Mar 24.01.2006
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ARTURO PEREZ-REVERTE ANTICIPA SU NUEVA NOVELA

“Escribo sobre la condición humana y sobre la crueldad”

En El pintor de batallas, el autor de Las aventuras del Capitán Alatriste deja la acción y reflexiona sobre “la geometría del caos”.

El escritor español Arturo Pérez-Reverte ha dejado a un lado la aventura y la acción para reflexionar sobre la condición humana, el arte y la ciencia, y contar una historia “dramática, terrible y desoladora” en su nueva novela, El pintor de batallas, que aparecerá en marzo en la Argentina y España. “El ser humano está continuamente bajo la bota del horror y, frente a este último, no hay solución posible, sólo cabe el consuelo”, afirmó el escritor a la prensa española, adelantando las líneas generales de su nueva obra. Una obra que caracterizó como “muy compleja”, que no podía haber escrito “con 30 o 40 años”. Es ahora, con 54, cuando ha podido enfrentarse a esa realidad que recrea en ella porque, para hacerlo, necesitaba “una biografía, una manera de ver el mundo y la vida”.

“Esta novela está hecha de lecturas, pero, sobre todo, está hecha de vida”, aseguró el escritor, quien en su nuevo libro ha procurado “no tomar partido” y huir del dramatismo efectista, para ofrecer “una mirada reflexiva sobre el mundo” narrada “con un lenguaje muy frío”. Antes de dedicarse de lleno a la escritura, Pérez-Reverte había sido corresponsal de guerra durante veintiún años (de 1973 a 1994), experiencia que le vino muy bien, sin duda, a la hora de construir el personaje principal de El pintor de batallas: el de Andrés Faulques, un fotógrafo de guerra que recorre el mundo buscando “la imagen definitiva” y “la regla oculta que ordenaba la implacable geometría del caos”. Después de 30 años, el protagonista comprenderá que con la fotografía nunca conseguirá lo que busca y decidirá retirarse a un torreón abandonado de la costa española –por primera vez en una novela de Pérez-Reverte los lugares son imaginarios– a pintar un inmenso mural que resuma su propia experiencia y veintiséis siglos de iconografía bélica.

“Lo que intenta el personaje es pintar la foto que nunca pudo hacer”, explica el escritor. Una vez en el torreón, Faulques recibirá la visita inesperada de Ivo Markovic, un antiguo soldado croata al que él mismo, sin pretenderlo, había inmortalizado en una fotografía suya que reflejaba el repliegue de una unidad croata tras la derrota. La foto –que había ganado un importante premio y se había convertido “en símbolo de todos los soldados de todas las guerras”– había acarreado las mayores desgracias a Markovic y su familia. Al acabar la guerra, el soldado –que había empleado años en localizar al fotógrafo– se presentará en el torreón decidido a ajustar cuentas con el pasado.

Con tan sólo dos personajes –más el recuerdo de una mujer muerta, amante del protagonista–, El pintor de batallas no es una novela sobre la guerra, aunque los enfrentamientos bélicos tiñen de sangre una buena parte de las 300 páginas del libro. “Es una novela sobre la condición humana, sobre el dolor y la crueldad”, señaló el novelista. “El hombre moderno está en un error gravísimo al creer que el horror está limitado a la guerra –continuó– o a ese barrio marginal donde violan y matan. El horror forma parte de nuestra realidad cotidiana y el hombre está continuamente bajo su bota.”

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