Sáb 06.09.2014
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JOAQUíN SABINA PRESENTó LA GIRA 500 NOCHES PARA UNA CRISIS EN BUENOS AIRES

Muchos Luna para revisitar “el” disco

El cantautor de Ubeda dedica este tour a repasar 19 días y 500 noches, editado hace quince años, porque sintió que las canciones “seguían sintiéndose vivas”. En el Luna Park, el público lo recibió con devoción, en un crescendo constante.

› Por Karina Micheletto

Tan de local como hace rato, y con siete de los diez Luna Park que dará en Buenos Aires con entradas ya agotadas (la gira argentina abarcará también funciones en Córdoba, Rosario y Mendoza), Joaquín Sabina comenzó a mostrar lo que trae esta vez para ofrecer: una revisita a los temas de su disco más famoso, 19 días y 500 noches, editado quince años atrás, a los que se suman otros grandes éxitos de todas las épocas. Una combinación que no puede fallar y que el público, entregado a esa forma de devoción que propician los conciertos, supo agradecer tanto de entusiasta coro colectivo como de ganas de sacar fotos.

Así es como, apenas se apagan las luces y comienzan a sonar los primeros acordes de “Y ahora que...”, el revoleo de gritos, teamos, manos en alto y celulares listos para el click se hace notar. Y es posible preguntarse cómo avanzará la noche en el crescendo, si éste es el botón de muestra del comienzo. Es que el fervor no conoce de matices, y así se comprueba cuando el cantautor de Ubeda sigue con el muy conocido tema que da nombre al disco que ahora rescata, y luego con la un poco menos conocida “Barbi Superstar”, y luego con el archiconocido “Una canción para la Magdalena”, y luego con la conocida demagogia de “Dieguitos y Mafaldas”, y así.

“Qué gusto estar otra vez en casa”, saluda el anfitrión, y el marco parece darle la razón. 500 noches para una crisis es el nombre del concierto con el que Sabina llega ahora solo a una gira por Sudamérica, después de haberlo hecho en compañía de Joan Manuel Serrat. “Nunca había hecho un concierto con un disco entero. Pero volví a escucharlo en casa, cosa que no suelo hacer, porque en mi casa se escucha buena música, y encontré que al 90 por ciento de las canciones seguía sintiéndolas vivas. Aquí las traigo, con la esperanza de que a ustedes les pase algo parecido”, explicó.

Sabina supo encontrar un soporte fuerte en una banda que lo acompaña desde hace años, con laderos como Pancho Varona, Antonio García de Diego y Jaime Asúa, que tuvieron sus momentos de lucimiento personal. También Mara Barros, tan destacada en la voz –incluido su momento solista con una flamenca versión de “La canción de las noches perdidas”– como en su aporte escénico, más Pedro Barceló en la batería y Josemi Sagaste en vientos y acordeón. En estas presentaciones, además, se destacan la marca plástica presentada desde las pantallas, ya que los “garabatos” que Sabina contó que hace en las giras –y que ya están publicados en libros– resultan dibujos que transmiten bien su estética y la de sus canciones, y son tomados con detalles de animación para aportar ese marco al show.

Tres recordatorios especiales ocuparon la pantalla con fotos y dedicatorias de Sabina. El primero, a su amigo Juan Gelman (en el primero de los conciertos, el miércoles pasado, Mara La Madrid, esposa del poeta, estuvo invitada especialmente). Sabina relató cómo fue el último encuentro entre ambos (“me invitó a su casa y trajo una botella de tequila, y luego otra, y comprendí que se estaba despidiendo”), y recordó aquel poema que el poeta le entregó (“Verdad es”), “un poema feroz sobre la muerte”. Gustavo Cerati, así despedido en el día de su muerte, fue otro de los que inesperadamente ocupó la pantalla. Más adelante fue esa foto de Estela de Carlotto y su nieto Ignacio Guido Montoya Carlotto, abrazados, sonrientes, la que ocupó la pantalla, y Sabina comparó la alegría de ese abrazo con la que significó el encuentro de Gelman con su nieta Macarena, dando por sentado que la noticia que cruzó el Atlántico y el mundo todo era suficientemente conocida por el público local. Bien ubicadas entre las plateas más caras, un grupo de cuarentonas en salida de solteras preguntaba, sin embargo, quiénes eran los de la foto. Y así, lo que deja claro este tipo de menciones sobre un escenario es la capacidad que tiene un artista masivo –en el caso de Sabina, en constante ampliación hacia otro target de público– de servir de vehículo privilegiado para hacer llegar determinados mensajes.

La participación de la cantante israelí Noa, haciendo junto a Sabina un tema que compuso para este momento, y que el cantautor tradujo “en una versión libre al castellano”, y otro, ya sola, de la tradición judía, marcó otro de los mensajes posibles. “Hay conflictos atroces, que resultan complejísimos de entender. Yo estoy contra la guerra y estoy con los palestinos, pero desde luego no estoy ni estaré nunca contra los judíos”, marcó Sabina. Fueron casi tres horas de show que abarcaron, además de estos mensajes, todas las canciones más conocidas de Joaquín Sabina, con aquellas que compuso “en la crisis de los ’50” como punto de partida. Una crisis que sigue mostrando sus canciones.

7 - 500 noches para una crisis

Recital de Joaquín Sabina.

Músicos: Pancho Varona (bajo, guitarra y voz), Antonio García de Diego (guitarras, teclado, armónica y voz), Jaime Asúa (guitarras y voz), Pedro Barceló (batería), Mara Barros (voz), Josemi Sagaste (saxo, flauta, clarinete, teclado, acordeón y percusión).

Fecha: jueves 4 de septiembre. Repite 9, 11, 12, 20, 21, 23, 24 y 27 de septiembre.

Lugar: Luna Park.

Público: 7000 personas.

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