PEDRO PABLO GARCíA CAFFI, NUEVO DIRECTOR DEL TEATRO COLóN
El flamante funcionario señala que los cambios en su gestión serán graduales y que su equipo estará integrado por “gente del teatro”. Llama a “abandonar los privilegios” y a pensar en el Colón con una visión que abarque los próximos diez o veinte años.
› Por Diego Fischerman
Desde hace días revisa carpetas. “Son 160”, dice. Es, para él, un momento de estudio de la situación. Siempre fue prudente y, en este caso, las condiciones en que asume la dirección del Teatro Colón lo obligan a multiplicar el celo. Pedro Pablo García Caffi, que había sido el encargado de reabrir el Argentino de La Plata, fue director ejecutivo de la Camerata Bariloche y, antes, tuvo una recordada gestión al frente de la Filarmónica de Buenos Aires, aclara que todavía no puede hablar de planes pero, en una conversación telefónica con Página/12, sus opiniones y comentarios alcanzan para ir delineando algunos de los que serán los ejes de su estilo de conducción.
Más allá de la designación de Reinaldo Censabella como director musical, García Caffi aún no ha conformado la totalidad de su equipo. “Será gente del teatro”, dice. “Es lo que hice en La Plata y creo que es lo que corresponde. Si para algún puesto en especial necesito llamar a alguien de afuera, de todas maneras, primero debe ser definido el proyecto y recién después puede pensarse en quién sería la persona adecuada para llevarlo adelante.” El flamante director se encuentra no sólo con la obviedad de la sala cerrada, sino con un teatro desprogramado y con las relaciones con los organismos estables seriamente dañada. Uno de sus caballitos de batalla, en los días que siguieron a su nombramiento, fue la mención del hecho de que “todos quieren que el Colón cambie, pero nadie quiere que ese cambio lo involucre”. García Caffi explica que “hasta ahora mi único contacto con la gente del Colón, a la que estoy ansioso por ver y por tratar personalmente, ha sido a través de los medios de comunicación. Y ése es un mensaje muy claro que estoy dando. Si no cedemos todos, si no se abandonan algunos privilegios y no se está dispuesto a ser parte de un cambio, el cambio no es posible. Yo quiero un teatro de producción. Pero si tengo 300 maquinistas y los tengo todos en el mismo horario, y no puedo montar una ópera un día y otra al día siguiente, lo de querer un teatro de producción propia, que es un anhelo declarado por los trabajadores, no pasa de ser una expresión de deseos”.
Entre otros desatinos, la fallida gestión del melómano Horacio Sanguinetti había cerrado las puertas a cualquier posibilidad de encargos a compositores argentinos actuales, argumentando que no hacían “música linda”. Al respecto, el nuevo director es terminante. “La música contemporánea debe estar presente en un teatro oficial. Y no me refiero a la música de la primera mitad del siglo pasado sino, sobre todo, a la que están creando los compositores hoy. El Colón no es un teatro para que nadie dé sus primeros pasos, pero sí debe serlo para que los compositores argentinos importantes hagan escuchar sus obras. Cuando estuve al frente de la Filarmónica encargábamos una obra por año y, en el año del cincuentenario, se comisionaron cuatro. No quiero generar expectativas porque no quiero prometer nada que no esté seguro de poder cumplir. Para utilizar una cita famosa, todo se hará en su medida y armoniosamente. Pero, desde ya, la creación contemporánea será parte del Colón.”
García Caffi une a su conocimiento musical una probada capacidad de gestión. Durante el período en que dirigió a la Filarmónica ésta grabó discos y realizó dos giras europeas, además de tocar en San Pablo y acompañar al tenor José Carreras en Santiago de Chile. También la Camerata publicó grabaciones mientras él fue su manager y ahora sostiene que “pensar en el Colón no es hacerlo para los próximos dos años, sino para los próximos diez o veinte. El teatro tiene autarquía administrativa –que no es lo mismo que autonomía–, lo que debería darle independencia de los cambios políticos, por lo menos en cuanto a los grandes planes”. El teatro, piensa, se debe a su tradición pero, también, a su época. “Hoy ya no se produce como hace cincuenta años. Las viejas glorias son las viejas glorias y quienes amamos a este teatro no las olvidamos. Pero hoy, de conseguir glorias, serán necesariamente otras.”
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