ENTREVISTA A TAMARA CUBAS, DIRECTORA DE ATP
La pieza que se presenta en Ciudad Cultural Konex busca romper estructuras: los tres protagonistas no saben el orden de los cuadros hasta que se realiza un sorteo al comienzo de la función. “Queremos hacer que ruede la madeja”, plantea la directora.
› Por Cecilia Hopkins
“La idea de realizar este espectáculo parte de la necesidad que tengo de seguir ocupando un espacio”, afirma la coreógrafa uruguaya Tamara Cubas, directora de la compañía Perro Rabioso, que estrenó ayer su última producción, ATP, en el marco del FIBA (repite hoy y mañana en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131). La idea de ocupar un escenario a pesar de no tener muy en claro qué es lo que se desea expresar fue la rectora del trabajo. Cubas venía de desempeñar un cargo de gestión pública que, según relata, le absorbió toda su energía y la inhibió para continuar con su producción artística. De modo que, luego de concluir su etapa como funcionaria, Cubas comenzó a pensar en la creación de una metodología para “hacer que ruede la madeja” y generar material creativo con vistas a la realización de un espectáculo. “El número tres es conflictivo de por sí”, razonó antes de reunir a tres intérpretes con los cuales no había trabajado hasta el momento (Miguel Jaime, Mariana Marchesano y Santiago Turenne). Para comenzar la investigación, entonces, les pidió que realizaran tareas vinculadas con el entrenamiento deportivo, sin vinculación directa con la danza. El proceso de investigación que finalizó en este espectáculo comenzó en el Seminario de Metodologías de Creación en Danza Contemporánea, realizado en Montevideo, el año pasado.
Las siglas que dan nombre a la obra no significan “Apto para todo público” (de hecho, la obra es solamente para mayores de 18 años) ni aluden al conocido circuito de tenis, según aclara la directora en la entrevista con Página/12. Las letras se refieren a la denominación química “adenosín trifosfato” (del inglés adenosine triphosphate), “un enlace de moléculas fundamental para el esfuerzo físico”, según explica Cubas, que es “es el combustible necesario para que un cuerpo se mueva” (ver recuadro). Antes de dedicarse a la danza y a la producción audiovisual, Cubas se recibió de profesora de educación física, de allí sus conocimientos sobre bioquímica: “Comprobé que aun cuando les daba una información de otro campo, los intérpretes producían un trabajo muy potente”, asegura la directora. Algunos de los temas a trabajar por el trío estuvieron relacionados con el concepto de potencia y de flexibilidad máxima, con la permeabilidad de la membrana celular y las condiciones del equilibrio. A partir de estas consignas, en un año fueron generados dieciséis cuadros. A partir de entonces, Cubas convocó a un músico, Francisco Lapetina, quien resolvió utilizar el mismo sonido que emiten los intérpretes durante la realización de las diferentes escenas. Así, en ATP la sonoridad natural de los cuerpos que ocupan el espacio es manipulado en directo y amplificado por Lapetina.
“No son personajes sino cuerpos que accionan, que no generan ficción”, explica Cubas, en tanto se pregunta cómo será la recepción de la obra en el marco del FIBA, “porque ATP plantea un juego concreto, abierto y sutil que apunta a un espectador que pueda involucrarse en él”, evalúa. Así, para activar el deseo del espectador en relación con cómo va a continuar el experimento, el orden de los cuadros nunca es el mismo sino que se sortea antes de la función. De este modo, al no saber qué escena va detrás de cuál, los intérpretes evitan todo automatismo. ATP es, según subraya su directora, un trabajo de creación conjunta que no tiene en cuenta la significación sino la composición plástica.
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