Vie 30.04.2010
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IN POT WE TRUST, SOBRE LOS USOS MEDICINALES DE LA MARIHUANA

Historias sin pintoresquismos

El documental de Star Price que hoy pone en pantalla Infinito sigue a varios pacientes con enfermedades degenerativas a los que fumar porro les alivian los síntomas. Sin embargo, alude demasiado a la “normalidad” de estos consumidores.

› Por Facundo García

Cuando a Jacqueline Patterson se le acaba la marihuana, se traslada a los bajos fondos de su ciudad para encontrar dealers. Eso la pone en riesgo de que la detengan y le quiten la tenencia de sus cuatro hijos. Pero si decide no ir, tiene que aguantarse el calvario de hablar como un robot descompuesto a causa de una parálisis cerebral que parece atenuarse gracias a la hierba. Su mirada salpica angustia: por un lado necesita mejorar su calidad de vida y por otro precisa no caer en la ilegalidad. En esa encrucijada está el nudo de In Pot we Trust –traducible como “Confiamos en el porro”–, el documental que emitirá Infinito hoy a las 22. Dirigido por Star Price, el film espía la rutina de varios pacientes que luchan por dar un par de “secas”, y pone sobre la mesa la postura de sus defensores y detractores desde una seriedad difícil de hallar en las películas del ramo.

El título parafrasea al lema “In God we Trust” que se lee en los billetes de un dólar. Con el correr de los minutos, ese detalle irá explicando muchas cosas. Al principio, sin embargo, la carne del debate son los testimonios de personas con enfermedades degenerativas que encuentran alivio en el cannabis y que al esfuerzo de embocar el cigarro en su boca venciendo limitaciones motrices deben sumar el de conseguir su provisión esquivando la vigilancia policial. En ese grupo están –además de Jackie Patterson– una profesional cuarentona, un empleado de seguros y un ex marine, entre otros. Asimismo, el director sigue los pasos de un lobbista del Marihuana Policy Project que pretende lograr la aprobación del uso medicinal en el Congreso estadounidense; y también revela las perspectivas de los agentes de la DEA y los políticos involucrados en la “guerra contra las drogas”. Nada de escenas fumonas en la línea de Grass (Ron Mann, 1999). Por el contrario, lo que Star Price lleva a primer plano sin pintoresquismos son las justificaciones que mueven a uno u otro bando.

Ver cómo los pacientes que fuman llevan una vida laboral y familiar normal pone en evidencia la ridiculez de quienes juzgan al consumo personal desde diagnósticos alucinados. No obstante, hay un punto en que el largometraje se convierte más en un documental sobre Estados Unidos que en uno sobre los usos del cáñamo. El giro responde a un antiguo axioma del cine yanqui, resumible en la frase “esta gente no es tan mala porque no se aparta del american way of life”. A pesar de sus aciertos, Michael Moore suele caer en esa falacia. No es el único, claro. En Zoo –una fenomenal aproximación al mundillo de los zoofílicos–, el talentoso Robinson Devor planteaba que en el siglo XXI hay cowboys que la pasan bomba dejándose montar por sus rocines. Y el resultado fue interesantísimo de ver, aunque vagamente justificatorio. En experimentos paródicos como American Zombie (Grace Lee, 2007), ese énfasis “pro estadounidense” es presa de la ironía mediante consignas como “los muertos también son capaces de tener un trabajo y avanzar en la vida como cualquiera”.

A lo mejor optar por la estrategia de “miren qué comunes y corrientes que somos” es una metida de pata en el caso de la marihuana. Es más: defender el consumo medicinal como si se tratara de un producto más equipara los valores asociados a la planta con el aura de las aspirinetas. Si con la excusa de vencer estereotipos y agrandar el movimiento se exhibe con simpatía el manijeo de un lobbista que brega por la utilización del porro en tratamientos contra el cáncer y a la vez tiene un retrato del republicano John McCain en su escritorio –y Star Price lo hace–, entonces tal vez haya llegado el momento de parar la pelota y mirar con quién es aceptable formar equipo y con quién no. “Confiamos en el porro”, ok, pero, ¿para qué? ¿Para blanquear una industria millonaria? ¿Para desafiar las estructuras mentales del capitalismo? ¿Para hacer un poco de ambas cosas?

Vale la pena ver In Pot we Trust. Incluye algunas de las historias más conmovedoras que se han contado sobre el uso de la marihuana y aporta argumentos a favor de la autorización para usos médicos, que será –para dejar de una vez la hipocresía– el paso previo a la legalización. Pero como ocurre con ciertos paquetitos que circulan clandestinamente, algunas partes del film pueden oler francamente mal.

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