Dom 20.08.2006
espectaculos

Las célebres imágenes de la guerra

- El niño gris: rescatado del interior de un edificio bombardeado, en el Líbano, se ve en esta foto de AFP la figura de un niño completamente gris, como fosilizado, todavía vivo pero más parecido a una estatua que a un ser humano. Horacio Verbitsky, en Página/12, aseguró que esa imagen lo perseguirá mientras viva. El rescatista lo levanta como si se tratara de un sacrificio pagano. La multitud que lo rodea parece inmutable. Es la condensación del horror de la guerra en esa mueca de placidez extraña, esos ojos entornados, que subrayan la inocencia de la víctima.

- Casamiento en el refugio: en uno de los bunkers israelíes una pareja celebra su casamiento a la vieja usanza con trajes especiales, rotura de platos, palmadas, euforia en esos pasillos subterráneos que parecen no terminar de descender nunca. Es la recreación de ese mito acerca de que la vida continúa aun en medio del desastre. El casamiento en el bunker delata la naturalización de la violencia, la incorporación de las bombas a la biografía, como si nunca se hubiera conocido otra cosa, otra forma de vivir.

- Techo con agujeros: podría ser una imagen técnica, digna de un suplemento de arquitectura, pero habla del desastre en 2006: las bombas ingresan a las casas a través de misiles, invaden el territorio de lo cotidiano, violan las cerraduras, caen desde el techo. La precisión y el largo alcance de los misiles Katyuska destierran el concepto de campo de batalla, describen una novedosa forma de conflicto en el que no hay escape, porque los blancos pueden estar a la vuelta de cualquier esquina, y los misiles no perdonan a las familias, a los bañistas, a los niños de un jardín, llegan al lugar menos pensado... De eso habla esta foto como testimonio periodístico que sintetiza el inicio de una época: de la irresponsabilidad del agresor, del fin de la neutralidad, de la extensión de mil tumbas al ras de la tierra.

- El grito de las mucamas: se las ve enardecidas, detrás de esos enrejados, en plena Beirut arrasada. Son mucamas de Tailandia, Laos, Pakistán que quedaron atrapadas cuando sus dueños huyeron dejándolas a cuidar los departamentos lujosos que abandonaban en plena ciudad bombardeada. El horror se sintetiza en las facciones tensadas, en el grito mudo que se manifiesta a través de las bocas abiertas, los ojos de huevo, las manos presionando para empujar las ventanas. El fotógrafo se corrió a los márgenes, salió del territorio de los combatientes, encontró a los últimos olvidados dentro del martirio de los civiles bombardeados.

- Marwa Abdallah, sobreviviente: tiene medio rostro quemado, y medio restante manchado de una brea que habla de la falta de un techo digno, una higiene debida, una casa donde pueda crecer tranquila una niña de nueve años. Un personaje, otra vez, dice más que una centena de muertos acerca del dolor y de la masacre. Ella está sola: por algún motivo desapareció su familia; no se ven amigos, cuidadores. Ella mira, como los otros, sin escándalo ni excepcionalidad, con ese dejo de resignación que agrava el cuadro. Es la tristeza irreparable, el momento en que la niña desamparada asume que así será su vida, su futuro, que la mejor de las suertes o –en realidad– de las desgracias es mantener la vida. Todos los otros derechos han sido abolidos en la ciudad en la que Marwa habita, allí donde caen las bombas.

- Violencia contra el niño: el rostro con moretones y cansancio podría ser la representación de la violencia familiar utilizada en cualquier campaña contra golpeadores/abusadores. Ese desfasaje redobla la fuerza de la foto de este chico refugiado en un campo del Líbano, tomada por la agencia Reuters: la agresión armada se ha metido con él, con cada uno, encarnada en golpes, magullones, ojeras, palidez, actuando sobre cada una de las vidas partícipes del conflicto. La individualización da carnadura a una guerra que, otras veces, llegó apenas como lucecitas de colores en un reporte de la CNN sobre la invasión a Irak.

- Humo sobre Beirut: se hizo célebre (ver nota) pero no por su contenido, sino por la puesta al día del debate en torno de la alteración de fotos mediante recursos de la edición como el Photoshop.

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