DIANA BARONI Y SU TRIO SE PRESENTAN EN BUENOS AIRES
› Por Diego Fischerman
Algunos tal vez la recuerden como integrante del grupo Halloween, en alguna de esas ocasiones en que un Cage todavía no agotado por la costumbre sacudía el ambiente de los conciertos clásicos de Buenos Aires. Otros tal vez la identifiquen con la primera línea de la música antigua europea, en sus grabaciones, con flauta travesera barroca, de obras de Johann Mattheson o en sus registros de conciertos de Bach junto al notable grupo Café Zimmermann. Unos y otros podrían –o no– sorprenderse frente a su última encarnación que, sin embargo, no anula ninguna de las otras dos sino que, más bien, las completa. Diana Baroni grabó en 2004, para Alpha, uno de los más selectos sellos franceses, Son de los diablos, un disco donde se encontraban la música barroca y el folklore afroperuano. Y este año renovó la apuesta con Nuevos cantares del Perú, que BlueArt editó en Argentina. Hoy a las 21, junto a sus compañeros de siempre, Lincoln Almada en arpa jesuita y cajón y Quito Gato en guitarra barroca, cuatro, ronroco y percusión, lo presentará en vivo en Buenos Aires, en el Jazz Voyeur (Posadas 1557).
“El origen estuvo en la investigación acerca de las tradiciones orales en repertorios europeos”, cuenta Baroni a Página/12. “Nuestro primer trabajo giró exclusivamente en torno al ‘Son de los diablos’, que aparece en una gran cantidad de fuentes. Y eso fue determinando, además de cuestiones de fraseo, una nueva modalidad de trabajo. Lincoln Almada, que es una maravilla como toca, no lee la notación europea, por lo que resultó interesante integrarse a una forma de hacer los arreglos y de tocar que se base en la memoria y en la improvisación. Estos son repertorios de los que se sabe muy poco; no hay partituras, no hay una forma fijada donde uno pueda encontrar, con un cierto grado de certeza, el mapa de lo que sonaba. Y, al mismo tiempo, hay ecos, hay supervivencias de las melodías, de las formas de versificación, de los criterios de instrumentación, que fueron transmitidos de generación en generación durante siglos. En estos repertorios folklóricos se da la condición doble, e inmensamente atrayente, de músicas que siguen vivas y que perpetuamente cambian, porque no hay una interpretación igual a otra, y que, sin embargo, podemos suponer que tienen un alto grado de fidelidad con la tradición.”
El territorio de afinidades estéticas por el que se mueve Baroni, de la música contemporánea a la antigua y de allí al folklore latinoamericano, tiene, a pesar de su aparente heterogeneidad, bastantes elementos en común, empezando por el lugar de la improvisación y, más allá, de una cierta actitud vital ante la música, en tanto en todos estos casos las partituras –o los acuerdos orales– dejan un amplio campo que debe ser resuelto por el intérprete. Desde que, en 1995, se radicó en Europa, en principio para estudiar en la Schola Cantorum de Basilea, en Suiza, y junto al notable flautista Wilbert Hazelzet, en Amsterdam, la flauta había ocupado casi toda su atención. “Quien me animó a cantar nuevamente fue Almada”, comenta. Este arpista paraguayo, radicado primero en París y, desde hace veinte años en Amsterdam, fue elogiado, entre otros, por Raúl Barboza, junto a quien ha tocado en numerosas oportunidades, y su repertorio abreva no sólo en el Paraguay, sino en el litoral argentino y en el llano colombiano, venezolano y peruano. Nuevos cantares del Perú, a diferencia del disco anterior del trío, no recurre a piezas tradicionales sino a un folklore más cercano: las canciones de Chabuca Granda.
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