PAPANDO MOSCAS
La banda sigue mostrando su notable cóctel rockero, que seduce a grandes y chicos con un código marcado por el humor y el desprejuicio.
› Por Sebastián Ackerman
Papando Moscas asume un recorrido por diversos géneros (rock’n’roll, ska, candombe, funk, balada y pop, entre otros). Si no fuera por las letras, extrañaría ver a tantos chicos en sus recitales. Es que el suyo es un espectáculo pensado para pibes: alrededor de la música tocada en vivo se van planteando distintas situaciones, disparatadas y graciosas, en las que los personajes de la historia cuentan, en clave de humor, lo que los chicos tienen para decir. “Rescatamos un código propio de la convivencia, de estar con pibes todos los días y encontrar un código común con ellos, y evitamos por todos los medios la cuestión aniñada y diminutiva con la que se los suele tratar. El código funciona a través del humor: muchas de nuestras canciones tienen que ver con desdramatizar situaciones de conflicto que se podrían generar en la convivencia entre los chicos y los adultos y entre los chicos mismos”, explica a Página/12 Gustavo Libedinsky. Junto a Mabel Salerno, Pablo Zagare, Pitu Cimino, Nicolás Cotton y Leandro Baltaian, despuntan su vicio rockero en paralelo a su trabajo docente y presentan su último CD, Cabeza de chorlito, todos los días hasta el 6 de agosto a las 16.15 en El Condado (Niceto Vega 5542).
“A nosotros nos gusta el rock –cuenta Zagare–, somos gente de una generación que escucha y toca eso. Salvo por las canciones estrictamente pedagógicas, los chicos escuchan lo que hay en la radio y lo que ponen en sus casas, no otra cosa. Nosotros tratamos no de tocar para los chicos, sino de tocar la música que nos gusta, con temáticas, desde las letras, infantiles.” Pitu, en tanto, afirma que lo que hacen es “conjugar todo lo que nos gusta: el amor por el rock, nuestro trabajo con chicos en la escuela y los talleres de música, y también despuntamos el vicio de hacer reír, de la payasada, de disfrazarnos. El espectáculo es todo eso: las canciones más personajes, situaciones, gags”. Y lo demuestran sobre el escenario, donde con la excusa de un concurso de rock un colchón vivo intentará hacer dormir a un chico con insomnio o donde quedará demostrado que el primer hombre en pisar la Luna fue... un argentino.
Trabajar para un público infantil, afirman, es una apuesta fuerte, porque no existe el disimulo o la tolerancia en los más bajitos. “Es el público más honesto y desprejuiciado que existe –arriesga Libedinsky–. Si a un pibe al tercer acorde no le gustó, no lo convence o no te cree, se da media vuelta y se va. No hay ninguna impostura.” Dice también que cuando el pibe se “prende” con lo que ve “es una energía que nos alimenta mucho. Por suerte, hasta ahora la respuesta siempre fue muy buena. Ya sea desde una mirada, un pibe que está atento de punta a punta del show, el hecho de que bailen o sepan algún tema y lo canten. Porque una de nuestras consignas es no dar consignas en los shows. Evitamos todas las bajadas de línea a través de las cuales se incite a determinado tipo de reacción”. Además, por su trabajo docente (los seis dan clases, en escuelas, talleres de música o particulares) ya tienen estudiado el comportamiento infantil: “Esa misma franqueza que tienen como público la tienen también en otros lugares. El chico es como es. El quilombero es quilombero en todos lados y el que es más tranquilo por ahí pasa más desapercibido”, dice Zagare.
Los espectáculos de Papando Moscas no son sólo para chicos, porque, están convencidos, los padres tienen que disfrutar tanto como los hijos. Incluso, ellos mismos podrían ser los padres de los chicos que van a sus recitales. “No sabemos a quiénes les gusta más nuestro espectáculo, si a los chicos o a los padres. Para nosotros es muy gratificante, porque nuestro público es realmente la familia; no es que vienen los chicos porque los traen los padres. Nosotros vemos, y es lo que se suele dar, que terminan disfrutando por igual. Para nosotros es una especie de ritual lo que se genera en la platea: las generaciones están disfrutando por igual junto con nosotros lo que se da en el show”, dice Libedinsky y confiesa que la banda tiene un “ritual”: grabar un cover (con el que cierran cadashow) por disco. Pero no uno cualquiera. “Es como una suerte de cábala: en el primero hicimos ‘La reina de la canción’, en el segundo ‘El extraño de pelo largo’ y en el que sale ahora hacemos ‘Lunes por la madrugada’. Nos gusta rescatar canciones de nuestra infancia y adolescencia, trasmitírselas a los pibes, porque es una forma de introducirlos en el rock nacional. Además, une a padres e hijos. Empiezan a compartir el placer, la transmisión de las músicas que nos criaron a nosotros, a nuestra generación, y está bueno que puedan compartir eso”; Pitu afirma que “los padres son los primeros que reconocen las canciones, cuando empiezan a sonar los acordes, y salen a bailar y contagian a los demás.”
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux