CHICOS “LA FILA”, DIRIGIDO POR ENRIQUE FEDERMAN
› Por S. F.
La escena es tan cotidiana como sencilla: tres personajes que hacen la cola en una ventanilla, tres actores que se transforman en una bruja, un rockero, un hada descontenta, una abuela apurada, una soñadora que fabrica estrellas. En ese espacio, al principio vacío, con sólo un banco para sentarse, todo puede suceder. Al fin y al cabo, los chicos no necesitan mucho más que el famoso “como si”. Nada de parafernalia multicolor ni música al palo ni escenografía móvil y apabullante. Esta es la propuesta estética minimalista de La fila, espectáculo infantil escrito por Silvina Reinaudi, con música original de Carlos Gianni y dirección de Enrique Federman, que se estrenó ayer en el centro Cultural Borges (Viamonte esquina San Martín). “Hago un teatro artesanal que lo definiría como tracción a sangre”, cuenta Federman en la entrevista con Página/12. “Como me gusta trabajar con la ilusión, prefiero que el artificio no se note.”
“La obra empieza sosteniendo que los personajes están haciendo una fila y concluye desarmando una serie de aspectos que son bastantes más serios –dice Reinaudi–. En realidad, se puede cambiar el orden de la fila, y el último terminará siendo el primero.” Claro que esto no implica que La fila (interpretada por la compañía Mumú Lavac, integrada por los actores Denise Co-
tton, Mariela Cantor y Javier Zain) pretenda hacer pedagogía o busque transmitir un mensaje. Al contrario, siempre en la cuerda de un humor disparatado y absurdo, “se va dando sutilmente un trabajo con la sorpresa y con la ruptura de estereotipos”, aclara la autora y también titiritera, recordada por Huevito de ida y vuelta y Sietevidas, la vuelta del gato. Gianni señala que “uno siempre tiene un chico adentro” a la hora de pensar cuál sería la mejor música para una obra infantil con una estética minimalista. “Lo importante es encontrar el lenguaje que convoque la imaginación de los chicos, que es muy elástica y fructífera si la comparamos con la pobreza que prevalece en los adultos. Pero a veces se les ofrece todo hecho para que consuman rápido y más. Nosotros, en un sentido, estamos casi en el polo opuesto: no les regalamos nada”, opina el músico y docente.
Aunque están acostumbrados a meterse en el mundo de los chicos, desde la escritura, la música o la dirección, intuyen que los cambios tecnológicos pueden ser vistos como un obstáculo para un teatro que se sustenta en lo artesanal, en esa “tracción a sangre” que define el estilo de Federman como director, ya sea en puestas para adultos (No me dejes así, Perras y Doctor Peuser, entre otras) o en espectáculos infantiles. Y sin embargo, parecería que la esencia del niño no puede ser corrompida ni por Internet ni por la televisión. “Con lo mínimo se puede ilusionar a los chicos”, asegura Federman. “Mi hija de cuatro años me pide: ‘hagamos tal cosa jugando’. La primera que plantea la convención es ella, porque para un chico es mucho más fácil entrar en el juego, en el como si, que para un adulto.” Reinaudi cree que la cuestión no reside tanto en el hecho de cómo conseguir atrapar y mantener la atención de los chicos, sino en “cómo te acercás a ellos, si lo hacés con buena o mala fe”. Gianni apunta hacia el público al que se dirigen. “Pensamos en un chico sensible que tiene una percepción de la realidad muy concreta –explica–. Por eso en el momento de elegir, preferimos que transformen un palito de madera en un avión, y no que se entretengan con un juguete comprado en Miami. Apelamos a la imaginación y a la capacidad creadora de los chicos.”
* La fila se presenta todos los domingos de junio a las 16, y los primeros domingos de julio a las 15.30. En vacaciones de invierno habrá funciones diarias a las 15.30.
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