EL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGíA INDUSTRIAL PUBLICó NUEVOS CIMIENTOS
El libro reúne textos de unos setenta colaboradores de diferentes áreas del conocimiento, con la idea del intercambio como base. Horacio González, Miguel Grinberg, Héctor Valle y Enrique Martínez (presidente del INTI) participaron de la presentación.
› Por Facundo Gari
La publicación Nuevos cimientos posibilita, desde su título, tres presunciones: que se trata de una creación que se suma a los espacios abiertos al intercambio de saberes, que ese carácter endógeno busca ofrecer elementos estructurales equilibrados y que éstos son variados. La primera se salda en que es una propuesta que reúne las exposiciones del ciclo “Honrar el Bicentenario”, de 2010; la segunda en que tiene “el propósito de poner en debate crítico y propositivo muchos conceptos que sustentan la teoría y práctica del modelo productivo dominante”, y la tercera en que es una “propuesta coral” del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), pues cuenta con aportes de Enrique Martínez, su presidente, y de setenta colaboradores de áreas de conocimiento distintivas. El libro –algunos de cuyos textos fueron parte de una colección de fascículos de Página/12– fue presentado la tarde del martes en la Feria del Libro por un panel conformado por Martínez, Héctor Valle, Miguel Grinberg y Horacio González. El organismo anunció además la construcción del sitio web www.nuevoscimientos.org y manifestó la necesidad de multiplicar los ámbitos para repensar al país y la región.
“En Nuevos cimientos hay muchas más preguntas que respuestas”, concedió Martínez, y esa abundancia es la que faltó de arranque. Sin una consigna lúdica, pero con una restricción temporal de quince minutos cada uno, los expositores comenzaron a desandar vertiginosamente sus posturas desde la “diversidad” de sus campos. Tuvo que pasar algo de agua debajo del puente para que la concurrencia comprendiera que en ese aparente caos había un orden complejo, que el director de la Biblioteca Nacional clarificaría luego: “En vista de los desafíos del planeta y de la Argentina, tenemos en nuestro horizonte un conjunto de lenguajes que se está componiendo de otra manera y que nos obliga a poner en servicio aquello que creemos saber. El interdisciplinarismo no alcanza. Hoy los conceptos están abiertos. Y es un estado colectivo de un pensamiento que tiene muchas fuentes y, fundamentalmente, un sujeto colectivo, un pueblo nación que está siendo interrogado”. Como ejemplo, celebró el trabajo de Eugenio Zaffaroni al poner “el derecho sobre moldes antropológicos para estudiar la venganza” en la publicación “La palabra de los muertos”.
Para el presidente del INTI, las preguntas que genera Nuevos cimientos son necesarias. “Este mundo reclama el esfuerzo de reflexionar dónde estamos parados y adónde queremos ir para sobrevivir como comunidad”, explicó. Martínez, introduciendo el concepto de “límite del mundo”, sostuvo que la idea fue “insinuar que se necesitan cambios importantes, no asociados a nuevas formas de administración del sistema”. “En muchas conductas está esa lógica. ‘¿Por qué no cambiar a un corrupto por un honesto?’ o ‘¿por qué no poner un sistema de computación en eso que se hace a mano?’. Claro que no debería haber corruptos y se debería usar la tecnología, pero también es la hora impostergable de cuestionar los objetivos de la administración”, puntualizó.
“Tomemos este libro como herramienta fundacional”, había primereado Grinberg, escritor, poeta y periodista, presentado como ecologista frente al lleno de la sala El Rincón de la Lectura. Por eso, diferenció el “ecologismo tradicional”, del que se distanció desde la conferencia ECO ’92, en Río de Janeiro, cumbre en la que “el discurso verde fue capturado por las transnacionales”, y el “ecologismo generativo”, que apunta a un encuentro “en las ideas y situaciones de recambio”. Este último se desprende del “no” que –según él– se les achaca a los ecologistas, en favor de una afirmativa, de lo que le “gustaría que fuese la sociedad”. En ese sentido, y mediante una reformulación del concepto de “revolución”, planteó, “en vez de derrocar a un tirano, llenar la indiferencia con ideas contagiosas en esta hora semioscura de la humanidad”. “Ampliar las barreras del conocimiento requiere una especie de strip-tease conceptual para dejar los vicios de lado”, graficó.
En el camino hacia otras “reglas de juego”, subrayó la importancia concreta de las cooperativas de trabajo, que en la actualidad son más de 20 mil en la Argentina y que emergen como contrapunto de la lógica de “la Revolución Industrial, que derivó en este mundo canalla”. Democráticas por definición, están compuestas por “gente que lúcidamente entiende que el recambio de un modelo social se da con el trabajo cotidiano”. Asimismo, ponderó que el desafío mayor del país y de América latina, como subyace en la mayor parte de Nuevos cimientos, es el de “ponerles límites a las corporaciones globalizadas”. “No puede ser que haya hambre, gente sin techo y sin salud. Empecemos a pensar dónde podemos agregar un ladrillito a la construcción de abajo hacia arriba”, cerró, señalando el dibujo de Daniel Paz que ilustra la tapa de este libro, que también cuenta con dibujos de Rep, Iñaki, Guillermo Ortiz, Matías Trillo y Crist.
El siguiente en tomar el micrófono fue Valle, economista que preside el Fondo Nacional de las Artes y la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo. “Este es un cuestionamiento severo al capitalismo de libre mercado, que sobre todo en su versión anglosajona está conduciendo al mundo hacia un callejón sin salida”, sentenció. Y luego repasó algunos temas de debate, como los “elementos de medición de la economía tradicional, en particular el cálculo del producto bruto”. Según el economista, se trata de una aproximación “muy lejana a la realidad”, ya que “no representa un montón de problemas económicos y sociales”. “No es un dato menor cuestionar esos indicadores; es central, porque con ellos se toman decisiones cruciales.”
Tras plantear una disyuntiva sobre el rol de las empresas (“¿deben ser negocios o servicios?”), habló sobre “la toma de decisiones” en el terreno de las artes según los parámetros de la economía tradicional, y brindó una explicación que bien podría ayudar a comprender por qué el gobierno porteño alienta sólo cierto tipo de manifestaciones culturales. “La tecnología con la que se produce ópera tiene casi cien años, por lo tanto tiene costos que no son compatibles con la rendición de eficiencia de un criterio neoliberal. Acá tengo que saber que la boletería apenas alcanza para pagar la mitad de esos costos y que tengo que tomar un criterio que estimule la actividad artística para valorar en qué medida tiene un efecto de defensa del patrimonio cultural. Si utilizo sólo criterios de mercado, únicamente voy a ver películas norteamericanas y obras de teatro empaquetadas en el centro del sistema.”
A su turno, González resaltó que el libro “tiene un enorme valor como pedagogía cívica”. “Posee conceptos articulados de una manera original y está pensado para un público amplio”, describió. En la misma sintonía, señaló: “Está ligado a todas las palabras que leemos en los diarios, a todas las discusiones actuales. En otro momento podría haberse apreciado menos, pero en este contexto el país lo necesita. Y está escrito por personas comprometidas con la discusión sobre el Estado y la sociedad. Este es un momento muy crucial, más allá de la elección, porque el país tiene que elegir un destino”, valoró.
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