RECLAMO DE ACTORES
Los intérpretes reclaman un aumento salarial del 150 por ciento, pero obtienen como respuesta una oferta menor de los empresarios locales.
› Por Emanuel Respighi
Existe, en la industria televisiva, otra contienda que se suma a la que diariamente se dirime en las planillas de rating: es la que enfrenta a la Asociación Argentina de Actores (AAA) y la Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión (Capit) por los salarios de quienes ponen cuerpo y voz a los personajes que conviven a diario en los hogares argentinos a través de la ficción de la pantalla chica. Tras meses de negociaciones y discusiones en paritarias por aumentos salariales y nuevos horarios de trabajo, con intervención del Ministerio de Trabajo, las partes no se pusieron de acuerdo. Es una “competencia” mucho más silenciosa que la que enfrenta diariamente a Telefé y el 13, pero probablemente mucho más importante, porque de su resultado dependerá el futuro de la industria televisiva local.
El conflicto que enfrenta a los actores con los productores no es otro que el de la actualización de las condiciones laborales de los primeros, en particular en la fijación de salarios mínimos y de las horas que insumen una jornada laboral. Mientras que el gremio actoral pide un aumento de alrededor del 150 por ciento en los haberes de todas las categorías televisivas (bolos, tiras diarias, unitarios), Capit –junto a ATE– lejos está de acceder a esa exigencia y propone un aumento del 40 por ciento (ver aparte). Sin voluntad de ceder, en este momento la discusión de paritarias –coinciden las partes– está en “punto muerto”.
“Planteado en porcentajes, el pedido parece una enormidad, pero la realidad es que las tarifas de los actores no se actualizan desde hace más de diez años”, explica a Página/12 Luis Alí, secretario gremial de la asociación que agrupa a los actores. “Pese al aumento en el costo del segundo publicitario en la TV y de las ventas de los programas argentinos al exterior, que reditúan suculentos ingresos para las productoras, la tabla de salarios mínimos no se modifica en el convenio laboral desde 1994”, argumenta. Por su parte, desde Capit los productores se encargan de señalar que la exigencia de los actores es desmesurada para los ingresos de la industria de la televisión local. Incluso, sostiene Yair Dori, fundador, presidente y CEO de Dori Media Group (la productora que actualmente tiene a Lalola en el aire de América), si se aceptara el reclamo de los actores, eso podría derivar en el fin de la industria nacional de unitarios y tiras ficcionales.
“La nuestra –se defiende el empresario argentino-israelí– es una empresa internacional que apuesta a seguir invirtiendo en el país, pero el aumento de los salarios en un 150 por ciento dificulta nuestra convicción de producir desde Argentina para el mundo. No hay que confundir cuando se habla del auge de la producción argentina y de su exportación al mundo: si se consuman los aumentos que el gremio exige, los productores no vamos a poder responder a esa exigencia. Son aumentos imposibles de otorgar.”
Pero la escala salarial no es el único punto que vuelve compleja la negociación. La reducción de las horas en la jornada laboral que solicita el gremio actoral es otro foco de conflicto para llegar a un acuerdo. En la práctica ordinaria, desde la AAA afirman que un día de trabajo –llámese grabación– puede llegar a durar entre 8 y 10 horas de labor efectiva, más una hora destinada a la comida. Mucho más tiempo que el que estipula el convenio laboral vigente (322/75), que especifica a la jornada en 6 horas 25 minutos, más la posibilidad de horas extras pagadas como tal. “Nosotros, conscientes de las nuevas formas de producción que tomó la actividad, ofrecemos como posibilidad una jornada de trabajo conformada por 8.45 horas para tiras y unitarios, incluida la hora de comida. No sólo porque trabajar más atenta contra la vida de los actores, a la vez que desmerece la calidad televisiva, sino porque ahora la mayoría de los estudios están en Martínez, por lo que a 11 horas de trabajo hay que sumar las dos horas de viaje y la memorización de los guiones.”
Por último, la otra traba en la discusión salarial es la que refiere al pago extra que cada actor debe cobrar por las repeticiones de los programas, tanto en la pantalla local como en las transmisiones en otros países de esos mismos ciclos, tan de moda en tiempos de televisión globalizada. En este punto, los productores ni siquiera plantean una contrapropuesta al pedido de adicionar al salario de los bolos –tanto de tiras como de unitario– unos 100 pesos. “No hubo medidas de fuerza, pero sí le presentamos al ministerio la posibilidad de exigir el trabajo a convenio: 6,25 horas por día y horas extras. Nuestro compromiso no es ir al paro, pero sí utilizar todas las herramientas legales que tengamos”, concluye Alí.
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