CRóNICA SENTIMENTAL DE ESPAñA, DE XAVIER ALBERTí
El espectáculo del actor, director y músico catalán reúne con ánimo de jolgorio elementos del teatro y de los recitales de cámara, del cabaret y la revista. Los protagonistas de la canción española tienen un lugar destacado en esta puesta presentada en el festival.
› Por Hilda Cabrera
La voluntad de llevar a escena un fenómeno cultural masivo como el de la canción española es dar testimonio de hechos y personajes de una infrahistoria real o inventada pero con base en lo popular. Así impresiona Crónica sentimental de España, espectáculo del actor, director y músico catalán Xavier Albertí, quien además estrena la zarzuela El dúo de la africana dentro del Festival Internacional de Buenos Aires que finaliza el domingo. La propuesta reúne con ánimo de jolgorio elementos del teatro y de los recitales de cámara, del cabaret y la revista. Conforma un rompecabezas cuyas piezas representan aspectos puntuales de la historia de España, a la que por su multiplicidad cultural y lingüística cuesta apreciar como unidad. La dramaturgia de Albertí alterna los juegos verbales con la música y el canto cruzados por un pintoresquismo nada convencional, ríspido, irónico o decididamente expresionista. Se advierte en las escenas que recuperan climas de la posguerra civil española, cuando la cotidianidad era marcada por las represiones, la censura y autocensura y el exilio. Un tiempo que alentó canciones, como antes, durante la guerra, otras creadas por republicanos y militantes de izquierda, plasmadas todas por el realizador Basilio Martín Patiño en su conmovedora Canciones para después de una guerra, de 1971. Crónica... reconstruye las expresiones culturales del franquismo basándose en el volumen de igual título del escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán, recopilación de sus artículos publicados a fines de la década del 60 en la desaparecida revista Triunfo. No es ésta la única traslación hecha por Albertí de los textos del autor de la serie de novela negra protagonizada por el detective Pepe Carvalho; otra es la inspirada en la novela El pianista, además del montaje de la pieza teatral Antes que el milenio nos separe.
Frente a una dinámica escenográfica emparentada con el teatro coral (donde los actores aparecen sentados en sillas colocadas en línea sobre el escenario), el espectador asiste a transfiguraciones actorales interesantes, algunas de impacto, como la que muestra a un actor convertido en cantaora de los años ’40 y ’50. En alianza con la música, el elenco sabe cómo comunicar, y a veces sorprende. Un ejemplo es el desempeño de la mezzosoprano Titón Frauca. A pesar de esto, la comunicación no es siempre feliz. En la función de estreno, el público se mostró poco participativo en las escenas interactivas, más allá de las habilidades para el show de los intérpretes. Sucede en este tipo de espectáculos aquello de quedar afuera. La enumeración de hechos y personajes de tiempos lejanos produjo ese vacío, sobre todo los referidos a cuestiones distantes del mundo artístico, como la mención hecha al Plan Nacional de Estabilización Económica, que en 1958 significó abandonar la política de autarquía del franquismo e ingresar al mercado internacional entre presiones laborales.
En ese recuento de tiempos idos los artistas tienen un lugar destacado, sobre todo los protagonistas de la canción española, eje del espectáculo. Entre ironías mansas y trasgresoras se evoca sin explicitarlo a Conchita Piquer, la cantante y actriz que fue figura de la copla y popularizó títulos como Ojos verdes y Tatuaje; también a Carmen Sevilla, célebre en el cine, y Manolo Escobar, famoso en los años ’60 y ’70, cuando en los países no sujetos a una dictadura hacía eclosión el teatro político.
La intención es no detenerse en el período más representativo de la cultura franquista, el que va de 1940 a fines de la década del ’50, cuando ya habían emigrado 2300 intelectuales a distintos países americanos y se había instalado “la subcultura”, como se dice entre bromas en esta puesta. Eran años en los que no se traducían obras en idioma extranjero, aunque por descuido de los censores los libros prohibidos podían hallarse en su idioma original en las librerías de viejo.
El collage armado por Albertí y el elenco es en algún punto un viaje a la trivialidad de un período histórico en el que se pretendió cerrar heridas con canciones simples, incluidas las tradicionales “La vaca lechera” o “Mi jaca”, que al ser escenificadas desataron risas y aplausos genuinos. Sobre personajes más cercanos prosperan las alusiones jocosas a los ex presidentes José María Aznar y Felipe González, a figuras enancadas en la “movida española”, como Francisco Umbral, periodista y escritor que publicó en 1983 el diccionario cheli, compendio de la jerga de los jóvenes del Madrid de entonces. El listado avanza, toca a Pedro Almodóvar, recorre los ’90 y prevé un futuro español súper computarizado en el que todo es posible comunicándose en inglés. ¿Será Crónica... retrato de aquello que dice “quien baila (aquí canta e interpreta) su mal espanta”?
* Crónica sentimental de España, de Xavier Albertí, sobre textos de Manuel Vázquez Montalbán. Con Lina Lambert, Montsé Esteve, la mezzosoprano Titón Frauca, Oriol Genís, Xacier Pujolrás y Xavier Albertí. Dirección: Xavier Albertí. Estrenada en la Sala Casacuberta del TSM.
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