COMISIóN NACIONAL PROTECTORA DE BIBLIOTECAS POPULARES
Representantes de más de 2000 Bibliotecas Populares inscriptas en la Conabip participan en esta 37ª edición. Entre otras actividades, mañana y pasado podrán comprar ejemplares con un 50 por ciento de descuento, gracias al Programa Libro.
› Por Silvina Friera
Una exclamación de júbilo ha caído en desgracia, por las peripecias del destino de una lengua tan movediza como la castellana. ¡Albricias!, esa interjección que resume un hecho feliz, se la usa poco. Sigue en pie, al menos en el diccionario, aunque pocas bocas la silabean. Hay fenómenos encabezados por movimientos sociales que ameritan la recuperación de esta palabra. Hace seis años que los bibliotecarios populares de todo el país están haciendo escuela en la Rural. Sin la refrescante, inquieta y curiosa presencia de estos hombres y mujeres que con sus changos, canastos o bolsos acopian ofrendas –libros que adquieren en los stands editoriales– para volver a sus pagos como Reyes Magos que reparten y democratizan la palabra, la Feria del Libro sería más pobre. Y alguno podrá agregar –con razón– que sería también insoportablemente elitista. Representantes de más de 2000 Bibliotecas Populares inscriptas en la Conabip (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares) participarán en esta 37ª edición de la Feria. Tienen una agenda de actividades recargada. Hoy sacarán sus cuadernos, libretas y grabadores para registrar los pormenores de un encuentro –el tercero que se realiza– con periodistas y escritores, como Claudia Piñeiro, Federico Jeanmaire, Eduardo Anguita, Pablo Marchetti y Gabriel Mariotto, entre otros. Generosos por convicción, a las 18 le entregarán a Alejandro Dolina el Premio Amigo de las Bibliotecas Populares. Mañana y pasado podrán comprar libros para engordar sus materiales bibliográficos con un 50 por ciento de descuento, gracias al Programa Libro, producto de los convenios firmados con 220 editoriales, en el marco de un subsidio que otorga la Conabip de casi 5.700.000 pesos.
María del Carmen Bianchi, directora de la Conabip desde 2003, no vacila a la hora de fundamentar el Premio Amigo de las Bibliotecas Populares al escritor y conductor de La venganza será terrible, uno de los programas más escuchados de Radio Nacional. “Dolina convirtió la erudición en circulación popular. Hay un rasgo que ha primado en la elección de los amigos: gente destacada en su actividad, que conserva cierta humildad –explica Bianchi y menciona a León Gieco y Osvaldo Bayer, entre otros de los premiados–. Dolina sintoniza con el espíritu de las bibliotecas populares por muchas razones, pero especialmente porque hace sencilla la relación con autores difíciles.” Las Bibliotecas Populares (BP) son sociedades civiles, creadas sin fines de lucro, que trabajan desde hace 140 años en la promoción de la lectura. Bianchi las define como “un movimiento social dedicado a la cultura”, que cumple la función de acercar el libro y ciertos formatos digitales a los vecinos de unas 2200 comunidades a lo largo y ancho del país.
De las 2054 BP registradas, 1700 funcionan todo el tiempo. Por la modernización digital que arrancó hace seis años, hay 754 bibliotecas incluidas en la red digital, de la mano del software libre de gestión, el digiBP 2010, que permite que los bibliotecarios estén comunicados y administren cada centro. “Este software de gestión es el mayor de Latinoamérica con unos 150 mil usuarios y un catálogo on line que permite la interconsulta sobre los préstamos de libros”, subraya Bianchi, gratamente sorprendida por encabezar la red de bibliotecas populares más grande de la región. La directora recuerda que la compra de libros en la Feria, una vieja demanda de los bibliotecarios, fue posible gracias al ex presidente Néstor Kirchner, que decidió apoyar a las BP desde la perspectiva de un movimiento social dedicado a la cultura. En 2005 la Conabip fue incluida en el Presupuesto nacional y consiguió duplicar su presupuesto, que entonces estaba integrado por un porcentaje de lo recaudado por la Lotería Nacional. Con del doble de partidas garantizadas, Bianchi puso en marcha el Programa Libro. “La mayor parte de las bibliotecas no tiene librerías donde comprar”, cuenta. “Hay bibliotecarios que salen de sus pueblos y vienen por primera vez a la Feria.”
El subsidio de 5.700.000 pesos cubre el traslado, alojamiento, alimentación y la adquisición de libros por un monto de 3000 pesos para cada bibliotecario. “Las editoriales descubrieron a las bibliotecas populares y mejoraron su oferta”, admite Bianchi. “Muchos creen que popular significa poco prestigioso, pero los bibliotecarios con su erudición les demostraron que no es así. El enciclopedismo escolar, que impuso siempre mirar al otro lado del océano y por arriba de nuestras cabezas, considera lo popular como algo ‘menor’. Lentamente, esta iniciativa de la compra masiva de libros, como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y tantas otras más, está permitiendo descubrir que hay mucha calidad en los espacios que no son tenidos en cuenta como productores de cultura.”
Bianchi destaca el conjunto de medidas que han transformado a las BP en un lugar no sólo de conexión con la lectura y la investigación, sino también de prestación de formación de derechos civiles. “Esta es una época bisagra –plantea la directora–. Salimos de la dictadura por errores bestiales de los dictadores y eso condicionó la percepción de nuestra democracia. Ahora estamos saliendo de una democracia ‘tutelar’; lo muestra el hecho de que las personas del mismo sexo se puedan casar. Lo mismo va a pasar con lo que llamamos cultura. Pronto no será necesario hablar de cultura popular. Cuando desterremos el prejuicio hacia lo diferente, lo popular se va a definir desde la propia cultura.”
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