OPINIóN
› Por Mempo Giardinelli
Nunca escribo sobre cuestiones personales, pero esta vez rompo la regla. Involuntariamente, y accidentalmente, esta semana celebré como propio y único un premio literario en Italia que sí era propio, pero no era único. Y eso pudo ser injusto hacia una amiga, una escritora grande y una de las mejores personas que conozco, de una calidad humana que escasea en estas tierras.
Por confusas comunicaciones de anuncio del galardón, no supe en un principio que dicho premio distinguía en primer lugar a Elsa Osorio, por su novela Cielo de tango, mientras que mi libro Final de novela en Patagonia obtenía otro premio, dentro de la misma convocatoria. La cual, por cierto, los autores ignorábamos, ya que el Premio Giuseppe Acerbi es un premio raro, al que no se postulan los autores y que tiene un jurado muy especial, pues depende del voto de más de 300 lectores de bibliotecas de la región de Lombardía.
Una amistad de muchos años, y un respeto mutuo que parte de lo literario pero lo trasciende, nos llevó a Elsa y a mí, el jueves pasado, a firmar conjuntamente un comunicado de aclaración del episodio, con la idea –acertada– de evitar posibles errores de interpretación, tanto de la prensa como de los muchos amigos que compartimos.
Hasta ahí podría decirse que el asunto estaba superado, y en efecto acaso lo fue. Pero hay algo que me ha seguido inquietando en las últimas horas, las posteriores a nuestra aclaración, y es que lo aclarado no parece haber llegado a tiempo a todas las redacciones del país. No de otro modo puedo explicarme el relativo, injusto silencio o poco relieve que se le ha dado al premio obtenido en primer lugar y en la categoría más relevante (“la literatura argentina que avecina a los pueblos”) por la novela de Elsa Osorio. Porque salvo las pocas informaciones de algunos diarios en los que escriben personas que nos conocen y estiman a Elsa y a mí, casi toda la prensa nacional ha puesto el relieve en mi persona y/o en mi obra y se dice que ella “también” obtuvo un premio. Cuando en realidad el “también” me corresponde a mí, pues el Premio Acerbi más importante lo ganó Osorio y yo sólo he ganado un premio especial en la categoría “Literatura de viajes”.
Todo esto me hace sentir incómodo, y siento la necesidad de decirlo, porque en este asunto lo más relevante ha sido la calidad de mi amiga, que se comportó con una nobleza y elegancia poco frecuente, como corresponde a las buenas personas.
Elsa Osorio es una escritora de las más originales y valiosas que tiene nuestro país, y habiendo vivido varios años en Europa –donde es una personalidad literaria que está al tope de todas las listas de libros más leídos de Alemania, Francia, Italia, España y otros países– ha decidido regresar a la Argentina, donde merece un reconocimiento mucho mayor, tanto en lo académico como en lo periodístico.
Elsa no sabe que escribo esto, y seguramente me lo reprochará ahora o en noviembre, cuando viajemos juntos a Italia a recibir nuestros respectivos premios. Pero a mí me parece leal firmar esta nota, y absolutamente justo hacia la amiga y colega que quiero y admiro.
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