GUSTAVO NASUTI Y TODOS LOS TIEMPOS AHORA
› Por Cristian Vitale
Lo primero que hizo Gustavo Nasuti en público fue una milonga. Y pegada, una zamba. Tenía ocho años y no cantó, sólo tocó la guitarra. “Casi treinta años después, recordé ese hecho y comencé a sentirlo como algo muy simbólico”, refiere hoy, luego de transformarse en el destacado compositor, arreglador, docente y multiinstrumentista que es, a fuerza de discos (tiene seis), incursiones en varios géneros (tango, candombe, murga, free jazz, además de los nombrados), influencias clave (Dino Saluzzi, Hermeto Pascoal, Egberto Gismonti) y acompañamientos que le sumaron millas en este vasto e interminable sendero de la música popular (Juan Falú, Tata Cedrón, Pinocho Routín y Silvia Iriondo, entre otros). “No fue ninguna casualidad, después vinieron las experiencias con la murga, el candombe, el tango, la música de improvisación libre y el jazz. De todas esas vertientes fui construyendo una síntesis en la que el núcleo central es el universo de la música argentina abierta hacia un horizonte libre de prejuicios”, retoma él, sobre el peso específico de aquel minuto cero, en su niñez musical.
Parte de ese mosaico estético será el que fluirá durante la presentación del flamante Todos los tiempos ahora, mañana a las 21 horas, en el Café Vinilo (Gorriti 3780). “Ya desde el título, el disco alude a dos cuestiones: una más concreta y otra más conceptual e imaginaria”, define Nasuti. “Por un lado, las composiciones pertenecen a distintas épocas: hay músicas muy recientes y otras con algunos años. La otra cuestión es una idea del tiempo como algo circular. Es decir, la posibilidad de que pasado y futuro convivan en un único tiempo: el presente. Poder traer un acontecimiento o una vivencia cercana o remota del pasado y vivirla como algo que está sucediendo ahora mismo es algo posible y cercano al rito. Musicalmente, no creo en la valoración cronológica, música vieja o música nueva, no creo ni me interesa esa categoría”, sentencia el músico, sobre la idea matriz de un disco que cuenta con los vitales aportes de Hugo Fattoruso y el Tata Cedrón, nada menos. “Entre las personas se da la ley de atracción o rechazo, y eso es misterioso. La personalidad es un sonido: personalidad, es un sonar, y el sonido es vibración. Tanto a Hugo como al Tata los vengo escuchando desde hace muchísimos años y finalmente se dio la empatía”, redondea Nasuti.
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