MININO GARAY Y “LOS TAMBORES DEL SUR”
El percusionista argentino, radicado en París, presenta esta noche en La Trastienda un folklore mixturado con otros ritmos.
› Por Karina Micheletto
Le dicen Minino por “pequeñito”, un apodo que ganó cuando llegó a París, veinte años atrás, y que –viendo su altura y tamaño– parece bastante desubicado. El percusionista Minino Garay construyó desde Europa una carrera que lo ligó musicalmente a compatriotas también establecidos en París (Tata Cedrón, Raúl Barboza, Juan José Mosalini, Gustavo Beytelmann), y a figuras de tan diversa procedencia como Julien Lourau, Magic Malik y Dee Dee Bridgewater. Y también se dedicó a hacer su música, donde suena una chacarera junto a un ritmo afro o de cumbia, o de candombe, o de rock, y un toque de jazz o un toque de groove, y lo que bautizó speaking tango, que es una especie de rapeo en 2x4. Hoy a las 21 mostrará cómo suena esta música con su banda “Los tambores del Sur” en La Trastienda Club (Balcarce 460).
Hace pocos días, Minino Garay y Los Tambores del Sur sorprendieron en un escenario telúrico y muchas veces tradicionalista como el de Cosquín, con una propuesta rítmica que encendió a la plaza Próspero Molina. Ahora, este cordobés que no pierde el acento busca poner un pie en la Argentina –en Latinoamérica, aclara– con una banda multiorigen. Los Tambores del Sur que acompañan esta vez a Garay son Eddy Tomáis, Esteban Gutiérrez y Martín Bruhn en percusión, más Diego Bravo en piano, Carlos Buschini en bajo, Juan Martín Medina y Leandro Guffanti en vientos. También habrá dos invitados: el ex Los Jaivas Pájaro Canzani y el actor Daniel Araóz, con portación de su pasaporte cordobés.
Garay volverá durante el año en otras circunstancias: en abril, en una gira con un quinteto que integran el flautista francés Magic Malik y el charanguista Jaime Torres. Y hay tratativas para venir en octubre con la cantante Dee Dee Bridgewater, para el Festival de Jazz. Mientras tanto, Garay dice que está concentrado en fortalecer la brigada local de Los Tambores del Sur. “El fuerte del grupo es el trabajo, todo está escrito. Ahí es donde aplico la disciplina de trabajo”, define el músico a su ensamble.
–¿Qué sería exactamente esta “disciplina de trabajo”?
–Quiero decir que éste es un grupo basado en las percusiones, y en todo el espectáculo hay un único solo de percusión. Todo está escrito, trabajado y ensayado, y ahí es donde tiene que haber una disciplina. Y también la disciplina de creer en lo que cada uno hace, en lo que hace el de al lado y en hacia dónde está marchando en general el proyecto.
–¿Cómo llega al cruce de géneros que suena en su música?
–Percutir es una de las maneras más naturales de comunicarnos que tenemos los seres humanos, lo hacemos desde siempre. Con mi instrumento, yo comunico lo que soy en forma íntegra. No es una pose ni estoy vendiendo nada, ni me imagino una “mezcla”. Es lo que soy: hago folklore porque nací donde nací, yo soy hijo del Chango Farías Gómez, Raúl Carnota, Jaime Torres, toqué con ellos. Estudié desde los 12 hasta los 20 años en el conservatorio con Eleuterio Ocampo, el gran profesor de percusión clásica, eso también me influyó, seguramente. Trabajé en grupos de cuarteto antes de irme a Francia, y eso también está, me marca la influencia de Rubén Rada; incorporo jazz porque trabajé con mucha gente de ese género. Hago sonar lo que aprendí en mis viajes a Africa, o a Brasil, o a Sudamérica... A mí no me la contaron, hace veinte años que estoy trabajando en esto. Simplemente, pongo en práctica todo lo que aprendí y toco lo que me gusta.
–Debe comparar su experiencia de trabajo en Francia con la de colegas argentinos. ¿Cuáles son los pros y los contras de ser músico en Europa?
–Lo bueno, buenísimo: allá, si lográs entrar en el medio, te sentís realmente un artista, un profesional. Por ejemplo, en Francia cobrás un seguro si no trabajás un mes o más, porque no te salió nada o porque decidiste parar para ponerte a estudiar o armar algo. Yo soy un agradecido, en ese sentido Francia me dio todo. Por el lado de las malas, más vale que te perdés conocer un poco de tierra, que se te pierden ciertos movimientos de la música popular que se cocinan acá. Pero no hay que verlos como pros y contras. Lo único que sé es que si te vas a otro país, tenés que tratar de abrirte a estar en contacto con otros músicos del mundo. Yo no voy a irme a Francia a encerrarme a llorar tango. ¡Al contrario! ¡En cualquier momento la hago cantar zamba a Dee Dee Bridgewater!
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