SERIES › DESDE HOY, MARATóN IN THE FLESH POR I.SAT
En momentos en que acaba de anunciarse que la serie no tendrá continuidad, los fans de la creación de Dominic Mitchell podrán ver, a lo largo de tres jueves, las dos temporadas completas. Un festival gore y una alegoría de múltiples sentidos.
› Por Horacio Bernades
Salen de sus tumbas, caminan como La Momia de Titanes en el ring, no son muy expresivos, comen carne pero no de vaca, cuando se les apunta a la cabeza caen como muñecos. Eso es todo lo que los zombis saben hacer. Por vía de la alegoría logró sacárseles todo el jugo posible. En manos de su gran recreador, George Romero, llegaron a representar el retorno de lo reprimido, los seres discriminados y hasta el pueblo sojuzgado. Pero llegó un punto en que, de tan limitados, terminaron matando al espectador de cansancio. Los fans de The Walking Dead dirán lo contrario y con razón, pero en ese caso lo que da un último hálito a la subespecie es la resistencia de los vivos. En cuanto a los zombis en sí, otras dos series son las que reinventaron su mitología, su folklore, su identidad incluso. Una de esas series es francesa. Se trata de Les Revenants, no vista por aquí. La otra es inglesa, la creó el treintañero Dominic Mitchell y se llama In the flesh. El canal I.Sat pondrá en pantalla, a partir de hoy a la noche y hasta el jueves 26, sus dos temporadas completas, en momentos en que acaba de anunciarse oficialmente que la serie no tendrá continuidad (ver detalle al pie).
Ganadora de dos premios Bafta de la televisión británica, la primera temporada se compone de tres episodios semanales de una hora de duración y fue emitida en marzo de 2013. La segunda y última constó de seis episodios, puestos al aire en mayo y junio de 2014. “No esperábamos verte... así”, titubean los padres de Kieran Walker en el primer episodio de la primera temporada, al encontrar a su hijo tan saludable, después de tanto tiempo muerto. Claro que previamente Kieran se aplicó unos lentes de contacto, para disimular su iris color blanco, y se aplicó una buena capa de maquillaje, para hacer ver el pálido rostro como recién salido de una cama solar. Primera diferencia de fondo entre los muertos vivos de In the flesh y sus antecesores: éstos no matan a sus padres y seres queridos. No siempre, al menos. No los que fueron reeducados y medicados.
La serie comienza años después de producido el “levantamiento” de los zombis y la guerra civil posterior, en la que los vivos recuperaron el control. En ambos bandos hay halcones y palomas. Liderados por un pastor con mentalidad de capellán, los halcones del bando de los vivos tienen su brazo armado, la Fuerza de Humanos Voluntarios, milicia paramilitar que combatió a los living dead. Las palomas, a su turno, intentan “recuperar” a los zombis, mediante reeducación y la aplicación de una droga que controla los efectos de la rabia, permitiendo el experimento de reintegración social. En el pueblito ficcional de Roarton, cuyos habitantes no se caracterizan por su gran apertura, los esperan sus parientes y quienes quieren cobrarse venganza de ellos. En algunos casos, unos y otros son los mismos.
Desplegando temas, subtramas y una mitología propia de absoluta coherencia, con total economía narrativa, In the flesh se abre a las más variadas interpretaciones. Por un lado están las referencias al sida, con toda una jerga tecnocientífica-eufemística en la que se habla de Síndrome de Muerte Parcial y de “reinicio” de los muertos vivos, en el sentido informático del término. De modo casi cronenberguiano, la droga sedativa, que se llama neurotriptalina, debe aplicarse en un agujero practicado a tal efecto, en la base de la nuca de los “parcialmente muertos”. Hay quienes responden al tratamiento, realizado en un centro estatal, y quienes no. Los primeros son devueltos a sus familias, los otros permanecen bajo encierro. El protagonista, que es gay, se suicidó después de que el soldado al que amaba murió en el frente de combate, en Afganistán. Los miembros de la FHV –entre ellos la hermana de Kieran, apodada La Rambo de Roarton– velan las armas para recibir como se debe a los que llaman “los podridos”.
Pero los “podridos” también tienen sus halcones. Espejo de los del otro lado, se trata de fanáticos integristas, nucleados en el Ejército de Liberación de los No Muertos y liderados por un Profeta: toda relación con el mundo actual parece algo más que mera coincidencia. Administrando con inusual sabiduría el gore visceral y la alegoría de múltiples sentidos, el terror gráfico y la fantasía especulativa, In the flesh no permite la identificación fácil. Los reaccionarios más extremos no carecen de razones personales, y nunca deja de hacerse presente que las víctimas (los zombis) son potenciales devoradores de gente.
La de Dominic Mitchell tal vez sea la primera ficción de zombis que se hace cargo de su tema, que no es otro que la muerte. Acá la muerte duele. Tanto en los que vuelven como en los que van a ser ejecutados. Duele la muerte propia, la de los seres queridos y la infligida al semejante: a Kieran lo atormentan tanto las cicatrices de sus muñecas como los recuerdos de la época en que devoraba cerebros. Para más datos, durante el levantamiento le comió literalmente el bocho a una integrante de la FHV: los milicianos están que se salen de la vaina por él. Incluida su hermana menor. Kieran –cuyo apellido es Walker, como si desde siempre hubiera estado llamado a ser un walking dead– es sin embargo un tristón, un melanco, un emo. Como todos los personajes de In the flesh, tiene sus motivos para ser como es.
La de Dominic Mitchell es, quizá, la primera ficción cuyo héroe no es un suicida potencial sino efectivo. Su mortuoria melancolía tiñe la serie entera. La creación de Mitchell se toca con Criatura de la noche, aquella película sueca que años atrás reinventó la mitología vampírica, tanto como ésta lo hace con la de zombis. A ese clima apesadumbrado vienen a contrapesarlo los toques de humor negro (la asistenta que aprendió a aplicar inyecciones de neurotriptalina por correspondencia), humor corrosivo (los papás le piden a Kieran que aunque ya no come carne, haga “como que come” durante la cena), humor físico (la amiga zombi del protagonista, todo un tiro al aire) y humor gore. En este punto es inolvidable la mamá de Kieran, que enciende el motor de una sierra eléctrica para defender al nene de los fachos que sitiaron la casa.
* Hoy, a partir de las 22, los tres episodios de la primera temporada. El jueves 19, a la misma hora, los tres primeros de la segunda temporada, y el 26, los tres últimos.
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