MARTIN HADIS Y SU LIBRO “EXCENTRICOS Y LITERATOS”
En una investigación de más de quinientas páginas, Hadis rastrea datos oscuros sobre el árbol genealógico del escritor.
Hay un enigma detrás de la belleza. Pero el hecho estético no es el único refugio para el misterio. Al arte lo escoltan otras incógnitas, que muchas veces aumentan la fascinación por lo admirado. Así sucede con la obra de Jorge Luis Borges: hasta hace poco, buena parte de lo que se conocía sobre su vida estaba cubierto por una niebla que los años hacían cada vez más densa. “Pero si uno miraba con cuidado, percibía que en la versión ‘oficial’ quedaban hilos colgando”, cuenta Martín Hadis, que acaba de publicar Excéntricos y literatos. Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges (Sudamericana). La investigación de más de quinientas páginas se basa en preguntas que, por sonar obvias, eran desestimadas por muchos: ¿Quién era Borges? ¿De dónde venía? ¿Qué lo acercó al arte? “Usualmente se dice que en su casa se hablaba mucho inglés, que su madre era posesiva, que su padre publicó una novela en Palma de Mallorca. Todo eso me hace acordar a un profesor de química que tuve”, dice Hadis. “Siempre nos repetía que ‘ninguna ciencia resiste más de tres por qué’. Este es otro caso en el que la versión más difundida no resiste más de tres ‘por qué’.”
Martín Hadis es licenciado en Sistemas y Master en Tecnología de Medios, con diploma del Media Laboratory del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Pero sus pasiones no se agotan ahí. Estudió literaturas germánicas y filología en Harvard, y sus áreas de interés van desde el diseño de interfaces a la lingüística, pasando por la inteligencia artificial. Y Borges. Cuando quiso averiguar los motivos que contribuyeron a engendrar semejante pluma, lo que encontró le supo a poco. “Es mucha la gente que tiene un padre lector y una madre de linaje militar... y no son Borges. Eso no explicaba nada”, evalúa ahora, después de haber encontrado algunas respuestas. “Pero atención. En la autobiografía que dictó a Norman Thomas Di Giovanni, Jorge Luis había dicho que cuando su padre Jorge Guillermo Borges (1874-1938) quedó ciego, él había tenido la certeza de que le correspondería cumplir el destino literario negado a su progenitor. Acá aparece una palabra. Y esa palabra es mandato”, advierte.
El dato a despejar estaba relacionado entonces con el origen de esa “misión”. ¿Quién había tejido ese futuro para Jorge Luis? El analista tiene su versión. “Alguien quiso primero que el padre de Borges fuera escritor. Había que ver de dónde había salido eso. Era el principio de un rastreo que me tomó cinco años”, rememora cuidando las palabras, como haría el personaje más ambiguo de una novela de suspenso.
–¿Qué otras pistas lo guiaron para arrancar?
–En una entrevista, Borges había dicho que su padre tenía “una biblioteca de libros ingleses, porque su madre era inglesa”, y en el epílogo de Historia de la noche había agregado que esa biblioteca había sido “el hecho capital de su vida”. Según su relato, Frances Anne Haslam (18421935), madre de Jorge Guillermo Borges, era muy lectora y nunca había aprendido bien el español. Si tenemos en cuenta que Jorge Guillermo había nacido en 1874, justo en el año de la muerte en combate de su padre, el coronel Francisco Borges Lafinur, ¿qué encontramos? Que Jorge Guillermo fue criado casi en solitario por Frances, quien lo influyó para que se acercara a las letras. Comprendí la magnitud de esta influencia cuando una profesora estadounidense me confesó que, en una de sus visitas a Estados Unidos, Jorge Luis le había dicho que su abuela era quien le había enseñado los primeros versos del Beowulf. Y acá la cosa se complica todavía más, porque el Beowulf no sólo es un poema épico que tiene siglos, sino que además está en lengua antigua. En suma, la clave estaba en saber de dónde venía Frances Haslam, esa mujer que hasta ahora había permanecido en las sombras.
–Usted se planteó todo esto en el año 2000. En ese momento empezó un recorrido por archivos, centros de documentación, librerías...
–Fue detectivesco. Un trabajo genealógico, histórico y literario en el que usé aspectos de mi doble formación. Consulté a militares, lingüistas y genealogistas de varios países. Hasta contraté un traductor de húngaro. De a poco, encontré que esa especie de fiebre por los libros tenía que ver, entre otras cosas, con el movimiento metodista, al que pertenecía la familia Haslam. Me contacté con el metodismo, un desprendimiento de la iglesia anglicana que se caracteriza por la vida ordenada que propone. Tuve que cruzar testamentos que habían permanecido guardados por siglos... y otras veces me despertaba a las tres de la mañana con una idea. Fue un álgebra en la que realmente puse todos los recursos con los que contaba. Y por suerte mucha gente me ayudó.
La pesquisa superó lo que el propio Borges sabía acerca de sus orígenes. El creador de “El jardín de los senderos que se bifurcan” no podía remontarse mucho más allá de la historia de sus abuelos. Estaba seguro, eso sí, de que su abuela Frances había nacido en un pueblo llamado Hanley. Creía que su bisabuelo Edward Young Haslam había nacido en Northumberland, y tenía la sospecha de que su tatarabuelo, de nombre William Haslam, había sido pastor metodista. A partir de esa información empezaron a develarse algunas cosas. “Encontré el certificado de nacimiento de Frances en un archivo, y poco después me llevé una tremenda sorpresa cuando comprobé que Borges estaba equivocado, porque no tenía orígenes remotos en el extremo norte de Inglaterra, sino más al sur. En Northumberland había estado su bisabuelo Edward Young Haslam (1808-1878), pero después la familia se había mudado”, comenta Hadis, que también tiene gotas de sangre británica.
–¿Y hasta dónde llegó en ese viaje al pasado?
–Encontré registros de este William Haslam (1768-1839), oriundo de una población cercana a Manchester que se llama Bolton. Fue un granjero incorporado al metodismo, que a partir de la lectura inició una tradición intelectual que heredaron sus descendientes. Cuando en unos archivos metodistas me dejaron leer su obituario me quedé helado. Decía: “A pesar de verse rodeado de dificultades y sufriendo mucho por la pérdida de su vista –que se prolongó durante varios años–, se dedicó con ahínco a mejorar su mente coleccionando libros teológicos”. Encontré, por otro lado, que había sido predicador itinerante durante más de tres décadas. Pero él fue uno más entre otros seres interesantes que aparecieron. En ciertas partes del texto, incluso, se habla de fantasmas.
A partir de citas comprobables, Literatos y excéntricos propone una reconstrucción minuciosa de una rama que termina en el Borges más famoso. Las afirmaciones están documentadas y abundan las referencias archivísticas y bibliográficas. “Los estudios demuestran que Frances descendía de un numeroso clan en el que confluyeron un coleccionista de cráneos, un estudioso de la demencia, predicadores y poetas. Ni uno solo de todos esos hogares estaba alejado de los libros”, dice el autor. En efecto, la obra pretende “estudiar a Borges como un fenómeno cultural; como un punto brillante en una serie de reflejos infinitos que se dan a partir de dos espejos”. Esos espejos son, por supuesto, la lengua inglesa y su par castellana.
Informe: Facundo García
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