LO QUE DEJA LA PRIMERA TEMPORADA DE ALCATRAZ
El final de la primera temporada de la serie que cuenta el regreso de presos desaparecidos tiempo atrás permite dibujar una serie de analogías y nexos con Fringe, Lost y Person of Interest. O cómo Abrams diseña el universo, televisivamente hablando.
› Por Leonardo Ferri
Es mucho más frecuente referirse a una obra completa o conceptual cuando el marco de referencia es el cine o la música. Incluso se habla de trilogías si lo que se pretende relatar da para mucho más que una película o disco. Pero para el mundo de las series de televisión, tan dependiente del día a día que marcan las audiencias, la cosa es distinta: más allá del número de temporadas, no es común que una serie sea secuela o precuela de otra, o que la complete en lo que a su trama se refiere, salvo excepciones como Battlestar Galactica o V, Invasión Extraterrestre. Cuando en 2010 Lost llegó a su final, el spin-off (historia derivada) fue una de esas posibilidades que nunca llegó a confirmarse, tal vez por no ser el momento indicado, o porque su final tan esperado como agridulce no satisfizo a los fans; o quizá porque su creador, J. J. Abrams, ya tenía otras ideas en mente.
Lo cierto es que tres productos televisivos en pleno desarrollo y uno finalizado permiten arriesgar una teoría, y es que en todas esas fábulas van más allá de lo individual de cada propuesta: en conjunto no sólo permiten distinguir cada una de las obsesiones de su creador, sino también delinear un hilo conductor entre ellas. Persiste una sensación de continuidad, de desarrollo y perfeccionamiento de una historia global, aun tratándose de ficciones diferentes y no relacionadas argumentalmente entre sí. Existe también una premisa –implícita tal vez– de “esto es lo que se viene” o “así veo el futuro” que Abrams necesita imperiosamente contar, que además le funciona a la perfección como negocio. Es por ello que, de algún modo, puede decirse que Fringe mejora a Lost y que Alcatraz supera a Person of Interest, y que unas y otras son combinaciones de las mejores virtudes que cada una posee. La resignificación de la resignificación.
“Hace 50 años, Alcatraz cerró, pero lo cierto es que sus reclusos desaparecieron, y ahora empezaron a volver”, sintentiza Abrams sobre la serie que mañana a las 22 cerrará su primera temporada con un capítulo doble, por Warner Channel. “Los flashbacks muestran qué pasaba en aquel tiempo, pero también hay una historia contada en el presente”, agrega, y logra que sus palabras suenen atemporales. La premisa de J. J. –repetitiva, pero atrapante a la vez– es plantear misterios y situaciones en las que nada es lo que parece, e ir resolviéndolos con el correr de los episodios. Si bien con Lost esa mecánica no tuvo los mejores resultados hacia el final, el método fue mejorado con Fringe y perfeccionado con Alcatraz. En el medio, Person of Interest sirve como ensayo para el policial (muy presente en esta historia de carcelarios, delincuentes y asesinos) y para hacer foco en otro de los tópicos preferidos de Abrams: la mirada del otro, que controla y vigila todo el tiempo.
Además de esa versión basada en el Gran Hermano original (el de 1984, no el reality de televisión), el obsesionario actual de J. J. incluye aquellos elementos que hicieron que Lost fuera una novedad y un fenómeno web sin precedentes, pero reformulados. Y más allá de los componentes obvios (las islas, los experimentos científicos, la atracción/rechazo por lo desconocido y que una persona misteriosa sea la que mueva los hilos y saque soluciones de la galera), los temas que siguen siendo compulsivos para el autor son el aislamiento y cómo actúa el hombre en la soledad; la presencia de un poder superior que todo lo vigila; el destino fijo en contraposición a un futuro que se construye con el tiempo y la idea de que la ciencia avanza mucho más rápido de lo que cualquiera pueda suponer y asimilar.
Como un mix de George Orwell con Michel Foucault y J. Edgar Hoover con Fox Mulder –y con el espíritu lúdico de las historias de ciencia ficción y de sus maestros Steven Spielberg, Richard Donner y Robert Zemekis– J. J. Abrams construye su propia obra global, que va más allá de los nombres de sus series, los ratings que logren y los finales que tengan. Al igual que en Fringe, Person of Interest o Alcatraz (que pueden verse como capítulos por separado o como partes de un todo más complejo), J. J. construye su propio relato: el de sus obsesiones e inquietudes.
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