Fue uno de los actores españoles contemporáneos más destacados y ha dejado un legado en el cine, el teatro y la televisión. Sancho Gracia, fallecido ayer a los 75 años como consecuencia de un cáncer, fue un actor que aprendió tanto arriba como debajo del escenario. Amaba la vida, era bohemio, pero sobre todo un ferviente antifascista, con una manera de pensar que defendió hasta su muerte.

En Uruguay –donde vivió hasta 1964, cuando falleció su padre, que se había exiliado junto a su familia por su oposición al franquismo– tuvo diversos trabajos y se hizo actor casi por casualidad: leyó en un diario un aviso en el que pedían artistas. Y se presentó. Allí conoció a la gran actriz española y republicana Margarita Xirgu, quien le enseñó los secretos de una buena actuación. Convertido en su discípulo, luego de estudiar tres años trabajó en obras clásicas como Bodas de sangre, de García Lorca, y El sueño de una noche de verano, de Shakespeare.

Gracias a su personalidad, no tardó en seducir a productores y directores y participó, entonces, en el cine de los más variados géneros: desde películas de acción hasta comedias, del spaghetti-western a los films de aventuras. Su carrera como actor de cine comenzó en 1962, cuando trabajó en Pampa salvaje, del argentino Hugo Fregonese, y luego fue convocado por directores como Tom Gries, Juan Antonio Bardem, Enrique Urbizu, Vicente Aranda, Fernando Guillén Cuervo, José Luis Cuerda y el gran cineasta argentino Adolfo Aristarain (Martin (Hache)). Pero además de la larga lista, siempre se dijo que fue el actor fetiche de Alex de la Iglesia: bajo sus órdenes actuó en La comunidad, La habitación del niño, Muertos de risa, 800 balas –por la que estuvo nominado al Premio Goya– y en la más reciente Balada triste de trompeta, que fue su última aparición en el cine junto a Entrelobos, de Gerardo Olivares. También tuvo una experiencia como director en Huidos, donde además participó como actor y productor. Si bien triunfó en el cine y en el teatro, Sancho Gracia será siempre recordado en España por dar vida, en los años ’70, al bandolero ibérico más popular: Curro Jiménez. En España todavía recuerdan la serie Los camioneros (1973). Posteriormente fue el protagonista de La máscara negra (1980) y en 1982 encarnó a Juan Martín Díez “El Empecinado”, héroe de la Guerra de la Independencia Española, en la coproducción hispano-francesa Los desastres de la guerra, a las órdenes de Mario Camus. Desde enero de 1991 era agregado cultural honorario de Uruguay en España.