El cantautor madrileño Patxi Andión se presentó el sábado frente a la sala llena de la Sociedad Hebraica Argentina, tras 43 años de ausencia de la Argentina, lapso que le proveyó un público fiel que lo acompañó con voz susurrante y melancólica. Censurado por la España franquista y amante de la causa vasca, este sociólogo, actor de cine y teatro, escritor y por sobre todo trovador de su época, abrió el recital con viejos clásicos entonándolos como quien se acerca tanteando la memoria de los presentes. Como en los versos de su canción “Habría que saberlo” y tan sólo en compañía de su guitarra y esa voz espesa que lo caracteriza, Patxi cantó su trovadoresca melopea, una poética que nunca apuntó, como Serrat y algunos otros, a la metáfora social sino a historias simples y verdaderas y reflexiones existenciales poco digeribles para los amantes del entretenimiento y la dispersión. Lo amoroso de “Compañera”, “Samaritana” y “Canción de amor” se fundió en la candorosa épica de “El maestro” –ovacionada– y en una canción que declaró no cantar desde el año ’72, “Mi padre”, que arrancó el fervor de más de uno, como también despertó la sonrisa cómplice con “Nos pasarán la cuenta”. Con la lírica de “Con toda la mar detrás” robó más de una lágrima a quien nunca olvidó que navegar es preciso, que vivir no es preciso. Y no obvió otro de sus amores: el euskera, el idioma vasco que tanto intentó Franco silenciar inútilmente y que hoy gana terreno en el mundo gracias a una generación de novelistas euskaldunes: Andión lo hizo a través de los versos del mítico poeta y trovador José María Iparraguirre. Cerró la noche nutrido del afecto de los locales, que no dudaron en cantar junto a él “Rogelio”, tras varios bises que templaron a la entusiasmada concurrencia.
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