CRISTINA BANEGAS INTERPRETA A JUAN GELMAN
Las palabras y la vida
En el espectáculo que presenta en la Biblioteca Nacional, la actriz le pone la voz y el cuerpo a “País que fue será”.
La comunión resulta perfecta: la voz de Cristina Banegas establece un puente afectivo con País que fue será de Juan Gelman, “conecta” los dolores de las peores pérdidas con juegos y desvaríos que desconciertan. Antes de empezar la lectura de los poemas, la actriz dedica el espectáculo a la memoria de María Claudia Irureta Goyena, la nuera del poeta, cuyos restos están siendo buscados por un equipo de antropólogos forenses en Uruguay. “Juicio y castigo a los culpables”, dice. Hoy a las 19, en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, ella reconstruirá, nuevamente, ese puente entre el autor de los versos y los espectadores. Acompañada por Claudio Peña en violoncello, Banegas se entrega a una ceremonia que apenas empieza se transforma en otra cosa. No lee ni recita, aunque parezca. Hace “como si”, y simplemente interpreta, reescribe con su voz y con su cuerpo las palabras con las que Gelman explora, o trata de nombrar, el tiempo, la muerte, el destierro y la memoria.
A esos sabores macerados por un tono rioplatense, que coquetean con los límites del lenguaje, Banegas les añade nuevos registros. La actriz prolonga las vocales o las consonantes que devienen en el sonido del mar o del viento en una voz que se resquebraja ante la espantosa certeza de que lo que impera en este mundo es el crimen como política oficial del planeta. La actriz ajusta la sintonía de complicidad, modula la frecuencia de la intimidad necesaria para la materia del poema y consigue que esa escritura de Gelman opere en la oralidad a modo de un diálogo lírico con el presente del país amado por el poeta, con la muerte que allá o acá “cruza la noche y apaga rostros”. Nada más acertado que “juntar” al gran poeta con la gran actriz para transitar uno de los caminos principales que propone País que fue será: el ser y el sentir. “El pasado es egoísta, un beso muerto se burla de mí”, rezan los dos primeros versos de Creencias; “la memoria es una cajita que revuelvo sin solución”, señala en Desaparecidos; “¿A quién le matan los plurales donde había una casa, un resplandor y el pasado llegaba más tarde?”, pregunta el poeta en Insistencias, “¿Y qué es lo real cuando el significado del dolor es un dolor más?”.
Sólo Gelman, que hace y deshace los modos de percibir la lengua como un gato que tira de un ovillo de lana, puede condensar el sufrimiento, la ironía y la ingenuidad amarga en esos versos de Vejeces en los que señala: “Esta herida se lee a sí misma a la sombra de un recuerdito”, o cuando se interroga, siempre con ese diminutivo que lo diferencia, “¿quién canta ahora mismito en un recuerdo sitiado?”. Sólo Banegas, que conoce los yeites de su oficio, que sabe ponerse en el lugar del otro, afronta los mecanismos por los cuales la rabia resulta imposible de contener. Uno de los momentos más dramáticos en la interpretación de la actriz sucede en el final de Cartas, cuando la indignación confluye en una pregunta desgarradora, en un grito que atraviesa el silencio sobrecogedor que reina en la sala: “¿A dónde vas, furia, con cartas que nadie lee?”. Sólo el poeta, en cierto modo inimputable, puede permitirse ironizar y opinar a la hora de sentar posiciones sobre la poesía que escriben sus contemporáneos: “Me harta la poesía de hoy, ojalá fuera de ayer o de mañana”.
En tiempos tan antipoéticos el poeta eleva su voz para alertar que “convierten al mundo en un hospital”, que “la desmemoria saca monstruos al sol”, que “hoy se murió un niño de seis semanas”, que “cuando el dolor se parece a un país, se parece a mi país”. El violoncello de Peña se potencia entre los poemas, “ambienta” el dolor y la esperanza que destilan los versos en boca de la actriz. Durante una hora, Banegas acerca al poeta, lo pone en el escenario del auditorio Borges para sacudir las conciencias de los espectadores. Los poemas de País que fue será son poemas con sangre, escritos e interpretados con pasión. ¿Quién mejor que un poeta para “leer” y descifrar la realidad? ¿Quién mejor que una actriz como Banegas para representar esa realidad en la que nos sumerge siempre la poesía de Gelman?