SERIES › PACO CABEZAS ES DIRECTOR DE LA SERIE PENNY DREADFUL
El cineasta cree que sus personajes extremos fueron la razón por la que lo llamaron para la serie de HBO, que mezcla celebridades de la literatura victoriana como Drácula, Dorian Grey, Frankenstein y Jekyll, con brujas, posesos y hombres-lobo.
Termina el siglo XIX y en la bruma victoriana de Londres se hunden brujas, hombres-lobo, demonios, posesos y celebridades locales de la literatura de época como Drácula, Dorian Grey o los tordos Frankenstein y Jekyll. Acaso en sintonía con el exitoso ardid del universo comic de reunir superhéroes –de La Liga Extraordinaria a Batman v Superman: el origen de la justicia–, el furor por los crossovers de personajes famosos tiene uno de sus cruces más hechizantes y atrayentes en la serie Penny Dreadful (cuyas dos primeras temporadas están disponibles en Netflix y HBO, y que acaba de concluir su tercera y última en el hemisferio norte). Esta producción angloestadounidense de Sam Mendes, con un plantel que incluye a un ex Bond ochentoso, Timothy Dalton, y a la irresistible y border actriz francesa Eva Green, trasciende el mero amontonamiento de jetones de ficción y construye un universo acuarelado, oscuro y sangriento. Y con un elenco coral que se destaca por la falta de moderación: aquí todos son sexópatas, adictos o violentos. Todos tienen muertos en el placard o están a punto de meterlos allí. El que no está atormentado por sus pecados, está ocupado en pecar y/o en atormentar al prójimo. Todos –los humanos y los no tanto– viven la vida más que intensamente y lo más atractivo de Penny Dreadful es, precisamente, ese contexto de romanticismo extremo. Aquí la arqueología, la hechicería y la biología tienen fines parecidos; los chamanes norteamericanos y los vampiros centroeuropeos frecuentan los mismos círculos; unas manos yerguen porros y otras blanden jeringas; y un mismo personaje se revuelca en el mismo living con un cowboy licántropo, una prostituta tísica y una travesti petitera. Sexo, droga y rock and roll; de todo y de a mucho. Página/12 entrevistó a uno de los directores de Penny Dreadful, el español Paco Cabezas.
–¿Cómo reparte la tensión narrativa entre tantos peces gordos como Frankenstein, el hombre-lobo, Drácula, Dorian Grey…?
–La clave es respetar a cada personaje tradicional y potenciar el juego entre ellos. El éxito no reside en tener estos personajes clásicos, sino en sacarles provecho. Son personajes a los que la literatura les ha sacado partido individualmente, pero que al combinarse se les puede sacar un partido todavía más interesante. Como cuando pudimos combinar al doctor Frankenstein con el doctor Jekyll, o a Dorian Grey con Lily, la novia de Frankenstein. Inclusive a Vanessa, la protagonista, enamorada a la vez de Drácula y del hombre-lobo, lo que desgraciadamente alguno asociará con Crepúsculo, que es una referencia horrible y todos los freakies del mundo odiamos terriblemente. La diferencia es que los vampiros de Penny Dreadful follan de verdad, no como los de Crepúsculo que, aparentemente, no tienen polla, o algo así. Penny... nos lleva a niveles mucho más interesantes, más sangrientos, más adultos.
–Usted es autor de Spanish Movie, una película que parodia el cine español. ¿Encuentra en Penny Dreadful algún guiño al espíritu español, o latino?
–Spanish Movie es una parodia que enfrenta un poco el mundo de Almodóvar con el mundo de Amenábar, un mundo más pasional con un mundo más frío y analítico. Penny Dreadful tiene un espíritu propio, tan literario y tan teatral que también podría ser parodiable (aunque, por el momento, lo quiero tanto que no lo llevaría a la parodia). Creo que el elemento más latino, más castizo de Penny Dreadful es la pasión de los personajes. Pese a estar dentro de un rollo británico, flemático, frío, todos los personajes tienen por dentro un volcán de pasiones, todos quieren follarse a todos, todos quieren matar a todos, hay una pasión desenfrenada, tensa, es como una familia de freaks. Y creo que ahí John Logan, creador de la serie, vio una conexión con mi mundo, con los personajes extremos, al límite: el tópico de la “pasión española”, o de la “pasión latina”. Inadaptados que llevan las cosas hasta el extremo: tal vez algo de eso andaban buscando los productores de la serie cuando me llamaron.
–¿Qué es lo que más te atrae de Penny Dreadful?
–Su componente pulp, con escenarios como el Grand Guignol de la primera temporada o el Museo de Cera, de la segunda. Ese elemento pulp prueba que se puede hacer una serie con referencias literarias, poéticas y cultas, pero sin olvidar que está hablando de sexo, violencia, muertes, asesinatos… Esa mezcla me parece lo más interesante, ese contraste que da tener, escondido entre los elementos cultos, un sustrato brutal, violento y espectacular desde lo visual.
–¿Qué paralelos hay entre esa Inglaterra gótica de Penny Dreadful y el mundo actual?
–Uno de los elementos que más me interesa es la conexión con el feminismo. Está claro que la época victoriana era evidentemente machista, las mujeres estaban básicamente esclavizadas por los hombres. Y tanto la trama de Vanessa Ives como la de Lily Frankenstein, que, perdonarán el spoiler, arma un ejército de prostitutas asesinas, bueno, me parecen magníficas. Ahí vi una conexión emocional muy fuerte con otro de mis trabajos, la película Carne de neón. Cada vez que Lily hace algún discurso sobre cómo los hombres socavan la independencia de las mujeres o reprimen el espíritu femenino, alude a algo que decididamente está ocurriendo aquí y ahora en cualquier sitio del mundo. Penny Dreadful es un alegato en defensa de lo diferente, lo extraño, lo otro. Puedes estar hablando de las mujeres, de la comunidad gay o de eso que no nos atrevemos a descubrir en nosotros mismos. Estoy encantado con la valentía de la serie, que utiliza a personajes literarios para hablar de algo tan actual y tan importante.
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