LA ACTRIZ MARIANA BRISKI FALLECIó AYER A LOS 48 AñOS
Reconocida por su comicidad, participó en diversos ciclos de televisión, pero también hizo cine, radio y teatro.
› Por Paula Sabatés
Se fue una de las actrices más queridas de una generación. Tras una ardua batalla contra un cáncer que la persiguió durante una década, la entrañable Mariana Briski falleció ayer a los 48 años. Reconocida principalmente por sus participaciones en televisión (estuvo en varios de los ciclos más famosos de fines de los ’80 y la década del ’90), también hizo cine, radio y teatro, donde debutó cuando era aún una adolescente. El viernes pasado, de hecho, tuvo su última función en el espectáculo de humor Cómicas, en el que la actriz compartía escenario con Coral Gabalio, Carolina Molini y Marina Castillo. La obra estaba en cartel y se iba a ver todos los viernes de agosto en un teatro de Palermo. Luego de una función de esa obra, Briski dejó en claro cuánto le gustaba su profesión. “Qué lindo es ser cómica”, expresó en su cuenta de Facebook quien también se declaraba una amante de tener tiempo libre para ella y su familia, conformada por su pareja, Hernán Ventura, y su hijo Pedro, de catorce años.
De familia de artistas –el más reconocido es su tío Norman, pero también tuvo abuelos y tatarabuelos cantantes y actores–, Briski nació en 1965 en Córdoba capital. Esa ciudad, en la que vivió hasta que terminó la secundaria, fue testigo de su debut actoral. Fue en Pino verde, obra de José Pedroni, con la que se presentó a un festival intercolegial. Convencida de que ésa era su vocación, una vez que obtuvo su título secundario se trasladó a Buenos Aires para estudiar la carrera de Formación del actor en la Escuela Municipal de Arte Dramático.
Como muchos actores de su generación, su carrera comenzó en el under. Durante la época en la que estudió actuación, tuvo participaciones en números de café concert y algunas piezas teatrales, entre ellas Elecciones generales, dirigida por su tío. Pero fue en el desopilante grupo Las Barbies, que conformaba con su colega Sandra Monteagudo, donde la también directora, guionista y productora fue encontrando su sello. Durante las presentaciones del dúo en los oscuros rincones del Parakultural, la actriz descubrió dos capacidades que marcarían su carrera: la de hacer reír y la de concebir todo tipo de personajes. En ese circuito conoció a actores como Alfredo Casero, Diego Capusotto y Mex Urtizberea, con quienes luego daría los primeros pasos de una extensa carrera.
Fue allí, en ese medio del que alguna vez renegó (“En la tele, uno es parte de un todo que funciona autónomamente y yo soy demasiado controladora. Tengo la cabeza chipeada de la autogestión”, dijo a Página/12 hace unos años), que Briski se hizo más conocida. Saltó a la fama con De la cabeza, ciclo de humor absurdo y corrosivo que estaba a cargo de aquellos grandes del under de los ’80, y luego llegó Cha cha cha, programa para el cual la actriz creó personajes que siguió haciendo siempre que montaba algún espectáculo de humor. Después vinieron Magazine for fai, donde se desempeñó como directora de actores (ése sería un trabajo que haría en más de una oportunidad), y Resumiendo, uno de los tantos programas de los hermanos Korol.
En 1997, un año después de protagonizar la obra Diez minutos para enamorarse, en la que fue dirigida por Alberto Ure, Briski revivió la dupla creativa con Monteagudo, pero esta vez para televisión: así llegó a El show de VideoMatch, donde durante dos años haría distintos sketches, como el de los recordados raperos Sandra y Esteban. “Hacer humor en VideoMatch no era lo mismo que hacerlo en un café concert. Había bajadas lógicas sobre lo que se hacía y lo que no. De todas formas, yo interpreto el humor de una sola manera: cuando en VideoMatch hacía las modelos, también estaba hablando del mundo”, reflexionó sobre esa experiencia. Briski también participó de Primicias, Poné a Francella, y las novelas Resistiré, Chiquititas y Los secretos de papá, entre otros programas.
Si bien en 2009 le dijo a este diario que le gustaría hacer otro tipo de papeles, no siempre tan cómicos, nunca pudo desprenderse de la risa. “El humor no es un lenguaje que se enseñe, no existe una metodología para ser cómico. Existen entrenamientos y una decisión de seguir ese lenguaje por identificación. No todo el mundo puede ser gracioso. El humor tiene que ver con la identificación. A mí el francés me encanta, pero no me cae bien. En cambio, el humor es un lenguaje que me sienta bien para poder contar cosas sobre la realidad”, dijo. Briski también impartió numerosos talleres de comicidad, en el que se formaron varios actores jóvenes que ayer le desearon “buen viaje” por las redes sociales.
Hace dos años, luego de que el cáncer de mama hiciera una metástasis pulmonar, la actriz grabó un mensaje en video para sus seguidores y para quienes estuvieran pasando por su misma situación. En él aseguró que estaba “en pleno tratamiento”, que los resultados estaban dando “muy bien”, y dijo que esperaba que la próxima vez la vieran con un vaso de alcohol en la mano para brindar con todos los que la estuvieran escuchando. “Cuando nos ponemos en la vida con situaciones como ésta, un resultado, una enfermedad, un tratamiento, no estamos muy acostumbrados. Pero tampoco estamos acostumbrados a pensar en que esto es un proceso, que tiene lindos resultados y que entre esos lindos resultados está esto: estar en este momento sentada hablando con ustedes [...]. Falta, ya sé que falta, pero la bikini con la tanga y el doctor al lado y las plumas las voy a tener”, se rió en esa oportunidad la actriz, que, fiel a su estilo, nunca perdió la energía y el buen humor con el que seguramente se la recordará.
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