Argentina será la invitada de honor en la próxima feria del libro de La Habana, que se realizará en febrero del 2007. Iroel Sánchez Espinosa, presidente del Instituto Cubano del Libro (ICL), está en Buenos Aires participando en charlas y reuniones con editores, husmeando un poco el paisaje cultural argentino. Pero también prepara, con el típico entusiasmo contagioso que irradian los cubanos, la organización de uno de los encuentros culturales más importantes de la isla, “una fiesta que recorre el país de un extremo al otro”, según la define uno de sus organizadores. Durante 32 días los cubanos se podrán la “celeste y blanca” y asistirán a las presentaciones de libros argentinos, a las mesas redondas, a los recitales de poesía y a los homenajes previstos a Julio Cortázar y a Rodolfo Walsh. Las editoriales argentinas tendrán una ubicación preferencial en la feria, principalmente aquellas que son independientes, sellos más bien pequeños y que editan a muchos autores que no son conocidos en las tierras de Fidel. “Queremos que el público cubano pueda entrar en contacto con la literatura argentina, principalmente con los autores más jóvenes que no se han difundido todavía allá”, señala Sánchez en la entrevista con Página/12.

“Sería una torpeza de mi parte anunciar o confirmar nombres de los escritores invitados, estamos recién empezando a contactarnos”, aclara Sánchez con suma prudencia. “Hay cariño y respeto recíproco entre cubanos y argentinos. Se puede ver cada vez que viene Silvio Rodríguez, o cuando estuvo Fidel”. El presidente del Instituto Cubano del Libro admite que existe un interés constante por la producción cultural argentina, que no sólo se focaliza en la literatura. El teatro, el cine y las artes plásticas de nuestro país también despiertan el interés de los cubanos. “Va a generar mucha expectativa en nuestro pueblo que sea Argentina el país homenajeado”, admite Sánchez.

–¿Por qué tanta expectativa?

–En Cuba hay un público lector formado a lo largo de muchos años que siempre estuvo interesado por la literatura argentina y por el nivel de su producción cultural. Sabemos lo que significó Cuba para los intelectuales argentinos, sobre todo en la década del ’60 y durante la dictadura, cuando recibimos a muchos de los exiliados argentinos. Se ha vivido una especie de quiebre de la lectura por el precio que tienen los libros en Cuba y por el peso cultural que se ha alcanzado en lo educacional, sobre todo con la inclusión de las universidades, que permite que cualquier lugar del país tenga acceso al libro. Incluso en las casas más humildes, las personas tienen libros y esto permite que la lectura sea un fenómeno masivo como no sucede en otros países. Nosotros tenemos sólo en las universidades medio millón de estudiantes universitarios y 800 mil profesionales ya graduados, sobre un total de once millones de cubanos. Al ser gratuita la bibliografía escolar, genera una demanda muy alta, pero además permite que todo libro que se compra se haga con placer.

–¿Cómo ve la relación política entre ambos países?

–Hay muchas cosas que unen a la Argentina y a Cuba. Tenemos que trabajar para consolidar todo eso que nos une y ser fieles a esa tradición fraternal entre nuestros pueblos. Hemos visto con mucha simpatía la propia posición soberana que el gobierno argentino tiene en muchos temas y eso nos satisface como cubanos y como latinoamericanos.

–Esa actitud soberana sería lo que une en una suerte de triángulo a Argentina, Venezuela y Cuba.

–Yo no me arriesgaría a hablar de un triángulo. Pero ahora sin duda, Argentina es un país soberano. Hoy la relación del imperio con Latinoamérica es diferente y, entre otras cosas, esto pasa por la posición que tiene la Argentina.