FERIA DEL LIBRO › ALIJA ENTREGA HOY LOS PREMIOS A LO MEJOR DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
El Gran Premio de la asociación lo recibirá Mañana viene mi tío, del uruguayo Pantana, que también se destacó como mejor libro álbum. Habrá galardones para Eduardo Abel Giménez, Sandra Siemens, Juan Sasturain, David Wapner y Juan Soto.
› Por Karina Micheletto
Suenan fanfarrias y hurras en la literatura infantil y juvenil argentina: Alija, la asociación que nuclea a la producción local, entrega hoy sus premios anuales en la Feria del Libro, con la pompa y circunstancia de la ocasión. El modo en que esta asociación, sus premios y su trabajo –y también el de editores, libreros, autores y mediadores– han ido creciendo, ratifica el buen momento que está atravesando esta literatura en la Argentina. Basta recorrer los pasillos de la Feria, en cualquiera de los colores de sus pabellones, para ratificar cuánto han crecido en cantidad y calidad las ediciones para chicos y jóvenes, con sellos especializados que siguen surgiendo con nuevas propuestas.
Entre los ungidos con el Premio Alija están libros como El bagrub y otros cuentos (i)lógicos, de Eduardo Abel Giménez, ilustrado por mEy (Estrada), como mejor cuento infantil, y Un auto en dirección hacia (David Wapner y Juan Soto, ediciones Del Eclipse), como cuento juvenil; con menciones especiales para Tortilla de papas, de Sandra Siemens, y Trasnoche, de Pablo de Santis. Siemens también se llevó el premio a la mejor novela juvenil por Tatuajes (Norma), mientras que la mejor novela infantil fue Vania y los planetas, de Eduardo Abel Giménez (Edelvives). Otros reconocimientos fueron para la poesía de María Cristina Ramos en Dentro de una palabra (Sudamericana), los libros informativos El cumpleaños de Mona Lisa (Istvansch, Arte a Babor) y Terremotos y volcanes (Iamiqué), Abecedario (Ruth Kaufman, Raquel Franco y Diego Bianchi) y Cocorococó (Didí Grau y Christian Montenegro), ambos de Pequeño Editor. En las historietas –otro mundo en crecimiento para lectores niños y jóvenes–, los galardonados son La reina del río (Carlos Trillo y Horacio Domingues, Comiks Debris Ediciones), como historieta infantil y por labor editorial, y Perramus. La Isla del Guano (Juan Sasturain y Alberto Breccia, Ediciones de la Flor) como historieta juvenil.
También se reconoció a la colección Teatro de Papel (SM) y el rescate editorial de Eudeba, que reeditó la colección Los Cuentos de Chiribitil, de aquellos tiempos de gloria del Centro Editor de América Latina. El honor del Gran Premio Alija fue para Mañana viene mi tío, del uruguayo Pantana (Ediciones Del Eclipse), que también se destacó como mejor libro álbum. De algún modo, es otro rescate de época, porque se trata de un homenaje implícito a La línea, aquel libro de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes que marcó historia y vanguardia, a pesar de la censura que le impuso de la última dictadura cívico-militar.
En la ilustración, toda otra disciplina en gran desarrollo, se premió el precioso y preciosista trabajo de Eugenia Nobati sobre los Cuentos grotescos y espeluznantes de Edgar Allan Poe, que editó Una Luna. Hubo también menciones para el sutil trabajo sobre piedritas que hizo Claudia Legnazzi en Una casa bien abierta, un texto del brasileño Carlos Pessoa Rosa (Pequeño editor), y para Lara y su lobo, por las ilustraciones de Saúl Oscar Rojas sobre el texto de Perla Suez (Comunicarte). Y casi como una confirmación del modo en que se está expandiendo el género, también con apuestas por lo improbable –que nunca es lo mismo que lo imposible– se creó la categoría Fuera de Categoría, tan adecuada para la excepcional Puatucha Rentes, la leyenda perdida, un delirio artístico de Istvansch, maravilloso en forma y contenido, acompañado por Calibroscopio.
Todos estos libros pueden encontrarse en la Feria del Libro, donde muestran lo que hacen las mega editoriales y también las más chicas y nuevas. En el recorrido por la feria de este año llama la atención, por ejemplo, la aparición de Limonero, un flamante sello editorial independiente “dedicado, decidido y hasta empecinado en publicar y difundir el libro ilustrado”. Está estratégicamente ubicado en el stand conjunto de Libros para Atesorar, que nuclea editoriales independientes (ganadoras también de premios Alija), y la circulación de gente que se advierte en este espacio es otro indicio a tener en cuenta. Y en la posibilidad de contacto directo con los autores leídos y admirados radica gran parte del encanto de una feria como esta. Y para los que hacen los libros ése es, seguramente, todo un premio aparte.
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