Se llamaba José S. Alvarez, pero la literatura argentina lo conoció a través de su seudónimo: Fray Mocho. Periodista y escritor, en su corta vida (murió en 1903, a los 45 años) se las ingenió, sin mayores estudios formales, para reflejar en sus escritos a la Argentina que asomaba a fines del siglo XIX: un país lleno de contradicciones y en plena ebullición demográfica, marcado por la inmigración. En el marco de la colección “Los Recobrados” (que incluye a Juan José Manauta, Enrique Wernicke y Humberto Costantini, entre otros), la editorial Capital Intelectual reedita ahora un clásico de Fray Mocho: Memorias de un vigilante. Con un estilo satírico, el fundador de la revista Caras y caretas brinda aquí un formidable ejercicio de lingüística en estado de mutación permanente (entre los modismos del hombre de provincia, el porteño ya asimilado y el extranjero europeo), pintando además a una “nueva” Buenos Aires plagada de personajes inolvidables.