Pekka Kuusisto es un violinista notable. Y no sólo por la calidad de sus interpretaciones, tanto como director como en su papel de violinista, sino por algunas características inusuales. Por un lado, suele encarar las cadenzas de los conciertos clásicos como una especie de improvisación (en su época lo eran) e incorporar allí elementos de música actual. En contra de la tradición de intentar, incluso, improvisar como si se viviera en la época de Mozart, en su caso, de lo que se trata en las cadenzas es de lecturas claramente contemporáneas. Y es capaz también, como lo hizo muy suelto de cuerpo durante el último festival internacional de Cartagena de Indias, de tocar como bis un tango finlandés silbándolo mientras se acompaña rasgueando en el violín como si se tratara de una mandolina. Kuusisto dará hoy a las 20 su segundo concierto en Buenos Aires como solista y director de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen, para el ciclo del Mozarteum Argentino. El programa incluirá el Concierto Nº para violín y orquesta K219 ,de Mozart, y el bellísimo Concierto para violín del compositor también finlandés Magnus Lindberg, además de la Obertura del ballet Las criaturas de Prometeo, Op. 43, de Beethoven y la Sinfonía Nº 40 en Sol Menor K550, de Mozart.
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