El martes, la que iba a ser la última representación en el Colón de la ópera Kátya Kabanová, de Leos Janacek, debió suspenderse: una asamblea de trabajadores técnicos comenzó a las 19.30 y ocupó el escenario hasta las 21.30, una hora después del horario previsto para la función. Un comunicado oficial del Colón, que transcribe el acta librada, dice: “Los funcionarios y testigos firmantes verifican la presencia de dependientes del Colón, alrededor de 40 personas, ocupando el escenario. Ante la pregunta respecto del motivo de la reunión imprevista e inconsulta, respondieron que se encontraban realizando una asamblea hasta la finalización del horario de trabajo. Manifestaron su intención de no desocupar el mismo hasta tanto el director general deje sin efecto un trámite administrativo vinculado a una presunta irregularidad detectada por cámaras de seguridad. Dicho trámite se encuentra en plena etapa de ejercicio del derecho de defensa del agente involucrado, no tiene resolución ni se ha aplicado ninguna medida disciplinaria”. Fuentes de la dirección del teatro confiaron a Página/12 que el origen de la asamblea había sido la citación, para que hiciera su descargo, a un empleado tomado por cámaras de seguridad dándolas vuelta, tapándolas y burlándose ante ellas. Una comunicación firmada por “Trabajadores del Teatro Colón”, nomenclatura que no representa a ninguno de los gremios existentes en el teatro, indicó que, además del rechazo a la intención de “sancionar a compañeros”, uno de los motivos de la asamblea fue “la falta de respuesta a los reclamos de la asamblea técnica de una recomposición salarial de 40 por ciento sobre el salario de bolsillo”.