OPINION
› Por Fernando “Pino” Solanas *
Más allá del respeto y simpatía personal que tengo por Jorge Alvarez puedo dar una opinión franca de todas las cosas que en estos años varias veces le pedí y le dije. Ignoro por qué renunció a la presidencia del Incaa. Ha habido justificados pronunciamientos de sectores de la industria, de los directores de cine. Ya se hicieron escuchar a fin de año. Lo más lamentable de esto es que Alvarez comenzó con una buena gestión, con muy buenas intenciones, pero todo quedó en promesas.
Hubo cosas muy graves. Nunca puso en funcionamiento el Consejo Asesor. Con eso estoy diciendo que no cumplió uno de los puntos esenciales de la Ley de Cine. Yo fui el motor de la Reforma de la Ley de Cine como diputado de la nación. El Consejo Asesor era el órgano fiscalizador, una suerte de auditoría permanente del Instituto, del control administrativo también. Con la excusa de que había varias asociaciones de directores, él decía que no podía elegir ninguna. Mentira. El Instituto tenía que reglamentar el Consejo Asesor y cortar por lo sano. Por lo tanto, la gestión de Alvarez no tuvo control administrativo ninguno por parte de la industria que era el Consejo Asesor.
Ese fue el primer punto gravísimo. Segundo: no profundizó la gran iniciativa que fue la creación de los Espacios Incaa que empezaron a venirse abajo al final de la gestión de Jorge Coscia. El resto ha sido un desastre. Las pocas salas que quedaron son una vergüenza. No se reformaron como se prometió. No hay ninguna justificación para que las salas del Incaa para cine argentino no tengan la mejor proyección del país. Al Gaumont le hicieron unos retoques, pero nunca lo llegaron a reformar y nunca llegaron a arreglar nada del Tita Merello. Un desastre. Tendría que haber ampliado el circuito de salas, que hubiera cuatro o cinco en la Capital. Y en el interior del país murieron casi todas.
El tercer punto de reivindicación histórica del cine nacional: tampoco pudo conseguir una cuota de cine nacional en todos los canales de televisión. La ley dice que debe exhibirse cine nacional en todos los lugares de exhibición. La televisión es uno.
Un cuarto punto muy grave es que hace once años se votó en el Congreso de la Nación por unanimidad en Diputados y en Senadores la Ley de Creación de la Cinemateca y Archivo Nacional. Se votó dos veces: Menem la vetó y un mes después todos los diputados y senadores de todos los partidos, incluidos los menemistas, volvieron a confirmar la ley. Pasaron once años y el Instituto desde el año ’97 hasta hoy está en falta. Está violando la ley burlándose del Congreso porque no reglamentó la ejecución de la ley. ¡Gravísimo! Los negativos los seguimos guardando todos los productores y directores en el ropero o en el sótano de la casa. Se están pudriendo. Lo que es grave es que el secretario de Cultura de la Nación no haya ordenado al Instituto la reglamentación y puesta en marcha de la Ley de Creación de Cinemateca Nacional y Archivo de la Imagen con el presupuesto que fija la ley.
No tengo ningún problema en señalar las limitaciones de la gestión de Jorge Alvarez porque todo esto se lo he dicho. En lo personal, lamento profundamente que mi proyecto Los hombres que están solos y esperan esperó un año y medio para que el Instituto me lo aprobara. Y nunca lo aprobó. Y se cayó la película.
* Cineasta.
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