ESCANDALO POR EL PLAGIO QUE COMETIO JORGE BUCAY
La transferencia terapéutica
El autor de libros de autoayuda reconoció haber copiado en Shimriti unas 60 páginas de un texto de la española Mónica Cavallé, pero no explicó los motivos que lo llevaron a hacerlo.
› Por Silvina Friera
El escándalo empezó en España, cuando el gurú argentino de la autoayuda, Jorge Bucay, reconoció que en su libro Shimriti había copiado unas 60 páginas del libro La sabiduría recobrada, de la filósofa española Mónica Cavallé, sin mencionar la fuente. Y aunque se justificó, apelando al eufemismo de “error absolutamente involuntario”, ayer todas las radios argentinas y los medios españoles se hicieron eco del plagio cometido por el mediático psicoterapeuta. La “explicación (de Bucay) es bastante insatisfactoria –aseguró Cavallé en diálogo con las radios Continental y Mitre–. No ha sido un desliz de uno o dos textos, sino que son muchas páginas.” La autora, que es presidenta de la Asociación Española para la Práctica y Asesoramiento Filosófico, aún no confirmó si planea iniciar acciones legales. “Tengo consultores y el tema de los tribunales es complejo. Como se sabe, es costosísimo y supondría implicarme en un asunto que podría durar incluso años”, explicó. Cavallé dijo que intentar una demanda contra Bucay supondría “un desgaste” y reconoció que es “partidaria de otras vías para obtener un resarcimiento”, aunque no aclaró cuáles serían.
La filósofa, doctora en Filosofía y especialista en estudios comparados entre el pensamiento de Oriente y Occidente, confesó que no supo del plagio hasta que una amiga, que leyó ambos libros, le comentó la notable similitud: de las 270 páginas que tiene Shimriti –que lleva vendidos 100 mil ejemplares desde su aparición en España en octubre de 2004–, 60 fueron copiadas casi textuales, pero algunas con errores. “Abriera por donde lo abriera coincidía –subrayó la escritora plagiada–. Ahí comprendí la dimensión del hecho.” Inmediatamente, Cavallé se contactó con su editorial y con Bucay. El psicoterapeuta argentino admitió su error y le pidió disculpas a través de un artículo publicado en la revista española Mente sana, que él mismo dirige. “Un error absolutamente involuntario permitió que los textos de la profesora Mónica Cavallé fueran incluidos en Shimriti sin la correspondiente y merecida mención de su fuente”, escribió Bucay en la flamante edición de su revista. A pesar de “blanquear” el asunto, el psicoterapeuta esquivó la cuestión de fondo: no explicó el motivo que lo llevó a copiar casi de manera textual las 60 páginas del libro de Cavallé. Sin embargo, se excusó, asumiendo el papel de víctima de su propio éxito. Se definió como “un docente repetidor de cosas. Yo aggiorno y modifico. No soy el gran pensador o sabio que se quiere hacer de mí”.
Y vaya si aggiorna y modifica, al punto que “plagia cometiendo errores groseros”. Como consignó en su edición de ayer el diario El País, en la página 48 de La sabiduría recobrada, Cavallé escribe: “Como ejemplifica con agudeza Epícteto, si queremos ver los progresos de un gimnasta, no le preguntamos por sus pesas sino por el estado de sus músculos. Del mismo modo, si queremos saber si alguien es un verdadero filósofo, no nos vale que nos muestre lo que ha aprendido, su arsenal de erudición, su ‘tener’ o ‘haber’ intelectual, sino lo que ha visto por sí mismo y lo que irradia su propio ser”. En la página 73 de la edición española de Shimriti, Bucay apunta: “Si queremos ver los progresos de un gimnasta, no le preguntamos por sus pesas, sino por el estado de sus músculos. Del mismo modo, si queremos saber si alguien es un verdadero sabio, no nos vale que nos muestre lo que ha aprendido, su arsenal de erudición, su tener o haber intelectual, sino lo que ha visto por sí mismo, lo que irradia su propio ser, la manera como vive y actúa”. El psicoterapeuta argentino atribuye todo este párrafo a Epícteto, cuando sólo la primera frase, la que se refiere a los músculos del gimnasta, pertenece al filósofo estoico.
“El camino de la felicidad” que tanto predicó Bucay quizás empiece a convertirse en una vía hacia un paulatino ostracismo. La editorial Sudamericana, que estaba planeando una reimpresión de Shimriti cuando se generó la polémica, ahora decidió quitar de la venta los ejemplares en todos los países en donde se comercializaba, con excepción de la Argentina, donde quedan pocos libros disponibles. Pero cuando todos quizás esperaban el epílogo del plagio de Bucay, apareció un tercero en discordia para continuar la comedia de enredos. Otro escritor español, Ramiro Calle, se sumó a la polémica al denunciar que Bucay “se apropia de los cuentos populares” que él ha recogido en sus viajes a la India. Calle, no obstante, advirtió que no puede llevar al vapuleado gurú argentino a los tribunales porque “no soy el autor de los cuentos que recopilo y que este hombre me copia”, declaró al diario El País. Bucay aseguró ayer que no trató de plagiar a la escritora española Mónica Cavallé, sino que quiso poner al alcance del público ideas de ella y de otros autores en Shimriti. “Si esto hubiera sido con intención de plagio, mal haría yo en señalar el nombre de esta persona, el nombre del libro, de la editorial, en la bibliografía como en verdad aparece”, indicó Bucay a Radio Mitre. Parece que la “beneficiaria” de los deslices del terapeuta argentino no es sólo Cavallé. Según confesó Bucay, también tomó ideas de filósofos como Nietzsche, quien podría, de estar vivo, “haber dicho lo mismo” que la española al reconocer alguna idea suya en el libro.