MUSICA › CHARLOTTE GAINSBOURG, EL CINE, LA MUSICA Y SU HISTORIA FAMILIAR
Hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, debió lidiar desde muy pequeña con la fama: grabó el delicado disco 5.55 –que se acaba de editar aquí, con dos años de retraso– junto a Jarvis Cocker y Air, pero aún no se animó a cantar las canciones en vivo.
› Por Roque Casciero
A mediados de 2005, cuando estuvo en Buenos Aires filmando The Golden Door, Charlotte Gainsbourg trabajaba en su segundo disco, pero no podía avanzar: aunque sus amigos de Air ya habían compuesto suficientes tracks para un álbum, los intentos de la cantante y actriz de escribir letras habían sido vanos. Pero apenas volvió a París apareció la propuesta de que Jarvis Cocker, ex líder de Pulp, pusiera su pluma exquisita al servicio del proyecto, y entonces todo se hizo más sencillo: en 2006, la hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin tenía listo 5.55, un bello trabajo en el que susurra rodeada de un auténtico dream team, porque además de las estrellas ya mencionadas participaron el productor Nigel Godrich (Radiohead, Beck) y Neil Hannon, de Divine Comedy. Con muchísimo retraso, el álbum finalmente acaba de llegar a las bateas argentinas, algo que para su autora tiene “algo de fantasía”: “Es maravilloso que el disco haya seguido viajando todo este tiempo”, asegura a través del teléfono.
Charlotte Gainsbourg llevaba veinte años sin grabar un disco y su única experiencia anterior, Charlotte forever (1986), había sido bajo la batuta de su padre, a quien llaman “el John Lennon francés”. Desde hace unos años, la obra de este compositor brillante, fallecido en 1991, ha sido revalorizada por las nuevas generaciones de músicos de todo el mundo, pero en Francia el gran Gainsbourg siempre fue una estrella. La madre de Charlotte también es muy conocida: actriz y cantante, fue la que fingió un orgasmo en la célebre Je t’aime (moi non plus), que la catapultó a la fama junto a Serge (hace unos meses, Birkin hizo dos encantadores conciertos en La Trastienda). Con dos padres así, Charlotte estuvo en el centro de las miradas de los franceses incluso desde antes de nacer, y le costó bastante amigarse con esa fama. Pese a su timidez, encontró placer en la actuación y ya tiene más de treinta películas en su currículum. Entre las más recientes está I’m not there, la particular visión de Todd Haynes sobre Bob Dylan, que se estrenará aquí el jueves 5 de junio.
Involucrada en el cine, para Charlotte la música parecía cosa del pasado, de esa época en la que el provocador Serge grabó con ella “Lemon incest”. De hecho, la dama no había pensado en hacer un disco propio hasta que se encontró con uno de los Air y con Godrich en un concierto de Radiohead. “Etienne Daho (cantante pop francés) me había pedido que cantara una canción con él y en una película me pidieron que hiciera un tema, y me gustaba hacerlo, era divertido, pero nunca era mi propio proyecto”, explica la actriz y cantante. “Sin embargo, esas cosas, o que Madonna usara mi voz en un tema, me hacían pensar en la música y en si sería capaz de hacer un disco. No lo pensaba todo el tiempo, pero estaba en algún rincón de mi mente. Trabajé con una compañía discográfica y todo el tiempo me preguntaban qué me gustaría hacer, pero como estaba con las películas no sentía la urgencia de grabar música. Hasta que conocí a los Air, cuya música me encantaba, y sí, algo sucedió. Ellos lo hicieron posible.”
–¿Sentía la sombra de su padre cuando pensaba en volver a cantar?
–Sí. Y por eso no quise cantar en francés. Pienso en él todo el tiempo, incluso si no estoy grabando en un estudio...
–Bueno, era su padre.
–Claro. Pero para este proyecto me lo pasaba pensando en mi única experiencia anterior, que había sido con él. Y, por supuesto, en todas las referencias que podía tener en las letras... Por eso, con el inglés podía tener algo nuevo. El desafío era demasiado importante, así que tuve que poner a mi padre a un costado para las letras, aunque no en la música. Me ponía muy feliz que los Air tuvieran tanta influencia de mi padre, que hicieran esta especie de pequeño homenaje. Las cuerdas son absolutamente iguales a las que usaba él, y eso me hizo muy feliz.
–¿La ayudó ser actriz a la hora de cantar?
–No, no creo, no hay mucha conexión entre las dos cosas. En realidad sí me ayudó cuando trabajé con mi padre, cuando hice el disco con él como conductor. Eso también me complicó en el inicio de 5.55, porque esperaba que alguien me dijera que intentara las cosas en cierto modo, como lo había hecho él. Pero entendí que, al ser mi disco, tenía que elegir por mí misma cómo quería sonar. Fue muy diferente... Bueno, claro, mi padre no estaba ahí (se ríe).
–¿Escucha alguna vez Charlotte forever?
–¡Noooo! No, no... Lo único que escucho, si realmente quiero romperme el corazón, es “Lemon incest”. Pero me resulta muy difícil.
–¿Qué siente cuando ve hoy el video de esa canción (Gainsbourg sólo vestido con jeans y la niña Charlotte cantando acostados en una cama)?
–Bueno, puedo ver que por la edad que tenía era bastante impactante en ese momento...
–Todavía lo es.
–¿Le parece? No sé, como yo sabía qué trataba de decir y de provocar mi padre, no me impactaba tanto, porque era parte de eso.
–¿Vivió como un logro personal haber recibido tan buenas críticas por 5.55?
–No fue personal, porque el disco fue una aventura con Jarvis, Nigel, Neil Hannon y los Air. Nunca estuve sola, fue algo colectivo. Pero sí estuve muy orgullosa por el modo en que fue recibido el disco. Nunca pensé que podía pasar algo así. Cuando estábamos grabando no pensaba en el momento en el que otra gente iba a escucharlo, lo hice de un modo muy egoísta, para mí. La compañía no me presionó para nada, no me exigían que el disco fuera comercial, entonces me sentí completamente libre y ni pensé en el momento en que el disco fuera publicado. Pero cuando ese momento llegó, sentí que era la primera vez que podía hablar con orgullo de algo que hubiera hecho. Y el hecho de que a la gente le gustara fue una sorpresa incluso mayor, porque no esperaba nada.
–¿Por qué fue la primera vez que estuvo orgullosa de su obra?
–Porque cuando hacés películas por lo general interpretás la visión del director y sólo podés sentirte bien cerca de tu trabajo. Con el disco, en cambio, sentí orgullo por mi función como cantante, pero también por el proyecto en su conjunto, porque estuve ahí desde el comienzo. Eso también fue importante: necesitaba estar presente cuando ellos componían las canciones, quería ser parte de eso aunque no tocara ningún instrumento, discutir de qué cosas quería hablar en las canciones. Y todo eso lo hizo muy personal.
–El equipo que se formó para su disco era un dream team. ¿Eso la intimidaba en algún momento?
–No, porque en el momento no me daba cuenta de que estaba con un dream team. Cuando lo leés en un papel salta a la vista, pero mientras trabajaba sólo pensaba en quién sería mejor para cada cosa y trataba de contactarlo.
–¿Cómo fue trabajar las letras con Jarvis Cocker?
–Al principio quería tener una guía para todo el disco porque podía identificarme con eso, ya que era casi como escribir un guión... aunque nunca en mi vida escribí uno (se ríe). Pero quería encontrar una historia que me resultara cercana. Y muy rápidamente encontré el tema de la noche, entonces con eso aparecieron los sueños, la soledad... Todo eso lo sabía casi desde el principio, desde antes de entrar a estudios. Pero pasaron seis meses y todavía no teníamos letras, porque yo había tratado de escribir pero no me gustaban los resultados. Y cuando Jarvis estuvo de acuerdo en participar, ya había pensado en todos los temas que significaban algo para mí y con los que Air podía identificarse. Para algunas de las canciones, como “AF607105”, Jarvis trajo sus ideas y se ajustaban perfecto a lo que yo quería. En otro tema, por ejemplo, escribí un poemita sobre los niños y él lo convirtió en canción, porque el ritmo de la canción no funcionaba con lo que yo había escrito. En el caso de “5.55”, sabíamos desde el principio que debía ser sobre alguien que está quedándose dormido, entrando en el mundo de los sueños. Así que en cada canción el proceso fue un poco diferente.
–Hay una conexión bastante evidente entre Cocker y usted, porque son dos personas tímidas y reservadas, pero su trabajo requiere de exposición pública.
–Sí, pero nunca hablamos sobre eso. Cuando él empezó a escribir para el disco todavía no nos habíamos conocido, ni siquiera hablado, y él había escrito sobre lo que imaginaba que yo pensaba de mí misma al estar en el ojo del público, con referencias a mi padre... Me avergonzaba un poco eso y esperaba que Jarvis no tomara a mal que yo le dijera que no quería hablar de ese tema, pero él fue muy dulce y me dijo que por supuesto iba a reescribir las letras. Supongo que había escrito eso porque me veía como una figura pública, pero después me conoció de verdad.
–¿Planea hacer más discos o va a concentrarse en su carrera como actriz?
–Estoy pensando en grabar otro disco, aunque no estoy segura de qué quiero hacer exactamente. Cuando hice este álbum no pensaba en otro más adelante, me enfoqué en éste casi como si fuera el único que iba a hacer, porque no me considero una cantante. No pensaba en una carrera como cantante, simplemente conocí a los Air y quise trabajar con ellos. No planeé nada. Pero ahora no quiero parar, me gustaría hacer más discos.
–¿Todavía no pudo vencer el temor a cantar en público?
–No, pero quiero intentarlo. Si hago otro disco, creo que cantaré en vivo. Pero en este caso sólo pensé en el estudio. Cuando salió el disco me proponían ir a programas de televisión y me agarró pánico, porque no estaba preparada. Ni siquiera tenía banda, porque Air ya estaba trabajando en su álbum, entonces no podía pensar en este álbum en vivo. Y no pude manejar ese tema. Pero quiero intentarlo la próxima vez, porque muchas personas me han dicho que cantar en vivo es un placer increíble. Quizá deba empezar con algo íntimo, con un público muy reducido, no sé.
–Algunas de las canciones del álbum las grabó detrás de una sábana. ¿La timidez es su modo de protegerse por haber crecido en público?
–Sí, creo que fue mi forma de reaccionar porque a mis padres les encantaba estar en el candelero y sacarse fotos con sus hijos. Nunca me sentí cómoda con las fotos. Recuerdo que cuando hice mi primera película (Paroles es musique, 1984) la gente empezó a reconocerme por la calle y me sentía muy intimidada, porque nunca quise llamar la atención. Lo cual es un sentimiento bastante raro, porque sí me interesaba hacer películas y que la gente las viera. Es claramente contradictorio. De todos modos, la timidez se lleva bien con la actuación, en las películas podés esconderte detrás de los personajes, porque son las palabras y las historias de otros. En la música estás más expuesto, porque incluso si hacés canciones de otros, cantar es mucho más personal.
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