ESPECTACULOS > ANABEL CHERUBITO Y EL “VACíO” POR SUS OPINIONES AFINES AL GOBIERNO “YO ME ESFUERZO EN RESPETAR”
La actriz y modelo escribió una carta abierta en la que denuncia el fenómeno por el cual se acusa a artistas e intelectuales de cobrar dinero por expresar su apoyo al oficialismo: “Sería más productivo un debate que nos enriqueciera a todos”.
› Por Facundo García
Anabel Cherubito está enojada, aunque no pierde la esperanza. La actriz escribió una carta abierta donde se queja del aislamiento al que la condenan los grandes medios de comunicación desde que decidió apoyar algunas medidas del Gobierno, e invitó a llevar las discusiones más allá de los agravios. “Por haber hecho esto no me siento lejos de mis colegas, al contrario. Pero sí percibo la distancia en relación a muchas fuentes de trabajo. Me doy cuenta de que mi postura política puede influir en mi carrera, y me parece una gran injusticia”, recalca la artista en conversación con Página/12.
Para entender mejor sus palabras es preciso ubicarlas en contexto: tras aterrizar en la televisión local durante los noventa, Cherubito saltó a la fama como “la galleguita” que despertaba fantasías en los espectadores rioplatenses. Sin embargo, detrás de la atractiva conductora había un itinerario de exilios y militancia. Ahora –desde otro lugar– Anabel ratifica que es más que una estrella de temporada. El mensaje que difundió, de hecho, es comprometido y frontal. “Mirtha Legrand y Jorge Lanata tienen de un tiempo a esta parte un repertorio de agresiones hacia un elenco multifacético de artistas que apoyan a Cristina Kirchner o que, cuanto menos, se ponen en la vereda de enfrente de los duros adversarios del gobierno nacional”, avisa ya en las primeras líneas.
En los párrafos posteriores, la ex Bailando por un sueño se lamenta de que la acusen de cobrar plata por defender lo que piensa: “Agredir a personas de cierta relevancia pública –sostiene– es quedarse en un nivel de disputa mediática no muy diferente de las que siempre existieron (...). Quizás haya que tomar conciencia de que millones se sienten humillados cuando se habla despectivamente de Cristina, del legado de Néstor, de las banderas que muchos defendemos. Sería más productivo un debate que nos enriquezca a todos y ayude a que les encontremos la vuelta a los graves problemas que nos quedan por resolver”.
–Seguramente hay muchos colegas suyos que piensan igual y se mantienen en silencio. ¿Qué la condujo a escribir una carta pública?
–Las ganas de defender mi dignidad. Yo hago el esfuerzo de respetar incluso a los que piensan radicalmente distinto de mí. Y me senté a escribir porque necesitaba reclamar eso: respeto. Me llama la atención la violencia a la que nos someten a quienes coincidimos con ciertas medidas de Cristina. Dicen que estamos comprados con plata, que lo hacemos por conveniencia y mil cosas más. No puede ser que se nos insulte así. No le sirve a nadie. Yo simplemente soy una actriz que está expresándose de acuerdo a sus convicciones. ¿Acaso está mal?
La entrevistada afirma que sería sabio reemplazar las afrentas por polémicas verdaderas. “Yo siempre fui de izquierda y creo que este gobierno ha hecho un par de cosas valorables. Si debo actuar según mis convicciones, no quiero callar como una cobarde. Y si hablo, lo haré sinceramente y sin mala leche. Espero lo mismo de los demás, por eso me duelen las suspicacias gratuitas. Hay que terminar con las peleas ‘para las cámaras’, en las que se acusa al otro sin fundamento. Necesitamos discutir como adultos”, subraya.
Razones le sobran. Mientras Anabel explica su punto de vista, los grandes medios alimentan la sospecha de que aquellos famosos que se acercan al Gobierno responden a algún tipo de “incentivo”. Se tejen las hipótesis más descabelladas sobre Florencia Peña, Federico Luppi, Joaquín Sabina y muchos otros que se atrevieron a disentir con la monotonía de las cadenas de noticias. Y se les aplica cualquier rótulo antes de admitir que hay un grupo de celebridades apoyando medidas que también despiertan el entusiasmo de los que menos tienen. En su carta, Cherubito es explícita al respecto: “Considero que la Asignación por Hijo, la universalización de las jubilaciones, la estatización de los fondos de las AFJP, la independencia del FMI y el aumento de los presupuestos educativos y de salud son el camino para terminar con la injusticia social, del mismo modo que con sus marchas y contramarchas lo intentan también Dilma en Brasil, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela y Mujica en Uruguay”.
No se trata de una sex symbol salpicada de casualidad por la política: aquí hay una mujer que aún reconoce las cicatrices de una infancia marcada por la angustia de escapar de la dictadura. Cherubito nació en Argentina, pero pasó sus dos primeros años en Chile. Allí sus padres –un músico y una bailarina– luchaban a favor del gobierno de Salvador Allende. Luego del golpe militar de 1973, la familia inició un exilio que concluiría mucho después. Se entiende, en consecuencia, que el comunicado insista en el rechazo a las demonizaciones arbitrarias. “¿Que en el Gobierno hay funcionarios corruptos o, de mínima, investigados por la Justicia? Por supuesto. ¿Que quienes valoramos más los hechos positivos avalamos los errores y las cosas que faltan? No, eso es una bajeza”, define la modelo en su nota.
Tanto en la charla que mantuvo con este diario como en el escrito que anda circulando, la conductora de TV remarca la necesidad de resolver las disputas con madurez. “El enorme vacío y decepción que me generan este tipo de ofensas no sólo tiene que ver con que nunca cobré por participar en actos de apoyo a las políticas de derechos humanos y del Gobierno que las llevó a cabo –primero Néstor y luego la presidenta más atacada de la historia democrática, Cristina–, sino porque los agravios nos alargan diferencias políticas, quizá ni siquiera ideológicas, que en otro marco de debate serían más angostas”, señala.
“Por nuestro trabajo y por la suerte que hemos tenido (aun cuando nos ha costado muchísimo esfuerzo) tenemos cierta relevancia en la opinión pública, y eso yo lo entiendo como un compromiso social”, dice Cherubito. “Por eso, sin ser experta en temas políticos ni sentir esa respetable vocación como mía, creo que debemos expresar nuestras ideas, defenderlas, debatirlas. Incluso los excesos verbales pueden ser producto del desequilibrio de voces que hay en un sistema concentrado monopólicamente –esperemos que la ley de medios corrija esa balanza–; pero también pueden tener que ver con que recién estamos comenzando a ejercitar este tipo de debates y escuchando voces nuevas. Quizás esas voces puedan serenarse. De todos modos, no es eso lo que me preocupa. No me inquieta el tono, crispado o no, sino lo que estamos debatiendo.”
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