HOY COMIENZA EL III FESTIVAL BECKETT EN BUENOS AIRES
El encuentro, que se desarrollará durante veinte días en el Centro Cultural Borges, se caracterizará por su enfoque multidisciplinario. Habrá teatro, danza, artes plásticas y se proyectarán cortos cinematográficos.
› Por Hilda Cabrera
Incorporar nuevas disciplinas al mundo de Samuel Beckett e incidir de esa manera en la sensibilidad de los más jóvenes era otro de los objetivos que se había propuesto el creador del Festival Beckett en Buenos Aires, el fallecido actor, director y docente Miguel Guerberof. Esto es lo que sostiene el director Patricio Orozco, que acompañó al artista mendocino en el proyecto y hoy está a cargo de la tercera edición de este encuentro, que se desarrollará desde hoy hasta el sábado 27 de septiembre en el Centro Cultural Borges. De ahí el espectáculo que combina la presentación del grupo musical Obra inversa (cuerdas y viento) con la proyección de cortos cinematográficos, como el célebre Film, de Beckett, que protagonizó Buster Keaton, y de otros films realizados por argentinos, como el inspirado en fragmentos de El Innombrable, que lleva voces de Duilio Marzio y María Comesaña. “Todo sucede en el mismo escenario en el que se ha dispuesto una pantalla. Los cortos van y vienen, y la música también”, adelanta Orozco, en diálogo con PáginaI12. En esta edición quedó afuera, por falta de tiempo, la convocatoria a fotógrafos. La propuesta era trabajar en base a una consigna relacionada con la obra del novelista, dramaturgo y poeta irlandés que nació en 1906 y falleció en París en 1989. Una de éstas era la espera (por Esperando a Godot). Esto habría permitido captar imágenes bien diferentes, como la espera del subte o del inicio de una función, según el director.
–¿A qué se debe esta pasión por Beckett?
–Pude leerlo por primera vez en profundidad cuando asistí a un taller dictado por Felisa Yeni y Javier Daulte. Allí hice el papel de Hamm, de Final de partida. Me apasiona el trabajo de Beckett con el tiempo y los silencios. A los actores nos cuesta “decir” el silencio. Mi entusiasmo creció cuando tuve oportunidad de conversar con gente que conoció a Beckett en Londres –mientras estudié en la Royal Shakespeare Company– y en París, donde expuse cuadros. Me interesó su biografía y escribí un libro que todavía no edité. Allí cuento algunas anécdotas, como las relacionadas con su trabajo para una célula de la Resistencia francesa durante la ocupación alemana.
–¿Cómo fue que expuso en París?
–Soy autodidacta. Me inicié en la pintura para complacer a una novia que sí pintaba. Le regalé un cuadro imitando una pintura de Claude Monet. Me presenté a un concurso, y arranqué. Perdí a la novia pero seguí en la pintura. Gané una beca del Museo de Bellas Artes y viajé a París, donde dirigí Criminal, de Daulte, en francés, y expuse en el atelier que tenía Carlos Regazzoni en la Gard du Nord, un gran espacio que este escultor compartía entonces con un fotógrafo irlandés y un escultor español. Era un lugar creativo, de bohemia.
–¿Subsisten esos espacios?
–El de la Gard du Nord cambió. Es una zona muy cotizada. En España se elaboraron planes para levantar centros culturales y deportivos en las viejas estaciones. Nos gustaría utilizar lugares parecidos en algunas ciudades del interior, y llevar este festival, invitando a artistas de provincias. Por ahora, inicié en Buenos Aires la Escuela Shakespeare, en el Icana (Instituto Cultural Argentino Norteamericano), un proyecto que también nos gustaría trasladar a algún espacio de provincias. Podemos invitar a compañías europeas, con las que nos mantenemos en contacto: elencos de Inglaterra, España y Francia.
–¿Quiénes vendrán esta vez?
–Invitamos a una compañía española de danza-teatro y repatriamos a un grupo argentino radicado en Inglaterra. Ellos traen Los días felices, en idioma inglés. La protagonista es Viviana Lombardi y los directores, Sergio Amigo y Luis Gayol. En Londres, disponen de una salita en una librería de culto, la Calder Bookshop, de John Calder, editor británico de Beckett, y el primer editor de Jorge Luis Borges en Inglaterra.
–¿En qué consiste su obra Mirá lo que hay que escuchar?
–Me inspiré en Play (de 1963) y Not I (No yo, de 1972), dos puestas en las que aparecen caras y una boca. Pusimos más caras y contamos otra historia. No la de un amante disputado por dos mujeres sino la historia argentina desde 1806 –la Primera Invasión Inglesa– hasta hoy, y como una sucesión de roles, donde cada cara asume el suyo. El público escuchará fragmentos de discursos políticos: de Avellaneda, Rosas, Rivadavia, Sarmiento, Perón, Evita y otros más recientes.
–¿Qué intentan demostrar?
–Nos interesó comprobar que eso que se dice no concuerda después con lo que se hace.
–¿Descubrieron algo más que contradicciones?
–El alto grado de violencia de la historia argentina: las represiones y las matanzas no nos dieron tregua.
–¿Cómo se traslada esa agresividad a la escena?
–Presentamos la violencia de modo riguroso y sin adherir a colores políticos. Nos atuvimos a las reglas de Beckett, en el sentido de que el actor, o la actriz, debe “decir” con pasión, pero de forma concisa.
–¿Había evaluado antes los desastres de la historia?
–Realmente, no pensaba encontrar tanta violencia. Como otros, creía que después de Juan Carlos Onganía no nos podía pasar nada peor, y sin embargo pasó. El desafío nuestro en Mirá... es hacer que ese tránsito de los discursos al escenario –por momentos dramático y muy trágico– sea también entretenido para el público.
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