OPINIóN
› Por Daniel Guiñazú
Hace hoy treinta años exactos y al mismo tiempo que Diego Maradona daba sus primeros pasos como jugador de Boca, Víctor Hugo Morales iniciaba por Radio El Mundo su carrera como relator de fútbol en la radiofonía argentina. Pocos meses antes y en nombre de Julio Moyano, Fernando Niembro y Adrián Paenza lo habían ido a buscar a Montevideo, donde se encontraba detenido por haberse agarrado a trompadas mientras jugaba un partido de fútbol a beneficio, con una misión muy clara: desbancar el dominio abrumador que José María Muñoz y sus transmisiones por Radio Rivadavia tenían por entonces de la audiencia.
El objetivo se alcanzó muy rápidamente. Pero no es por eso que Víctor Hugo está en la historia de los medios de la Argentina. Ni siquiera por aquel relato imponente del segundo gol de Diego a los ingleses en el Mundial de México ’86, incorporado para siempre a la memoria emotiva de los argentinos. “El mejor relator del mundo y sus alrededores”, como lo denomina Alejandro Apo, uno de sus comentaristas más destacados en todo este ciclo, transformó la manera de transmitir por radio la pasión del fútbol y marcó a toda una generación de jóvenes narradores quienes, admirándolo a la distancia o imitándolo desde más cerca, incorporaron su relato velocísimo, montado sobre la pelota, lleno de metáforas e ironías, al que aderezó con los adornos que su imaginación febril y su talento desbordante le fueron dictando sobre la marcha de cada partido.
Hasta la llegada de Víctor Hugo, los grandes del relato futbolístico nacional (Fioravanti, Muñoz, Veiga) se limitaban a mencionar al jugador que llevaba la pelota, su posición en la cancha, los probables receptores y poco más. Explotaban recién a la hora del grito del gol. Pero antes de que la pelota golpeara las redes, contaban lo justo y lo necesario. En cambio, Víctor Hugo metió todos los ingredientes futboleros en la cancha y en el aire de la radio. Y de esa mezcla apasionada y apasionante surgió un relato que muy pronto atrapó al oyente argentino y que sigue atrapándolo, tres décadas más tarde. Cuando el fútbol, la vida y la radio son otros, no necesariamente mejores.
Porque ese es otro de sus legados históricos. Con seis décadas de vida cumplidas y treinta años de vigencia (los últimos 23 en Radio Continental, tras sus pasos por El Mundo, Mitre y Argentina), económicamente hecho y profesionalmente realizado, Víctor Hugo sigue relatando fútbol con la misma pasión, la misma fuerza y el mismo sentimiento de aquel primer día. Con la misma frescura en la voz inigualable, el mismo golpe de vista y el mismo decir rotundo e inapelable.
Pero no ha sido Víctor Hugo sólo un relator fabuloso. También peleó por lo que consideraba justo y contra lo que se le atragantaba como injusto. Fue gracias a una recordaba intervención suya ante una comisión del Congreso que se pudieron ver por televisión abierta las Eliminatorias para los Mundiales de 2002 y 2006, que una oscura maniobra conjunta de Clarín y TyC había birlado al gran público para emitir por cable. Y quien creó con su prédica diaria y su lucha contra los monopolios el clima de opinión indispensable para que avanzaran iniciativas como el Fútbol para Todos y la ley de medios.
Pudo haberse quedado en la cabina Víctor Hugo, alentando su mito de enorme prestidigitador de emociones. Prefirió bajar al llano a dar pelea por sus ideas. Y eso lo hace aún mucho más grande, hoy, treinta años después del primero de sus “ta-ta-ta-ta” aquella tórrida tarde de febrero del ’81.
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