban disponibles los conocimientos que hay ahora”, compara. Sus ojos parecen registrar cada palabra que lo rodea con la misma nitidez con que guardan las imágenes de cuando tocó para Gardel en Radio Belgrano, hace sólo 75 años. Mientras el cuerpo aguante, el tiempo es lo de menos.

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