Mar 14.06.2016
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MUSICA / LITERATURA > GUSTAVO VARELA HABLA DE SU LIBRO TANGO Y POLíTICA

“Me separé de la perspectiva afectiva”

Doctor en Ciencias Sociales y miembro de la Academia Nacional, el autor buscó trazar nuevos vínculos para entender el 2x4.

› Por Andrés Valenzuela

“El tango empieza a hablar del pasado muy rápidamente”, analiza Varela. Foto: Sandra Cartasso

“Tango era el de antes” es una frase que se puede decir en casi cualquier momento del siglo XX y del XXI y encontrar quién se haga eco. A la renovación que sucedió a la Guardia Vieja ya se lo decían. Y las generaciones que siguieron también lo soportaron. “El tango empieza a hablar del pasado muy rápidamente, pero es más una acción afirmativa ante un presente que resulta problemático por una sociedad que avanza y se transforma”, considera Gustavo Varela, doctor en Ciencias Sociales y miembro de la Academia Nacional, autor de Tango y política – sexo, moral burguesa y revolución en Argentina, publicado por Ariel Historia (de Paidós). Varela recorre la evolución del género, sus cortes y continuidades atravesado por la historia social y política. “Eso me separa de la perspectiva afectiva, que supone que es el devenir del pueblo, el despliegue de una tristeza o ese tipo de cosas metafísicas”, advierte en el bar La Poesía, viejo reducto tanguero que conserva su piano y recuerda a sus poetas en las paredes.

En Tango y política Varela compara los discursos originarios con las políticas de Estado respecto de la sexualidad, la aparición de sus primeros poetas con la Ley de educación pública de Sarmiento, la construcción de una moral fruto de esa educación y su camino en los cambios sociales que derivan en (y de) el peronismo. También compara discursos políticos y culturales de la década del 50 con la emergencia de Piazzolla y la Revolución Libertadora, se extiende por la desolación del 70 al 80 y toca los comienzos del siglo actual y la generación de hoy. De paso, desmitifica los dos pasos parisinos, señalados como presuntos legitimadores del tango a comienzos y fines del siglo XX. Es un libro indispensable para repensar el género y extraer nociones que ayudan a comprender su historia y entender algo más de su presente.

–¿Cómo trazó el encuentro con la educación sarmientina?

–Me preguntaba de dónde salía la estructura de significaciones del tango canción. Es cierto que hay valores universales, como el amor y su pérdida. Pero el tango es muy geográfico: tiene barrio, esquina, café, amigos en el café. Y también signos muy fuertes de un sistema moral, que el tango de 10 o 15 años antes, que no es nada de tiempo, no tenía. Y encuentro que aquellos que componían esos tangos se habían formado en la misma escuela fruto de la Ley de educación. Esto podría no ser nada. Pero la otra pregunta que hago es ¿por qué los hijos de los inmigrantes son tan afincados a la Argentina como para tener participación política activa muy rápido? ¿De dónde sale ese espíritu patriótico de un tipo criado en italiano, comiendo porotos o fideos, en una casa repleta? Entonces empiezo a leer los manuales escolares y los discursos de los maestros en la revista El Monitor.

–¿Qué aparece ahí?

–Encuentro que la estructuración de la educación desde Pizzurno es en torno a dos aspectos: la moral y el patriotismo. Pizzurno dice ¿cómo hacemos para enseñar una geografía? Una geografía tiene que tener moral: “Esta es la Cordillera de los Andes por donde cruzó San Martín para...” Estos pibes se educaron con un libro que se leía en voz alta diciendo cómo debían comportarse, haciendo honra a la madre, a la amistad. De las mujeres que se van no se habla en los manuales, que sí lo hace el tango, y monta un sistema moral ante eso.

–¿Una moral ante el sexo y las relaciones?

–La sexualidad la veo en los orígenes y luego se transforma, porque lo que empieza a tomar cuerpo en la década del 10 es el lugar de la mujer. La mujer se va y el tipo llora: el tango no es machista. Hay tangos donde el tipo golpea, mata a la mujer, pero son excepciones, milongas reas. En el tango hay afirmación de lo femenino en su deseo. ¡La mujer se va! En una época donde el patriarcado impide que la mujer se vaya de viaje o abra un kiosco sin autorización del marido. La única mujer libre era la viuda. ¿Qué pasaba con la mujer en esa época? Empieza a trabajar, a tener proyección. Ese trabajo en ocasiones era necesidad y en otras la proyección de una subjetividad diferente. En los 30 es todavía mayor. ¿Cuándo se acaba el tango canción? Cuando la mujer se corta el pelo, recorta la pollera, se suelta el pelo y se para arriba de una butaca y baila: en los 50. Uno puede contar el desarrollo del tango canción arriba del despliegue del deseo femenino, que a los hombres nos aterroriza porque no sabemos muy bien qué hacer con él.

–Ese tango canción de la edad dorada del tango quedó consolidado en el imaginario como “el” tango. ¿Qué pasa con los contemporáneos?

–Es que la matriz primaria del tango es muy poderosa. Por ahí no tanto en la música, que se permite que Piazzolla esté y otros también. Uno pone a Piazzolla y está ahí con la orquesta de Gobbi. Vas con Manzi o Cátulo y un poeta contemporáneo, y no sé si caminás del mismo modo. No sé por qué. Probablemente porque la música sea más abstracta. Pero el poeta está más expuesto. Cuando a la gente le decís “vamos a escuchar tango” quiere los que ya conoce. Como un rezo, un mantra. El tango canción tiene un carácter religioso. Vas a cualquier boliche y la gente está cantando la letra, ya se tomaron unos vinos... faltan los bancos y es casi un hecho religioso.

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