AYER COMENZó LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN FRANKFURT
En el gran encuentro anual del mundo editorial hay de todo: escritores chinos disidentes en una feria que recibe a su país como invitado especial, mucha charla sobre copyright y hasta argentinos colados en las mejores fiestas.
› Por Silvina Friera
Desde Frankfurt
En el aire fresco y aún contenido de la ciudad de Frankfurt, un chisme en forma de pseudo “invitación” va de boca en boca. La agente literaria Nicole Witt organiza una fiesta. La emisión circula a través de la única invitada oficial argentina, Claudia Piñeiro. El convite va “sumando argentinos al baile”. La utópica consigna de “estar en todas partes” obligaría a la improbable clonación. Pero aún faltan unas horas para poner el pie en ese inmenso recinto, saltar de conferencia en conferencia, de pabellón en pabellón, y comprobar la magnitud de una oferta monstruosa. A unos veinte minutos de taxi, unas casitas pintorescamente recicladas asoman sus colores rosa viejo y chocolate entre la oscuridad de la noche. Es otoño, pero parece invierno; es un barrio moderno, pero parece antiguo. Una rubia saluda efusivamente en un español jalonado por el acento alemán a los recién llegados. La simpática y hospitalaria Nicole Witt invita a pasar a la autora de Las viudas de los jueves y a la pequeña delegación de “colados” argentinos, que respiran aliviados. En esa casa, con aires de centro cultural y paredes tapizadas de cuadros y afiches con las portadas de algunos libros como Joe Carter en Nueva York, de José Pablo Feinmann, están Kuki Miler y Daniel Divinsky. Es el backstage de la Buchmesse, que este año tiene como país invitado de honor a China.
Unos mozos cordiales sirven vinos blancos y tintos. Agente literaria de Piñeiro, Feinmann, Daniel Guebel, Osvaldo Aguirre, Leila Guerriero, Marcelo Figueras, Sylvia Iparraguirre, Angela Pradelli, Lucía Puenzo y Eduardo Belgrano Rawson, entre otros escritores argentinos, Witt se pasea por las mesas hablando en alemán, inglés y español. Kuki, veterana de Frankfurt, cuenta que los editores independientes se acercan a la gran vidriera del mundo editorial para descubrir nuevos autores de otras editoriales independientes. “Si querés que diga que también vienen a vender a sus autores, miento y digo que sí”, bromea con Página/12. La rama femenina de Ediciones de la Flor sugiere que el tema del futuro será el libro electrónico. Según una encuesta realizada a un millar de profesionales del sector del libro de 30 países en la última edición de la Feria de Frankfurt, el 40 por ciento de los consultados opinó que los ingresos derivados de la venta de libros electrónicos superarán dentro de una década en volumen de negocio al papel.
La Feria impresiona por su modernidad. Hay que subir y bajar escaleras mecánicas, caminar mucho y no desanimarse. Los alemanes, prolijos y ordenados hasta la exageración, tienen carteles por todas partes para que el novato pueda llegar a destino sin morir en el intento. El pabellón de China tiene como protagonista a la palabra impresa. Los ojos pronto se acostumbran a los pictóricos caracteres chinos y se maravillan con la joyita de la abuela oriental, que se exhibe en una de las vitrinas: un libro de bambú. “Tradición e innovación” es el lema del gigante asiático. Todo es muy blanco, muy prolijo y aséptico. Como puesta en escena que rehuye del exotismo oriental con proverbial sutileza, el stand gusta... Pero no emociona ni conmueve. Quizá sea demasiado desangelado y “posmoderno”. En dos extensas bibliotecas se exhiben más de 10 mil libros. Los textos y objetos bosquejan una arqueología del destino cultural de esta nación que empezó a usar papel “masivamente” en el 260 antes de Cristo. Durante la dinastía Song, entre 1041 y 1048, tuvieron la primera imprenta móvil. Las tres estatuas blanquísimas de tamaño humano que presiden el pabellón chino homenajean a Confucio, a Cui Lun –a quien se le atribuye la invención del papel en el 105 a.C.– y a Bi Sheng, el creador de la imprenta. En una fuente conceptual se mixturan los tres pilares de la cultura milenaria china: la madera, el agua y el papel.
Aún rebota por las paredes de esta gran vidriera mundial la polémica que generó Pekín cuando intentó impedir la presencia de la escritora disidente Dai Qing, residente en Estados Unidos, y del poeta y editor Bei Ling. Entre la delegación de escritores chinos presentes en Frankfurt hay algunos autores que están bajo sospecha de ser “agentes de propaganda del régimen”, como Wang Zhaoschan, autor de un poema en el que un muerto durante el terremoto de Sichuan elogia al Partido Comunista y dice que sólo quiere un televisor junto a su tumba para ver los Juegos Olímpicos. Pero también está Ma Jian, exiliado en Londres, que presentará la edición alemana de Pekín en coma, novela centrada en la masacre de la plaza de Tiananmen, un asunto que, veinte años más tarde, la delegación oficial china prefiere esquivar. El Premio Nobel Gao Xingjian también estará en la Feria, pero invitado por su editorial alemana. Juergen Boos, director de la Feria, cuestiona las violaciones a los derechos humanos en China y las limitaciones a la libertad de prensa y de expresión. “Si bien es posible admirar a China, temerla o criticarla, no podemos ignorarla”, afirma. “Este evento no es un foro de las Naciones Unidas, sino que su tema es la literatura, por lo que si bien es posible demostrar los conflictos, no podemos darles solución.”
“Nosotros apoyamos la digitalización, pero estamos en contra del monopolio de una sola empresa”, subraya Gottfried Honnefelder, el presidente de la Asociación de Libreros Alemanes durante la conferencia de prensa inaugural de la 61ª edición de la Feria del Libro de Frankfurt. Honnefelder admite que el e-book está buscando su público lector, aunque el uso aún sea marginal: 65 mil libros fueron vendidos en los primeros seis meses del año. Boos confirma que “la pregunta que nos acompaña ahora es cómo es posible ganar dinero con contenidos digitales”. El reto digital ya está sobre la mesa; hay que explorar fórmulas de cara a las oportunidades que representa el salto digital para el mundo editorial. Invitado especial a la conferencia inaugural, Jesús Badenes, director general del grupo Planeta, parece un optimista moderado del e-book y las nuevas tecnologías. “Es cierto que la digitalización emprendida por Google al principio era un gran acto de piratería y algunos de mis colegas lo calificaron como un ataque con napalm, pero hoy se ve todo con más sentido común y las leyes vigentes se respetan un poco más”, pondera Badenes, quien considera que se han dado pasos para garantizar el respeto a la propiedad intelectual. Badenes acusa a Google y a otros consorcios tecnológicos de “populismo” cuando intentan justificar el “atropello a los derechos de autor” con la idea de que se trata de suministrar un acceso libre a la cultura para todos. “Se podría establecer una comparación entre este acceso libre y el surgimiento del comunismo, y muchos ven incluso repercusiones similares”, asegura el representante de Planeta. “A primera vista, la idea de entregar todo el capital o todos los contenidos a un órgano central para que lo distribuya gratuitamente suena bien. Pero al cabo de un tiempo se ve que se han perdido estímulos para crear contenidos de calidad y el sistema se empobrece.”
Finalmente llega el turno de la inauguración oficial con la primera dama alemana, la canciller Angela Merkel, y el vicepresidente chino Xi Jinping. “Yo vivía en la Alemania Oriental y esperábamos comida, pero también libros del oeste, aunque sabíamos que era algo peligroso”, recuerda. La canciller alemana opina que Internet no debería estar exenta de las leyes de derechos de autor. “El gobierno alemán tiene una posición clara: el copyright debe ser protegido en Internet”, subraya Merkel. La presencia de China es un reto que servirá para abrir un diálogo que no eluda los temas desagradables. Mientras la Argentina calienta los motores para ser la invitada de honor de 2010, esta edición de la Feria del Libro de Frankfurt promete ser intensa y para nada cómoda.
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