UNA EDICION ESPECIAL DE “EL PRINCIPE FELIZ”
Un gesto solidario inspirado en el corazón de Oscar Wilde
A total beneficio de la Fundación Garrahan, una heterogénea colección de artistas se unió en una reversión del libro.
› Por Karina Micheletto
La estatua de El príncipe feliz que retrató Oscar Wilde en su cuento –y que tradujo al castellano un nene de 9 años que luego se haría famoso, Jorge Luis Borges– fue sacándose uno a uno los zafiros, rubíes y láminas de oro que cubrían su cuerpo, para que la Golondrina los llevara hasta los que más los necesitaban. Un grupo de jóvenes reunidos en el Grupo Juanito, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación, tomaron este cuento para colaborar con la Fundación Hospital Garrahan. Lo que hicieron fue convocar a hombres y mujeres de la cultura –escritores para chicos y para grandes, artistas plásticos, pero también filósofos, actores y actrices, músicos, periodistas, conductores, y hasta un bailarín y una astrónoma– para que contaran la historia desde el punto de vista de los distintos personajes que aparecen en el cuento. El libro que escribieron entre todos ya está a la venta y su recaudación será destinada íntegramente a los chicos del Garrahan. Ayer se hizo la presentación oficial, con la presencia de algunos de los escritores e ilustradores del cuento (Ricardo Darín, Luis Felipe Noé, Gastón Pauls, Malena Solda, Fanny Mandelbaum, Tomás Abraham y Tom Lupo, entre otros), el secretario de Cultura José Nun, el presidente de la Fundación Garrahan, Fernando Matera, y Milena Pascual Migale, una de las impulsoras del proyecto. También estuvieron chicos del Garrahan, que escucharon con atención un fragmento del cuento de Wilde y más tarde recibieron los libros de manos de los responsables.
El acto, conducido por Héctor Fernández Rubio (el Efraín de “blancas palomitas” de Señorita maestra, que forma parte del staff de Ceremonial de Cultura), tuvo un tono general ameno y relajado, aun cuando, como en todo acto, llegó el momento de los discursos. “Cuidar la salud de los chicos es proteger la salud de los adultos”, arrancó Nun, y recordó que el cuento fue escrito por Wilde a los 32 años, “y traducido por primera vez al castellano por un chico de 9 años que sabía inglés, y que fue por 11 años director de esta Biblioteca” (el acto se realizó en la Dirección Nacional de Música, el edificio de la vieja sede de la calle México de la Biblioteca Nacional). A su turno, Darín agradeció la invitación a participar del proyecto: “Hay que ponerse en movimiento, la vida está ocurriendo ahora y hay situaciones que no admiten demora. Todos debemos colaborar para recuperar la dignidad, no dejar que la realidad nos agobie, y darnos cuenta de que el esfuerzo vale la pena”, dijo el actor.
Milena Pascual Migale, impulsora de la idea, contó que el cuento fue fácil de elegir: “Queríamos que hablara de la solidaridad y la amistad, y Wilde escribió sobre eso”, explicó. En el libro hay escritores de lo más diversos: están Soledad Pastorutti, Alfredo Casero, Lalo Mir, Soledad Silveyra, Los Piojos, Mario Pergolini, Iñaki Urlezaga, Norman Briski, Carlos Ulanovsky, Abelardo Castillo y Silvia Yparaguirre, entre otros. A cada uno le tocó asumir un personaje –desde el Príncipe Feliz o la Gaviota que cumple sus pedidos hasta el invierno o la miga de pan– y narrar el cuento desde su punto de vista. “Lo hicimos así para que los chicos supieran que hay muchas maneras de imaginarse las cosas”, dijo Pascual Migale. No hubo ayuda para la escritura de los textos, juran las organizadoras, “sólo alguna coma o tiempo verbal corregido en la edición”, aclaran.
Entre los ilustradores hay consagrados como Carlos Gorriarena, León Ferrari, Hermenegildo Sábat, Fontanarrosa o El Tomi, y también artistas jóvenes, que usaron técnicas diversas: desde el lápiz o el pincel hasta la plastilina o la imagen digital. “Para muchos fue un desafío hacer algo para chicos por primera vez, sin faltarles el respeto y sin tomarlos como tontos”, cuenta Pascual Figale. “Algunos, como León Ferrari, estaban muy preocupados. Darín filmó una película entre que le contamos la idea y la escribió. Cuando ya pensábamos que no iba a poder, nos pidió que lo esperáramos, porque había estado pensando mucho en esto.” Fueron dos y años y medio de arduo trabajo y el resultado ya está a la venta en la cadena Yenny y en los museos, a 30 pesos. El importe total de la venta será destinado a la Fundación Garrahan, ya que, además de los que lo escribieron e ilustraron, distribuidores, diseñadores y diagramadores donaron sus honorarios al proyecto.
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