MARCELO ALLASINO Y SUS PRIORIDADES PARA EL INSTITUTO NACIONAL DEL TEATRO
El funcionario que se desempeñó como secretario de Cultura de Rafaela reemplazará a Guillermo Parodi como director del INT. Subraya que buscará incluir “a todos los sectores: desde los vocacionales hasta los de investigación y experimentación”.
› Por María Daniela Yaccar
Convocado por el viceministro de Cultura, Enrique Avogadro, Marcelo Allasino llega a la dirección del Instituto Nacional del Teatro (INT). Oriundo de Rafaela, Santa Fe, hombre de teatro (es artista y gestor cultural), Allasino se desempeñó como secretario de Cultura de esa ciudad en los últimos cuatro años. Con esta designación, se convierte en otro funcionario que ha trabajado dentro del kirchnerismo y que ha sido convocado por el macrismo. “En todos estos años el Instituto estuvo muy focalizado en lo que tuvo que ver con el apoyo, con subsidios que han llegado a todo el territorio nacional. Ha sido un enorme sostenimiento de la actividad teatral de cada una de las provincias”, resalta Allasino a Página/12. Y agrega: “Pero hay una fuerte deuda con lo que tiene que ver con la promoción: con pensar al teatro nacional como un espacio más equilibrado de desarrollo profesional en cada región”. La promoción, entonces, se perfila como uno de los ejes de su gestión.
El desempeño de Allasino en la Secretaría de Cultura de Rafaela tiene dos ítems destacados: un festival de teatro que es uno de los mejores en su tipo en el país y la creación de la Escuela Municipal de Artes Escénicas. El nombre de Allasino está también ligado al Centro Cultural La Máscara, asociación civil sin fines de lucro que fundó con su grupo de teatro. “Tengo un compromiso con los espacios participativos, colectivos, sociales, desde mi más tierna juventud. Paralelamente a mi interés por las artes, cuando era adolescente, siempre hubo una inquietud muy fuerte de sumarme a proyectos colectivos, de abrir puertas a la discusión y la participación”, se define el funcionario que reemplazará a Guillermo Parodi en el organismo creado a partir de la sanción de la Ley Nacional del Teatro (Nº 24.800), de 1997.
“Es hora de dejar de pensar al apoyo y la promoción que propone la ley sólo como una forma de asistencialismo cultural a través de subsidios para potenciar un verdadero entramado teatral que estimule, desarrolle y multiplique las posibilidades profesionales, con una mirada que incluya a todos los sectores: desde los vocacionales hasta los de investigación y experimentación”, sostiene Allasino. “Para potenciar las artes escénicas como sector productivo debemos fortalecer, en primer lugar, lo artístico. Uno de los ejes tiene que ver con propiciar una formación rigurosa en las regiones de producción más irregular.”
El miércoles se emitió el comunicado que lo anunciaba como director del Instituto Nacional del Teatro. Todavía falta la firma del presidente Mauricio Macri para que esto sea oficial y Allasino comience a trabajar, aunque ayer por la mañana ya se encontraba reunido con los representantes provinciales del organismo, para un “primer contacto”. Según el comunicado, entre otras prioridades del INT se encuentran: “afianzar la formación de los públicos” y “una revisión de dinámicas de selección de los jurados”. “Cuando el Instituto comenzó a funcionar, yo dirigía una compañía y una sala”, dice Allasino. “Como beneficiarios de los subsidios que empezaba a dar, tuvimos contacto con el INT desde el inicio. A lo largo de estos años he ido viendo su accionar. Tengo una mirada de valoración de muchas cosas y también una mirada crítica: creo que necesita de una revisión profunda. No sólo en cuestiones que tienen que ver con lo administrativo, para traer más transparencia y visibilidad respecto del manejo de fondos, también necesita una revisión política”, propone.
En el INT la tensión entre Parodi y los miembros del Consejo de Dirección se intensificó en los últimos meses. Para los representantes provinciales, el ex director desconocía la autoridad del Consejo, “arrogándose competencias y funciones” que no le correspondían. Una resolución del Ministerio de Cultura, con aval de un dictamen de la Procuración del Tesoro Nacional, había otorgado mayor injerencia al director en cuestiones ligadas, sobre todo, a lo administrativo. Por su parte, Parodi exigía “máxima transparencia en la administración de fondos públicos” a las ONG que trabajaban con los representantes regionales en la organización de eventos culturales en las provincias. La situación se tornó grave: dos fiestas del teatro fueron suspendidas, la de Jujuy y la de Tucumán, por la falta de fondos para su realización.
–Después de años de trabajo dentro del kirchnerismo, ¿cómo imagina que será trabajar para otro signo político?
–Va a ser igual. Porque cuando me sumé a la Secretaría de Cultura yo no venía de la militancia partidaria. Siempre se me ha convocado por mi tarea específica, por lo que hice desde mi espacio de formación y de expresión: el teatro. Ese es mi lugar de militancia, de pensamiento y de hacer. En las charlas que tuve con Enrique (Avogadro), él fue súper claro: me manifestó su inquietud de armar un equipo con los mejores de cada uno de los territorios. Tenía una mirada federal. Por haber sido muy crítico y por tener una mirada comprometida sobre el Instituto, no le pude sacar el cuerpo. Es mi oportunidad de hacer un aporte.
–¿Siente que sus aportes pueden chocar con la mirada del macrismo respecto de la cultura?
–Ese riesgo me lo encuentro en todos los ámbitos. En los últimos años, la discusión o la reflexión acerca de hacia dónde debe ir la política cultural oficial, que se ve en otros territorios, no se ve en el Instituto. Miradas encontradas se dan en todos los ámbitos. En el gobierno rafaelino las había, en el seno del mismo equipo. A partir de la diversidad de posturas tenemos que encontrar un espacio común y de encuentro. Hoy el INT está en una situación absolutamente crítica, fracturada, hay posturas encontradísimas; este año ha sido tremendo a nivel institucional. De enfrentamientos, peleas, discusiones, batallas legales. La única forma es abrirse al diálogo, sentarnos a discutir hasta encontrar un consenso.
–¿Cuáles serán los ejes de su gestión?
–En primer lugar, es urgente hacer un diagnóstico profundo del estado del teatro argentino en cada una de las provincias y de cómo el Instituto ha influido o no en ese estado. Esto se impone como urgente. Luego, es necesario pensar en un plan estratégico a largo plazo. A lo largo de estos años el INT estuvo especialmente abocado a la distribución de recursos que apoyan la actividad de salas, grupos, festivales y publicaciones. Pero hace falta una mirada más profunda para entender cuáles van a ser los pasos a seguir para que en cada provincia logremos equilibrar un poco más la vara de nuestra profesión. Es decir, lograr la profesionalización de nuestro teatro, en cada una de las provincias. Desde antes de que el Instituto existiera, se producía teatro muy profesional en Buenos Aires, Córdoba y Rosario –los grandes centros–, y había algunos destellos aislados en ciudades del interior. Veinte años después de la creación del Instituto esa realidad no se ha visto sustancialmente transformada. El teatro más profesional se sigue produciendo en los mismos centros. Tenemos que comprometernos, no digo para lograr un equilibrio absoluto, porque obviamente no va a ocurrir... pero sí tenemos que intentar acercar un poco más las posibilidades profesionales a espacios donde no han llegado.
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