SERIES › NETFLIX ESTRENó LA SEGUNDA TEMPORADA DE HEMLOCK GROVE
Vampiros, licántropos y un pueblo maldito le dan forma a esta producción de Netflix que ha sido comparada con la saga Crepúsculo y con Twin Peaks, pero que se anima a apropiarse de varios géneros más. “Esta es una serie sobre monstruos”, asegura Eli Roth, su creador.
› Por Federico Lisica
Página/12 En Brasil
Desde San Pablo
Alguien camina por la sala para la prensa en el Hotel Fasano de San Pablo con un bate de béisbol en la mano. No es uno de los fans de Eli Roth que aguarda en la calle por el productor de Hemlock Grove o sus protagonistas, Famke Janssen (X-Men) y Madeline Brewer (Orange is the New Black). Se trata de un periodista televisivo que planea hacerle una broma estilo CQC al mentor de esta serie original de Netflix. Y no está mal. Puede que Roth haya reformulado el género de terror hacia una veta más provocativa y explícita (Cabin Fever, Hostel), pero el gran público lo recuerda por su participación como “el Oso Judío” en Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino. Particularmente en la escena que tenía las pupilas negrísimas y le partía la crisma a un nazi con un bate, como nadie había empleado ese elemento desde Al Capone en Los Intocables.
“Como director es genial, es un gran sádico. Necesita ir a terapia pronto. Algo le habrá pasado de chico –bromea Janssen con Página/12–. Pero la gente que ama el género de horror suele ser así. Por un lado, tienen una mente retorcida, y por otro son muy dulces y amorosos, son híper creativos y es muy fácil trabajar con ellos.” Brewer también tiene su opinión sobre el patentado estilo de Roth, entre lo tortuoso y real, y sí, extremadamente sangriento: “Sólo pude aguantar veinte minutos de Hostel, me dio asco. No sabía que él había hecho Cabin Fever, que es una de mis películas de terror favoritas, la veía todo el tiempo en la secundaria. ‘Vos sos el tipo de Cabin Fever, es increíble’, le dije al enterarme. Creo que todos los que estamos involucrados en Hemlock Grove amamos el género de horror y nos gusta ese tipo de locura. ‘Dale, sí, vamos a sacar los huesos de un hombre lobo y que se vea bien todo..., que tus tetas comiencen a sangrar’. Hay que estar loco para poder involucrarse con algo así de raro”.
¿Pero que es en sí Hemlock Grove? La serie fue una de las primeras producciones originales de la señal On Demand y hasta ahora la única que probó con el terror. Aunque no sería del todo correcto ubicar sus dos temporadas a un solo género. De hecho, los seguidores de Roth se sorprenderán al ver alguno de los 23 episodios de este proyecto, más cerca de lo pesadillesco alla David Lynch que del puro festín gore de desmembramiento y vísceras (que tampoco faltan). Todo acontece en el extraño pueblo de Pensilvania que le da nombre a la serie, que es una reformulación de la historia de vampiros, de licántropos, de doctores Frankenstein y hasta “de preparatoria”. El verdadero eje pasa por la singular amistad entre los carilindos y adolescentes Roman (Bill Skarsgård) y Peter (Landon Liboiron). Uno es un Upir (vampiro proveniente de la mitología rusa), parte del clan que domina esa localidad e hijo de Olivia Godfrey (la matrona interpretada por Janssen). El otro, un hombre lobo, descendiente de gitanos y bohemio. También hay lugar para un emporio médico dedicado a revivir a los muertos. Y hasta para “violaciones mentales” que en la pantalla se ven como anunciaciones de arcángeles malditos. Muchas cosas suceden en Hemlock Grove, concebida según Roth y plausible de ser consumida como una “película de varios episodios”.
–¿Por qué sólo dirigió el primer episodio de la serie?
–Tuvo que ver con el tiempo de realización. Dirigí el piloto, que me permitió crear el mundo en el que se desarrollará el resto de la serie. Reuní a un equipo de gente que me ayudó con su aspecto visual, directores y diseñadores que trabajaron en films como Donnie Darko, o en películas mías. Quería darle cierto look especial, es muy estilizado, no quería que se viera “realista” sino que tuviese algo “de novela”. Todo es muy cinemático con la ropa y los autos de colección. Quería crear ese universo.
–Usted definió a Hemlock Grove como una película de varios capítulos, ¿cómo fue planeado ese aspecto?
–Sabíamos que la serie iba a poder consumirse de un tirón. Entonces, antes de lanzarla, la vimos varias veces, nos dimos cuenta de que en el capítulo siete u ocho había aspectos que no se iban a entender demasiado si no los explicábamos antes, por eso tuvimos que rodar escenas extra que incluimos en el piloto. También hay otras que rodé yo y fuimos esparciendo más adelante. Como la escena en la que Roman hipnotiza a una porrista. Lo mismo con las transformaciones en hombre lobo: había hecho un story board y planeado paso a paso; quería que fuese como cuando sos chico, estás en una clase de ciencia, te muestran un video de un nacimiento y vos decís “aggggghh” y las chicas te dicen que vos no vas a tener que pasar por eso. O comerse una placenta, ese tipo de cosas.
–¿Qué cambió en la segunda temporada?
–Para mí, la serie es sobre monstruos. ¿Qué es ser un monstruo? Olivia, el personaje de Famke, es el más bello en lo exterior y es horrible por dentro. Hay otros que son lo opuesto. Los de Peter y Roman tienen que pelear contra algo que está dentro de ellos. Es como cuando tomás una droga: podés estar despierto por varios días fumando metadona. Lo que quería desarrollar era algo parecido. ¿Qué pasaría si los protagonistas lucharan contra lo que es innato? En la primera lo descubrieron y ahora lo exploran.
Hemlock Grove está basada en la novela de Brian McGreevy, quien, a diferencia de otros autores que encuentran material para una saga de terror, no mostró interés en desarrollarla más allá. “Fue muy bueno contar con la novela –explica Roth–, ya sabemos hacia dónde irán los personajes, tenemos un arco para la historia de algunas temporadas más. La segunda ya es una invención total, es mucho más gore que la primera. La tercera, cuarta y quinta pueden ser otra cosa, algo completamente diferente.” Roth es consciente de que la suma algebraica de lobos, vampiros y romances lleva a pensar en un solo resultado: Crepúsculo. De hecho, en alguna ocasión dijo que Hemlock Grove no sería Crepúsculo hasta que jugara a ser como la historia de Stephenie Meyer. En otras, se quiso separar por completo de esa saga, una de las factorías cinematográficas más redituables del siglo XXI. Por eso, los involucrados mencionan un condimento especial, una referencia televisiva que sobrevuela en la imagen, la música, el humor y el enrarecimiento general de la producción. “Cuando me llamaron y me dijeron que era algo así como Twin Peaks, yo estaba muy sobresaltada –recuerda Janssen–. Fue la única serie que me hizo volver especialmente a mi casa para no perderme ni un capítulo. Había que seguirlo porque era muy distinto a lo que se hacía entonces, tan oscuro y raro, completamente renovador. Las similitudes se dan porque es un pueblo pequeño donde hay un asesinato y aparece esta galería de personajes tan insólitos. En realidad, no importaba quién había matado a Laura Palmer, como acá tampoco quién es el asesino, sino lo que se genera alrededor.” Roth amplifica: “Amo Twin Peaks. Es una historia de crimen pero es otra cosa, y eso ya estaba en la novela. Nunca había probado con lo sobrenatural, tampoco. En general, mis películas están basadas en componentes muy reales. Quería probar dando mi versión de ese mundo. Algo que se sintiese fresco. Cuando la gente ya parecía cansada de historias medievales, que todo era El Señor de los Anillos, aparece Game of Thrones y todos quedamos maravillados. Siempre podés ser creativo. En este caso, sumamos el componente de la biomedicina en una historia con mitología clásica de monstruos. Lo mezclamos”.
Si en Twin Peaks un agente del FBI llegaba a ese pueblo y no podía escapar, en Hemlock Grove eso le sucede al personaje Madeline Brewer. En la segunda temporada su Miranda Cates será la forastera que arriba para cambiar el status quo. Incluso, con el homoerotismo latente entre los dos protagonistas jóvenes. Sí, en Hemlock Grove un vampiro y un hombre lobo pueden sentirse atraídos mutuamente. “Más que quebrar esa relación, diría que Miranda la refuerza, hay una química especial entre ellos dos. Eso es evidente. Los dos fueron los bichos raros del colegio, cada uno a su modo. Pero les gustan las mismas cosas, las mujeres, sienten que son diferentes. Obviamente son grandes amigos y en cierto nivel tienen esa extraña atracción de la cual no están del todo seguros. Ella acabará en un trío con los dos, pero creo que vuelve a unirlos; en un punto, es la médium para que se desarrolle la segunda temporada”, explica Brewer, que viene de hacer de Tricia una presa en Orange is the New Black. “Hemlock Grove es otra clase de prisión. Tiene como una fuerza que no te deja salir de allí. Miranda ni siquiera quiere estar allí, simplemente llega y las cosas van de mal en peor. Es un pueblo sobre el que hay permanentemente una nube negra. Es opresivo. En ese sentido, mi personaje no es tan diferente de Tricia. Los personajes se quedan con vos y a veces te preguntás cómo actuarían en tal o cual situación. Tricia seguramente hubiese fumado crack para olvidarse de todo”, se responde a sí misma.
Al igual que OITNB y House of Cards, Hemlock Grove es una de las series originales de Netflix, plataforma que parece estar tomando nota de las nuevas formas de consumo y de realización. “Lo mejor son las opciones que tenemos los actores, realizadores y el público. Se rompieron los esquemas, no sabés bien si algo es industrial, independiente, películas para tevé. Es material nuevo”, apunta Janssen. Brewer, por su parte, no tiene dudas de que un producto de este tipo sólo podría haber salido en la web: “Nunca lo hubiesen aceptado en tevé abierta, tampoco en el cine. Doy un ejemplo: en la primera temporada, Roman hipnotiza a una porrista que está menstruando para estar con ella por todo el tema de la sangre. ¿Dónde ves eso? Y acá no tuvieron problemas, ‘vamos con eso’, te dicen. No se vio en True Blood ni en Crespúsculo. Por momentos es muy explícito, no sé cuántos litros y litros de sangre me tiraron en un episodio, la sangre salía como de un geiser”. Roth se muestra entusiasmado con estos cambios en el seno de la industria audiovisual: “Necesitamos que la serie se siga comentando en las redes sociales”.
–Usted señala que Hemlock Grove cruza varios géneros a la vez y se consume a través de una plataforma como Netflix. ¿El género de terror puede cambiar por esa forma de consumo?
–Dos o tres décadas atrás hubiese sido impensado, lo digo como fan del género. Tenías los VHS, pero no de este tipo –ni este caudal– de información. Para mí, es parecido a la función del shuffle en los iPods, donde todo está mezclado. Ahora ves todo así, sean documentales, comedias o películas de horror: consumimos entretenimientos de esa manera. Eso sí, cuando hacés un programa de este tipo es porque previamente ya tuviste un background bastante variado. Es probar hasta dónde podés llegar con un género. Lo mismo hago con mi nueva película The Green Inferno (N. del R.: Caníbales, a estrenarse en octubre en la Argentina), que disparó mi curiosidad. Es un homenaje a las películas “camp” italianas de los ‘70. Amo a Umberto Lenzi y Sergio Martino. Pero lo que hice fue llevarlo a la actualidad, con esta suerte de activismo vago que vemos en Twitter y las redes sociales. Si vas a hacer una película sobre caníbales, no puede ser sólo una reversión de lo que ya se hizo.
–¿Es cierto que The Green Inferno está basada en Holocausto Caníbal?
–No es una remake, es un homenaje a todas esas películas, pero llevado al presente. Tenemos a este grupo de chicos activistas que deciden involucrarse y luchar por el medioambiente viajando a la selva amazónica. Van y mandan sus videos por la web. Es mayor el cariño que se tienen a sí mismos que las ganas de luchar por algo. En este caso, el enemigo es una compañía de gas que va a devastar la selva donde habita una tribu. ¿Qué lleva a estos “gringos” a querer salvar a los demás? ¿Qué pasa si los de esta tribu no quieren ser salvados? Obviamente hay un accidente, los de la tribu los ven como intrusos, los destripan, se los empiezan a comer, ese tipo de cosas (risas). “¿Por qué hacen esto? Somos sus salvadores”, exclaman. Me encanta esta idea de unos chicos con buenas intenciones y ánimos de reconocimiento que acaban devorados.
–¿Es consciente de que juega con los límites?
–Más que interesarme hacer algo nuevo, me gusta crear cosas que sean relevantes para el público actual. Lo mismo que Knock, Knock, otra película que dirigí y todavía no se estrenó. Actúa Keanu Reeves y se mete de lleno en el debate sobre la intimidad, la falta de límites que tienen las nuevas generaciones con Instagram y esas redes sociales, posteando fotos desnudas, haciendo sus caritas. “¿Qué carajo pasó acá?”, te decís. Bueno, es una buena base para hacer una película.
–¿Con qué tipo de actores le gusta trabajar?
–Admiro mucho a gente como Josh Brolin o Brad Pitt. Es el mejor. Es tan copado como te podés imaginar. Todos los de Bastardos sin gloria: Christoph Waltz, Michael Fassbender, estar con Quentin Tarantino. Fue la mejor clase maestra de dirección que alguien como yo pudo haber tenido.
–¿Va a invitar a alguno de ellos a Hemlock Grove?
–Por ahora esperemos que le vaya bien a la segunda temporada y que haya una tercera.
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