“Hulla-hulla está en las calles y en los kioscos de tu barrio. Y ya comenta la gente: ‘¡Ay, qué juego tan tan raro!’. Apuráte a conseguir el tuyo, que en mi kiosco está agotado. Todos tienen ya su aro con el movimiento centroamericano”. De esa forma, con “Jugando hulla-hulla”, psycho twist que devela el repertorio de La dicha en movimiento (1983), el icónico álbum debut de Los Twist, Fabiana Cantilo se aseguraba un lugar en la historia del rock argentino. Si bien lo mejor estaba aún por suceder, la cantautora, a contramano de las celebraciones sostenidas en fechas redondas (a la que podría haberse subido debido a que se cumplieron en 2015 tres décadas de su primer disco solista, Detectives), eligió ese registro iniciático para reivindicar todos estos años en la música. Por lo que esta noche, a las 21 hs, y el próximo martes, llevará adelante en el céntrico e histórico Teatro Maipo (Esmeralda 443) el espectáculo Proyecto 33, en el que repasará sus clásicos.
“Por si alguien lo quiere saber, mi obra está en Spotify y la puede bajar gratis. A mí me interesa que se difunda”, pregona Cantilo en el living de su casa, en la localidad de Acasuso, ubicada en la zona norte del Gran Buenos Aires. “Contraté a Cay Gutiérrez (teclados) y Marcelo Capasso (bajo) para que se encarguen de la producción artística del show, al igual que de la dirección musical, porque no tengo esa creatividad. No vamos a reversionar nada. Fue dificilísimo elegir los temas debido a que me gustan todos. Así que haremos dos de cada disco, y en algunos casos tres”. Aunque no estará sola. También serán parte del festejo aquellos músicos que ayudaron a edificar su trayectoria, entre los que destacan Fito Páez, Charly García, Javier Malossetti, Daniel Melingo, Gabriel Carámbula, Hilda Lizarazu, Lisandro Aristimuño, Claudia Puyó y Pipo Cipolatti. “Los invitados, que son un montón, es la gente que me acompañó”, justifica la compositora de “A punto de caer”. “Pese a que me quedaron algunos afuera, hubo que hacer un seleccionado”.
Pero por más que ostente una lógica artística la terna de recitales, la trastienda conceptual de Proyecto 33 se sustenta en lo cabalístico. “Debido a que hace 33 años que grabé ese disco de Los Twist, y me atrae la numerología, me gustó la onda. Se trata de un número maestro”, asegura la artista, al tiempo que le baja dos cambios a la intensidad que la distingue, para darle paso a la sapiencia de quien cultivó una disciplina matusalénica. “Las ciencias ocultas me gustan, entre ellas la Geometría Sagrada. Cuando era chiquita, tendría 14 o 15 años, jugaba a lo de los números. Y estar en contacto con el arte te conecta más”. Acto seguido, Cantilo hace una pausa, y señala con una de sus manos los cuadros que cuelgan sobre la pared que le da la espalda al sofá en el que se encuentra sentada. “Son míos. Tengo la conciencia, y de ahí saqué la perspectiva de que todo es lógico y frío porque es exacto. No sos bueno o malo, sos inteligente o sabio. Las cosas te pasan porque las generás. La matemática no es sólo matemática”.
–Recién acaba de describir un espectáculo en el que numerología juega un rol esencial, aunque también ha asegurado que “sigue el camino del verdadero Cristo, que es comunista”. ¿Cuál es su credo?
–Vengo de una familia católica, desde los 11 años no voy más a la Iglesia, porque me parece un circo, y me gusta el Papa. Soy de Piscis, y me divierten los astros, la astrología y el tarot. Tomo cosas del budismo que me interesan, y tengo mucho respeto por la idea de que hay Huestes Celestiales. No sé qué soy, ¿tengo que ser de algo? Soy como una científica que observa.
–Pero Juanse tomó postura. Él se declaró “Cristiano, Católico y Apostólico”. Y además dijo que tras haber visto a Jesús en la cruz, dejó los vicios de un día para otro…
–Me parece bien que se cuide la salud. Lo importante de esto es que nos ven los chicos, y nos imitan. La conversión, dentro de esta sociedad ridícula, es una buena noticia más para un hombre, porque es más terco, que para una mujer.
–Cuando un artista apela a lo místico, en muchos casos da un giro radical a su obra. Pero ustedes se mantuvieron aferrados a ella. En su caso, ¿a qué se debió?
–No podés ser un pastor predicador, cuando fuiste un loco. No le recomiendo lo que pasé a nadie. La recuperación cuesta mucho. Todavía me estoy recomponiendo. Si no lo hacés, quedás atrás. Afuera están todos rehabilitados porque si no, no llegan.
–¿Por qué hace tanto hincapié en su proceso de desintoxicación?
–Porque me siento orgullosa. Hay un lugar en eso que me hace sentir útil. Si yo no me drogo, y puedo hacer arte, estoy dando un ejemplo importante. Y estoy impresionada con lo que logré. Hace 17 años que entré en los grupos, y recaía con nada. Es una cosa rara. Tengo una personalidad muy intensa. Vivir sin drogas me permitió ser más responsable y respetuosa. Aprendí a escuchar, y me corrí de mi ego.
–Un artista sin ego…
–Si bien no te lo podés sacar nunca, un artista sin tanto ego es bárbaro. El ego es lo que uno se construye cuando tuvo problemas de niño para no sufrir. Lo que hacés para los demás…
–¿Cuándo compró la fábula del sexo, drogas y rock and roll?
–Los demás se compraron el cuento de que yo me lo comía. Yo era súper tímida. Sexo, no. Drogas y rock and roll, sí. Primero fue un juego con Los Twists, porque quería ser famosa. Una vez que lo logré, aparecieron el quilombo, el rock and roll y heavylandia. Yo era una chica de su casa, que estudiaba Bellas Artes, y conocí a los chicos. La cocaína me dormía el dolor que sentía porque tuve una infancia violenta y dolorosa.
–¿Proyecto 33 es una manera de hacer las paces con ese pasado?
–Si bien me la rebanco, porque hice cosas en otros estados, aunque con la edad no es lo mismo, es verdad que emocionalmente es fuerte. Soy demasiado sensible, me parece. No es una opción correrme de la realidad, pese a que me cueste. Gracias a las chicas que trabajan conmigo, hago esto. Ya llevo cuatro años limpia, y mi vida ha sido más tranquila.
–Se la vio muy bien en los shows por los 30 años de Giros en el Gran Rex, en el que fue corista de algunos temas. Incluso, por momentos, supo robarle protagonismo a Fito Páez. ¿Cuánto influyó esa performance en esta serie de shows?
–Creo que a partir de ahí empezamos a pensar en esto. Con Fito había una cuenta pendiente que era cantar con él, desesperadamente. Y no me dejaba porque éramos pareja, y luego cada uno hizo su vida. Aunque participé en sus discos, es la primera vez que tuve un papel estelar al lado suyo. Fue mi maestro más tirano porque me corregía un montón, y nunca lo podía satisfacer. Es muy divertido hacerle coros porque se lleva todo el protagonismo. Siempre fue muy serio con su trabajo. Todo lo que tiene, lo hizo laburando. Yo hice living la vida loca, y no me quedó otra que bancármela.
–¿Y qué hace ahora para sostenerse?
–Estamos haciendo “luckyvenga”. De pronto hay cinco shows, y luego nada. Tenemos que invocar al poder superior, y creer que avanzamos. Además, no tengo ganas de portarme mal. Luego de putear y de hacer lío, lo entendí.
–Rockearla forma parte del juego…
–Una cosa es rockearla en el escenario y otra tratar mal a la gente. No creo más en esa pelotudez del músico borracho maltratando. Me parece soberbio.
–¿Cómo es su relación con el público?
–Debo tener algo bueno, porque no entiendo cómo me siguen yendo a ver. Vivo al día, bien y agradecida. La casa es alquilada porque me patiné todo lo que tenía. Lo digo para que la gente no piense que uno está en otra.
–¿Cree que la gente piensa eso?
–Dicen cualquier cosa. No sé cómo no ligué ser mediática.
–¿Al igual que Érica García?
–Sí, bueno… Cuando me pasa, sufro y me siento una estúpida. Apenas me di cuenta de que me molestaba la sobreexposición, aunque no lo sabía explicar, comencé a trabajar por primera vez para mí.
–Pero también hubo buenas canciones en el medio…
–Pero es de lo que menos me acuerdo ¿Viste qué loco eso? No me valoré como debía.
Mientras Cantilo se refiere a la película en la que participó recientemente, Hipersomnia, dirigida por Gabriel Grieco, a estrenarse en 2017, y cuya trama combina el thriller con el terror, aparece en escena su gato Ganímedes. “Su madre murió este año, lo que se sumó al fallecimiento de mi padre y de mi tía”, explica la artista, quien afirma además que prefirió desentenderse de lo que hace su prima, Patricia Bullrich, tras asumir como Ministra, porque le hace daño lo que dicen de ella. “Ahora tengo una razón para ponerme a descansar porque antes no me lo permitía. Y está bueno”. No obstante, aunque no está pintando y tocando compulsivamente, desliza que atraviesa una etapa de ocio recreativo. Lo que le permite pensar en su dilatado desembarco en América latina, a partir de la aparición del CD y DVD en vivo (el primer material en vivo de su carrera) que se desprenderá de Proyecto 33, y de su último álbum de estudio, Superamor (2015), en el que apuesta por la autogestión y que la encuentra en el justo equilibrio entre la cantautora y la intérprete.
–¿Por qué se arriesgó a hacer un disco de forma independiente?
–No tengo nada contra las discográficas. Lo mío fue una necesidad. Como a los sellos no les está yendo tan bien, lo que suelen hacer es pedir un porcentaje de los shows en vivo. Así que armé una mini productora, me tiré al lance, y no me fue tan mal. Voy haciendo las cosas sin el apuro del sistema.
–Considerando que forman parte de generaciones diferentes,
¿cómo se convirtió Lisandro Aristimuño en productor y coautor de algunos de los temas de Superamor?
–Nos admiramos mutuamente. Me lo presentó una chica que trabajaba conmigo. Al principio le dije que me produjera un tema, pero luego le di todo el disco. Fluyó. A nivel compositivo estábamos reparecidos. Si bien antes me sentía forzada para hacer pop y rock, me di licencia para ser quien soy: un poco de rock and roll y de funk. Yo me considero una mina talentosa que se mantuvo viva, y que ahora trabaja para forjar su arte seriamente.
Una ayudita de sus amigos
“Con Los Twist estuvimos tocando dos años en cualquier lado, y en el medio de ese quilombo apareció Charly, quien nos llamó a Melingo, a Gonzo y a mí para hacer la gira de Clics modernos. Ahí me explotó el cerebro, me bajé y empecé a salir con Fito. Con él estaba haciendo un disco de folclore, aunque más tarde Charly me propuso hacer mi primer álbum solista”, recuerda Cantilo sobre Detectives, trabajo editado por el sello Interdisc en 1985, conformado por ocho temas y producido por García. “Lo primero que me mostró fue ‘Detectives’, ‘Tu arma en el sur’ y ‘Amo lo extraño’, y Fito aportó ‘Llaves’. Lo divertido de la anécdota es que Luis (se refiere a Spinetta) me dio ‘Ventiscas de marzo’. Pero a Charly le pareció que tenía muchos acordes. Si bien medio se ofendió, Luis, en tono de chiste, me dijo que grabara ‘El monstruo de la laguna’ en clave de reggae. Y así lo hice”. Ese debut, que incluye aparte un cover de ‘Hagamos algo’ de Rubén Goldín, contiene la primera canción firmada por la cantautora: ‘Mujeres’. “La letra la hice junto a Vivi Tellas, con quien formé las Bay Biscuits, e Isabel de Sebastián me ayudó a hacer la música. Lo terminamos a la vuelta de Paladium, y después tomé el tren a Olivos”. Pese a qu e la contemporaneidad que emana ese repertorio se le debe a visión de García, la artista asegura que en ese entonces no tenía idea de lo que hizo. “Cuando me llevaron a grabar, miraba entre agradecida y sorprendida. No decidía ni me daba cuenta de nada. Me hubiera gustado saber que estaba haciendo algo importante”.