CARLOS ALDAZABAL Y EMILIANO BUSTOS, POETAS
Acaban de crear El Suri Porfiado, un nuevo sello editorial. Mañana presentarán en el Centro Cultural de la Cooperación los diez primeros títulos, que reúnen a maestros y a jóvenes autores.
› Por Silvina Friera
La presentación en sociedad de una nueva editorial de poesía es un motivo suficiente para festejar. Pero más aún cuando de entrada publican ¡diez libros! que prometen diversidad de estéticas y la convivencia de maestros –Oscar Steimberg, el santiagueño Bernardo Canal Feijóo (1897-1982) y el pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz– con jóvenes poetas de todo el país, como el salteño Carlos Aldazábal, el neuquino Tomás Watkins, el correntino Rodrigo Galarza, el pampeano Sergio De Matteo y el bonaerense Emiliano Bustos. Aldazábal cuenta que El Suri Porfiado surgió como un chiste. “Hicimos una lista con nombres posibles: Ediciones del Dromedario, Yacaré o Ñandú Ediciones y otros más. Me acordé de una extraordinaria novela de Federico Gauffin, En tierras de Magú Pelá, y de una localidad salteña que aparece mencionada en el relato: Suri Pintado. ‘Suri’ es una palabra quechua que equivale a ‘ñandú’. De ahí a cambiar el adjetivo ‘pintado’ por ‘porfiado’ fue un solo paso. Extrañamente, el nombre que la mayoría terminó eligiendo funciona bastante bien como metáfora de la poesía: ese género que insiste en contra del sentido.” La puesta en escena de esta diversidad anunciada se realizará mañana a las 19 en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). “Para no arruinar la sorpresa sólo diré que, además de la poesía, hacia el final Gabo Ferro cerrará el círculo poético con algunas de sus estupendas canciones”, anticipa Aldazábal en la entrevista con Página/12.
Hijo del poeta Miguel Angel Bustos, desaparecido en el otoño de 1976, Emiliano Bustos, cuyo nuevo poemario Cheetah está entre los diez títulos que se presentarán, opina que a pesar de que abundan las propuestas editoriales, “muchas reafirman algunos empecinamientos propios de la época: no hay herencia poética, o es poca y hay que buscarla en dos o tres referencias, no más; la geografía es mínima y está distribuida en tres, a los sumo cuatro lugares específicos”. Bustos precisa que la intención de El Suri Porfiado sería “desarmar estos supuestos o ‘consensos’”. Aldazábal plantea que la editorial invita a tener un lugar donde el decir sea propio, “donde las voluntades ajenas dejen de funcionar como mordaza”. “Los poetas involucrados en el proyecto hemos tratado de seguir un camino al margen de las modas o las tendencias dominantes. Hablamos desde tradiciones individuales, que en cada uno de nosotros se vincula con un fuerte sentido de pertenencia, sea geográfico, político o decididamente existencial”, explica el autor de El caserío, su nuevo poemario, y de Heredarás la tierra, ambos publicados en el nuevo sello. Además de los poemarios de Bustos y de Aldazábal, se presentarán Penúltimo poema del fútbol, de Canal Feijóo; Elegías de la piedra que canta, de Bustriazo Ortiz; Posible patria y otros versos, de Steimberg; Diario de navegación, de De Matteo; Parque de destrucciones, de Galarza; 26, de Watkins, y Poema en veinte vinos, de Dante Sepúlveda.
“Todos los que estamos en el catálogo nos sentimos orgullosos por la compañía. Hay un respeto y una admiración tanto hacia los maestros como entre los pares”, aclara Aldazábal. “La propuesta es la de la multiplicidad: múltiples maestros, múltiples estéticas. Si Watkins y Sepúlveda, en tanto patagónicos, reivindican a Juan Carlos Moisés, Jorge Spíndola o Raúl Mansilla, con Galarza está Corrientes, y la extraordinaria voz de Francisco Madariaga vuelve a alzarse pletórica y perfecta. En Bustos se sintetiza lo mejor de la tradición rioplatense: el lirismo de su padre, Miguel Angel, y la parodia de Leónidas Lamborghini, pero también Steimberg. Si en De Matteo es posible reivindicar la tradición pampeana de Olga Orozco y Bustriazo Ortiz, en mi caso está el Norte, con el vanguardismo de Canal Feijóo incluido, pero también Manuel J. Castilla”, analiza Aldazábal. “En cuanto a los libros que acabamos de publicar, es importante señalar el significado de las dos joyitas de la colección: Elegías de la piedra que canta, de Bustriazo Ortiz, el primer libro de este extraordinario poeta que se publica a nivel nacional, y Penúltimo poema del fútbol, de Canal Feijóo, el primer libro en la historia de la poesía argentina (se publicó por primera y única vez en 1924) que fue capaz de poetizar la pasión del fútbol, camino transitado después por poetas como Mario Jorge De Lellis, Horacio Salas, Roberto Santoro y, últimamente, Fabián Casas”. Para el próximo año la prioridad sería publicar a poetas mujeres como Verónica Ardanaz y “esa extraordinaria poeta tucumana tan olvidada, María Elvira Juárez”, apunta Aldazábal. También se sumaría al catálogo Alberto Szpunberg, “por quien sentimos respeto, admiración y afecto”, añade Bustos.
–¿Qué tipos de debates o intervenciones buscan fomentar en el campo de la poesía?
Carlos Aldazábal: –Todo catálogo responde a parámetros estéticos y políticos. Algunos planteos que se me ocurren ahora son que la poesía argentina no se restringe a una cuestión barrial de la Ciudad de Buenos Aires o del Conurbano bonaerense o de Rosario o de Bahía Blanca, aunque algunos antólogos, por pereza, prefieran leer en estas zonas; que la poesía, como todo producto artístico, no evoluciona sino que responde a una época, lo que no invalida que el futuro de una literatura se encuentre muchas veces en las grietas del pasado, y de esto parece dar testimonio el libro de Canal Feijóo. No debería entenderse por vanguardismo cualquier intervención egocéntrica. La realidad de que la vanguardia ha devenido en tradición debería admitirse. Creo que el gesto de vanguardia radical que aún nos queda es manejar los múltiples matices de las tradiciones; los mejores poetas argentinos no son, necesariamente, los que se dedican a formar alumnos en costosísimos talleres. El intercambio económico no garantiza la aparición de un poeta, ni para el tallerista ni para su profesor. Si hay algo que pretendemos con nuestra intervención es mostrar los múltiples caminos de la poesía, y hacer que esos poetas de los márgenes vengan al centro, antes de que algún comedido los descubra. El riesgo, que siempre está, es caer en las facilidades de las consagraciones esnobistas.
Emiliano Bustos: –Bustriazo Ortiz propone una gran tensión lírica en sus textos, y –lo supimos en demasía durante los ‘90– la lírica está –o estuvo hasta hace muy poco– bastardeada. Afortunadamente hay quienes, con su obra, demuestran la cortedad de ese planteo. Y la propuesta vanguardista de Canal Feijóo nos propone un gran trabajo histórico: la ruptura tiene historia y la historia puede ser ruptura. Algunos poetas, algunas prácticas de la crítica poética actual, parecen imponer, una vez más, cierto yugo o mapa de lo actual, de lo histórico. Penúltimo poema del fútbol demuestra qué tan antigua es, entre nosotros, esta relación literatura-fútbol, aunque algunos la supongan novedosa y propia.
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