MAURICIO KARTUN PARTICIPA DE LA SEGUNDA ETAPA DE LA TEMPORADA 2010 DE TEATRO POR LA IDENTIDAD
El actor, director y docente es el coordinador de la dramaturgia de Idéntico, uno de los espectáculos del ciclo. Kartun instaló, junto a Luis Rivera López y Daniel Veronese, un modelo de micromonólogos que seguramente sorprenderá a los espectadores.
› Por Hilda Cabrera
‘‘La gran virtud de este movimiento no es repetir un formato y un público sino generar energía”, opina el dramaturgo, director y docente Mauricio Kartun, coordinador de la dramaturgia de Idéntico, uno de los espectáculos que se ofrecen en la segunda etapa de este año de Teatro por la Identidad (la primera se desarrolló entre el 31 de julio y el 15 de agosto, en el Teatro Nacional Cervantes). Este autor instaló, junto al actor y director Luis Rivera López y el dramaturgo y director Daniel Veronese, un modelo de micromonólogos que probablemente sorprenda a los espectadores de esta propuesta artística que nació en 2000 a impulsos de Abuelas de Plaza de Mayo con la colaboración de actores y dramaturgos, directores y técnicos de la escena. La premisa ha sido y es concientizar sobre la apropiación de niños por la última dictadura militar: chicos arrebatados a sus padres desaparecidos, secuestrados o asesinados que hoy viven con la identidad falseada. En diálogo con Página/12, Kartun se entusiasma ante la variedad de espectáculos que ofrecerán a partir de hoy y los siguientes lunes hasta el 27, en distintas salas porteñas (ver recuadro). Otro motivo que lo anima es descubrir en el lugar en que se realiza esta nota (Centro Cultural de la Cooperación) una muestra en torno de la revista Crisis, donde, entre otros materiales, se exhiben los números publicados. El dramaturgo señala el Nº 22, de 1975, “mi primer artículo periodístico” –dice– y el Nº 32, de 1976, donde publicó una investigación sobre San La Muerte. En cuanto al ciclo TxI, comenta que anteriormente participó en roles secundarios: “De alguna manera, estuve siempre, a veces en el comité de selección o con un texto mío elegido por un elenco; editando un texto o integrando algunas comisiones”. Ahora su trabajo es la coordinación dramatúrgica de Idéntico, espectáculo conformado por micromonólogos que se verá en el Metropolitan II.
–¿Cuál fue el origen de Idéntico?
–Hace tiempo que veníamos charlando con Luis Rivera López (uno de los representantes de TxI) sobre la necesidad de introducir nuevos formatos en este movimiento que, a mi entender, funciona en campos muy diversos. En principio, es generador de sentido, pero –sobre todo y de manera poderosa– creador de energía. Esto significa que a su alrededor todo adquiere otra fuerza, moviendo a más gente. Tiene la virtud de llegar a otras cabezas, a otros públicos, e instalar en éstos un campo de reflexión. Me pondré anacrónico, pero desearía recordar una reflexión de Carlos Marx a propósito del “objeto”. Marx decía que el arte no sólo construye un objeto para el sujeto sino también un sujeto para ese objeto.
–¿Cómo es esa relación en TxI?
–Si admitimos que el arte crea al espectador, resulta acertado decir que TxI es un fenómeno cuya característica más saliente ha sido crear en cada ciclo nuevos sujetos para el objeto. En realidad, su energía está en ser un “medio”, en el mejor sentido de la palabra: mediar entre una necesidad social –recuperar a esos nietos que no se sabe dónde están– y aquellos que pueden aportar a esa recuperación. Para lograrlo, el teatro, en nuestro caso, debe valerse de formatos, si fuera posible inéditos, para acercar a más sujetos que colaboren en esta tarea. Ultimamente se han incorporado obras de improvisación, cabaret y musicales. Esto atrajo a nuevos espectadores y, especialmente, a más creadores que sintieron la necesidad de implicarse.
–¿Qué propone Idéntico?
–El mecanismo ha sido armar un espectáculo con monólogos de, a lo sumo, tres mil caracteres y una duración no mayor de tres minutos. Se abrió una convocatoria en la que nos referíamos a TxI como el espacio de un verdadero “arte-facto”, impulsando a quien deseaba participar a escribir un texto breve. Fue una propuesta muy motivadora: se presentaron cientos de monólogos, entre los que, por supuesto, hubo que realizar una primera selección, partiendo del principio de calidad.
–¿Quiénes se encargaron de la selección?
–Me ocupé de la primera y compartí la segunda con Luis. Daniel se sumó en la tercera instancia y, era natural, la selección final era suya, porque debía dirigir, coordinar los textos desde el punto de vista escénico, y no todos enganchaban.
–¿Propusieron temas?
–La identidad y el teatro como actividad, arte u oficio. Partíamos de un espacio escénico despojado y del escaso tiempo que tenían los actores para los ensayos. Estratégicamente era bueno unificar identidad y teatro, de manera que todos los monólogos presentados giran en torno de estos dos conceptos.
–Ese mecanismo exige coincidencias. ¿Las hallaron?
–Con Daniel tenemos una larga experiencia en común y sintonía en lo estético por haber compartido durante seis años la curaduría del Festival Internacional de Buenos Aires. Eso nos obligó a ver muchos espectáculos y hablar cara a cara de cada uno de éstos. Decidimos con Luis que Veronese era el director perfecto para esta propuesta que sonaba rara. Incorporaba además su prestigio y talento. A esos monólogos, debíamos sumar algo que fuera a la vez original y sencillo. Pensamos que los actores y actrices podían resumir aspectos de su propia identidad e interpretar a continuación el micromonólogo que les correspondía.
–¿Los textos que se refieren a lo propio son testimonios o ficciones?
–Son testimonios: un trabajo sobre la propia vida. Esas microbiografías fueron editadas por dramaturgos con conocimiento de los elementos que hacen al punto de interés de una vida.
–¿Dónde residen esos elementos que pueden atraer al espectador?
–En los puntos de inflexión y en las imágenes que tienen algún poder metafórico en la vida de los artistas que participan. De esa dramaturgia se ocuparon Patricio Abadi y Mariano Saba, a quienes convocamos porque conocíamos sus materiales, que a su vez habían sido seleccionados. Incorporamos también una orquesta infantil. Daniel recibió esa propuesta de Franco Battista, uno de los asistentes de dirección. Los otros son Romina Lugano, Abadi y Saba. La orquesta es el Quinteto de Vientos de la Escuela de Florencio Varela, que dirige el profesor Osvaldo Aguilera. Es emocionante ver a estos chicos que no pasan de la preadolescencia totalmente integrados. Ahi se completan las expectativas energéticas de TxI.
–¿Por qué es tan importante esa energía?
–Los artistas y maestros son –creo– un medio, también en el sentido mítico de médium, alguien al que se le permite tocar algo que parece imposible tocar. La enseñanza y el teatro deben transmitir energía. Yo la encuentro en TxI, y por eso me siento como en casa. TxI es un lugar donde no importa tanto el fin estético y la originalidad del fin –búsquedas inevitablemente narcisistas que mueven a veces a la creación– sino esa energía que se expande y fusiona.
–¿Se refiere al armado del ciclo?
–Sí, porque el trabajo previo es importante. A través de la convocatoria es posible que mil personas se pongan a escribir, aunque las que se animen a enviar sus textos sean trescientas. Esas cabezas ocupadas en pensar en el concepto de identidad es energía en movimiento.
–¿Incide en ese empuje el hecho de que se trata del arrebato de bebés a mamás que padecieron horrores?
–Esa materia y razón de la existencia de TxI nos une, y la creación adquiere el sentido del mito, que está más allá del concepto. Por lo tanto, los que trabajan con ese sentido del mito aceptan ser parte de un ritual, y el ritual une. Se produce una despersonalización, y eso es lo maravilloso de trabajar en TxI. Cuando se lo acepta, es imposible sustraerse a su ritual. Conozco a gente que tiene un compromiso ético con TxI. La presencia de Abuelas implica un compromiso. En estos diez años de vida de TxI han ido cambiando los oficiantes, pero todos somos parte de este movimiento que nos trasciende y en el que cada uno desdibuja su nombre, curiosamente para pensar en la identidad.
–En realidad, se afirman...
–Sí, como seres sociales. Cuando estuve en el Teatro Solís, de Montevideo, presentando mi obra El niño argentino, aproveché los contactos para difundir esta convocatoria en Uruguay. También desde allí enviaron textos, y hoy dos de los micromonólogos pertenecen a autores uruguayos. Otra vez la energía se pone en movimiento y se expande, como –creo– sucederá con esta experiencia. Con Daniel pensamos en algún momento que tendríamos que escribir también nosotros, y no fue así. Nos quedaron cantidad de textos sin utilizar y todos muy buenos, de una gran lírica, de un gran humor. Tengo la sensación de que se inaugura un formato.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux