RECITAL DE NO TE VA GUSTAR EN EL LUNA PARK
› Por Matías Córdoba
El crecimiento multitudinario de No Te Va Gustar y La Vela Puerca (las dos bandas uruguayas con mayor proyección popular en la Argentina de los últimos diez años) podría corresponderse con la merma y la baja frecuencia que tuvieron los recitales de los grupos de rock más convocantes de la Argentina. Esa podría ser una de las razones del crecimiento multiplicado que arrastran los grupos. Pero esta hipótesis debe ser sostenida con buenas canciones. O, por lo menos, con canciones que se adhieran y se hagan carne en el público. Y eso se supone que les ocurre a los miles de seguidores que fueron durante todo el fin de semana y volverán a ir hoy al estadio Luna Park, en la cuarta y última función de la presentación oficial de Por lo menos hoy, el último disco de estudio de No Te Va Gustar.
Esa argentinización del rock uruguayo posibilitó que otros grupos del otro lado del Río de la Plata arribaran con sus canciones al hombro. Los integrantes de Cursi, otra banda oriental, lo reconocieron el año pasado ante este mismo diario. “El público nos hace sentir argentinos”, dijeron. Es por eso que se percibe cierta épica barrial, recuperada de los shows de Los Piojos y de Bersuit Vergarabat, en los recitales de No Te Va Gustar. En el plano musical, el grupo encontró, a través de los años, la que para ellos es la mejor fórmula: las canciones llevan consigo un mensaje. Algunas pueden estar atravesadas por las palabras de Eduardo Galeano; otras, por las de Mario Benedetti. Y siempre procesadas en una licuadora de estilos y subgéneros diversos.
Para la grabación de Por lo menos hoy, decidieron contar con la ayuda de Juanchi Baleirón –hombre fuerte de los últimos años en términos de producción artística–, para darle una vuelta de tuerca al sonido del grupo. Lograron, a pesar de los cambios que puede aportar un productor, sonar distintos pero sin traicionar las raíces: en el Luna Park, las canciones nuevas fueron cantadas por todos como si fueran viejos clásicos. Los NTVG redefinen paso a paso su concepto de recital de rock. Aquí no hay pompa ni artificios espectaculares: sólo un grupo de muchachos tocando rock, que a veces se le anima a una chacarera, un reggae o un intento de cumbia apta para todo público. A la gente parece no alcanzarle dos horas y media de show. Suenan como una bola de ruido expandiéndose por todo el perímetro del estadio y, en las versiones más serenas (“Memorias del olvido”, por ejemplo), Emiliano Brancciari consigue aportar al espectáculo lo mejor de él: una voz tan sosegada que apabulla. No se observa en el cantante algún rasgo mesiánico. Tampoco hay grandes mensajes o discursos preparados. Están las canciones y unas pantallas flanqueando el escenario. Y todos los integrantes (son nueve) apiñados sobre las tablas. Suenan “Fuera de control”, “Chau” y “Al vacío” (que son las encargadas de abrir esta serie de cuatro Luna Park repletos). El mismo Brancciari se encarga de explicar que la lista de temas va cambiando entre recital y recital; pero que hay algunas que deben tocar siempre: “Verte reír” o “Adiós”, por ejemplo.
Los músicos invitados son amigos. Juanchi Baleirón (“Tu defecto es el mío”), Martín “Mosca” Lorenzo, percusionista de Los Auténticos Decadentes, Germán “Cóndor” Sbarbatti y Daniel Suárez, cantantes de Bersuit Vergarabat (“Clara”). Lo más fuerte que tiene NTVG es el ensamble que conforma el martilleo de la batería con la solidez de los instrumentos de viento. Y encaran algunas canciones a tres guitarras, con una base de percusión notable. Otro punto a favor: el enlace de “Te voy a llevar” con la versión de “Todo un palo”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que sirve como epílogo y declaración de principios.
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