LOS COLOMBIANOS ATERCIOPELADOS TOCARáN ESTA NOCHE Y MAñANA EN NICETO CLUB
El dúo colombiano conformado por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago presentará las canciones de Río, su más reciente álbum. Después del éxito de los ’90, hoy se reconocen como artistas “de nicho” y celebran un recorrido “nunca estático ni repetitivo”.
› Por Julia González
Río, el noveno y hasta ahora último disco de los colombianos Aterciopelados, abarca cuatro temas conceptuales que fluyen y desembocan en la naturaleza. La Tierra se hace eco de la corriente original de energía que recorre sus brazos en forma de lirismo y música. Son trece canciones que existen porque también existieron las anteriores, que los impulsaron a la fama en los ’90, MTV y “Florecita rockera” mediante. Las percusiones de Río ponen el ritmo a tope, las flautas aportan un carácter ancestral, algún tono armónico usado por los mapuches y otros cantos tradicionales evocan a los indígenas precolombinos del norte. Son aportes que convierten a Río en un disco redondo, copioso de bríos radiantes. Y esta noche y mañana habrá oportunidad de ver cómo esas canciones fluyen en vivo: Aterciopelados tocará en Niceto Club, Niceto Vega 5510, en el marco de su gira por Chile y la Argentina.
El dúo compuesto por Andrea Echeverri (voz y guitarra) y Héctor Buitrago (bajo) encontró hace dos décadas una herramienta en la música, y es la que usa cuando canta y concientiza a través de sus letras. Lo bueno es que éstas no quedan sólo impresas en el booklet del CD, sino que los dos músicos las hacen carne en sus vidas cotidianas a través de campañas medioambientales. “Lo que ha estado tratando de impulsar Río tiene más que ver con el planeta. Estamos con una campaña anual llamada ‘Canto al agua’ y otra llamada ‘Ninguna mata mata’, que tiene que ver con una campaña radial del gobierno y se refiere puntualmente a la marihuana, a la hoja de coca y a la amapola. Lo hacen desde una óptica de guerra contra la droga y el narcotráfico, y es una cosa muy terrible, porque la hoja de coca y la cocaína no son lo mismo”, le cuenta Echeverri a Página/12, indignada por “la ignorancia del gobierno” de su país, que usa el poder para difamar la cultura indígena y los rituales ancestrales.
Aterciopelados se compone de dos cabezas creativas, un dúo dinámico en el que un varón y una mujer no chocan, sino que retroalimentan su música y van hacia adelante. Sería algo así como la síntesis que reaviva la antítesis de ambas personalidades. Echeverri y Buitrago estuvieron de novios a comienzos de los ’90 pero, cuando esa relación se acabó, siguieron con la música, fortaleciéndose el uno del otro hasta llegar a ser la banda de culto que son. En la época que rondó a El Dorado, el disco que los catapultó a la fama en 1995, estos dos “raritos” –según define la propia cantante– estaban en el lugar y en el momento indicados para comunicar su música innovadora, que se alimentaba del rock y de las raíces folclóricas colombianas. Fue importante, además de las sincronicidades del tiempo, haber firmado con la (hoy desaparecida) multinacional BMG, aunque desde hace varios años volvieron a la independencia. “Que uno sea varón y la otra parte mujer le da una característica a toda la propuesta en general y a nuestras vidas; es no vivir en tu misma estética y en lo que conocés. El hecho de que Héctor sea hombre me lleva a lugares desconocidos. Por eso creo que nuestro recorrido ha sido experimental y lleno de cosas, no algo estático y repetitivo”, afirma la vocalista.
Como una guerrera o como la madraza que es, la colombiana no renuncia al rol de mujer que enarbola sus banderas por las buenas causas. De ahí que relaciona la falta de energía femenina en todo lo concerniente al planeta. Entonces propone cambiar la estética de la mujer como el símbolo sexual que suele ser en la música, y nombra a Mercedes Sosa o a Violeta Parra como modelos a seguir. “Es un mensaje que yo siento muy destructivo tanto para hombres como para mujeres, para todo el mundo”, sostiene. “Pienso que gran parte de la crisis planetaria es por la falta de energía femenina, de la real, de la poderosa. Falta ese poder real de las mujeres en la sociedad. Eso es lo que tiene a todo muy desequilibrado, y a las mujeres es a las que peor nos tiene, porque estamos todas de cabeza en un gimnasio y sin comer. Son cosas muy extrañas y en el fondo es puramente por falta de cariño. Siento que tengo un espacio bonito para decir cosas, para defender a las mujeres. Estamos muy atacadas en este último tiempo, como vulneradas.”
La cantante fue madre hace seis años y el tema de la maternidad también está presente en Río, pero antes su hija Milagros la había inspirado para componer Andrea Echeverri, su primer disco solista, que rebasa paz y amor y deja una huella por demás hippie. Ya canchera en esta faena que le cambió la vida y con su segundo hijo corriendo por la casa, la colombiana abraza su elección de ser madre, una de las razones por las que Aterciopelados no estuvo tan presente con la divulgación de sus canciones en los últimos años. Pero Echeverri no se quedó en su casa, ya que su elección es la de ser madre pero también música. Por eso se sentó frente a la computadora, se puso es estudiar el protools y montó un estudio hogareño. En los ratos en que los niños iban al colegio grabó Andrea Echeverri 2, disco solista que será conceptual como el primero, pero dedicado a la infancia, con canciones que le cantaba su madre en su finca de Bogotá. “En la música hay varios factores y uno son los hijos. Cuando tú tienes hijos, tu tiempo es otro y yo soy muy celosa con mis tiempos domésticos. Me gusta hacer la compra, cocinar un poquito, me gusta estar con mis gordos. Escogimos ser músicos y escogimos ser papás, y hay que respetar ambas cosas. Y también hay cosas del mercado, cosas con la disquera. Fuimos de BMG mucho tiempo, que es una multinacional, y luego pasamos a una más pequeña independiente que se llama Nacional Records en Los Angeles y no tenemos manager, sino que lo hacemos todo nosotros. Estamos superactivos y tocamos y hacemos cosas chéveres, y los conciertos están superbonitos, pero es más como de nicho, como lo llaman en Estados Unidos. No eres un artista masivo, sino que tienes tu lugarcito”, aventura Echeverri, y resume un poco su presente.
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