Lun 30.06.2008
espectaculos

MUSICA › EL CUARTETO ALBAN BERG EN BUENOS AIRES

La música en estado puro

El notable grupo de cámara vienés se está despidiendo de sus presentaciones en vivo. Hoy y mañana en el teatro Coliseo, dentro del ciclo del Mozarteum, interpretará obras de Beethoven y Haydn, entre otros.

› Por Diego Fischerman

El Cuarteto Alban Berg fue fundado en 1971. En más de tres décadas dejó interpretaciones de referencia de lo más importante del repertorio para esa formación instrumental, tanto en sus conciertos como en una discografía ejemplar. Y el año pasado sus integrantes anunciaron que en julio de 2008 el grupo se despediría del público. Uno de los cuartetos de cuerdas más importantes de los últimos años, tal vez el decano de los grandes grupos de cámara en actividad, dejaría de existir y el concierto señalado sería en una gran sala de América del Sur, para simbolizar el peso que el grupo llegó a tener en todo el mundo. La despedida sería en el Teatro Colón de Buenos Aires. Algunos planes cambiaron, claro, y no sólo para el Cuarteto Alban Berg. El concierto final será el próximo 16 de julio en Beijing, China, después de que el grupo haya pasado por San Pablo y Río de Janeiro. Y hoy y mañana, el notable cuarteto tocará, para el ciclo del Mozarteum Argentino, en el teatro Coliseo de Buenos Aires.

Los cuartetos para cuerdas simbólicamente ocupan el lugar más alto en la consideración de los amantes de la música clásica, o por lo menos entre quienes profesan el culto a la “música pura” y entre quienes encuentran mayor valor cuanto mayor es la abstracción evidente. En ese mundo hubo, desde ya, héroes: los cuartetos Húngaro y de Budapest en las décadas de 1950 y 1960, el Julliard, el Cuarteto Amadeus y el Italiano a partir de los ’60. Hoy los nombres son otros: el Hagen, el Emerson, el Takacs. Pero el nombre excluyente en los treinta años pasados fue el del Alban Berg. Sus lecturas de las integrales de Beethoven o Bartók, con su limpia mezcla entre rigor estilístico y expresividad contenida pero nunca ausente, marcaron una época. El programa que el grupo hará en sus conciertos porteños nuclea mucha de su historia y, también, de aquella materia con la que la música clásica edifica su canon. El cuarteto es vienés y el repertorio elegido para esta despedida lo es hasta un grado de concentración extremo. Las obras elegidas son el Cuarteto en Sol mayor, Op. 77, de Franz-Joseph Haydn, una de las composiciones que cristalizan la primera escuela vienesa y las formas sobre las que se cimentaría todo el clasicismo y el romanticismo, Cuarteto de cuerdas OP. 3 de Alban Berg, una pieza que señala el arribo de la segunda escuela de Viena y, en gran medida, el final de aquello que Haydn había comenzado un poco más de doscientos años antes, y, entre ambos, el genial Cuarteto Nº 15 en La menor Op. 132 de Beethoven, donde, podría pensarse, el clasicismo vienés se abisma. Su tercer movimiento, llamado “Canción de agradecimiento a la divinidad de un convaleciente, en modo lidio”, donde Beethoven abandona sus tensiones entre las escalas mayores y menores para explorar las posibilidades de un modo antiguo, ligado al uso eclesiástico, es uno de los momentos más intensos y originales de toda la producción de un compositor que creyó, tanto como su público, en la originalidad.

Conformado actualmente por Günter Pichler en primer violín, Gerhard Schulz –que reemplazó en 1978 a Klaus Maetzl– en segundo violín, Isabel Charisius en viola –sus predecesores fueron Hatto Beyerle, hasta 1981, y Thomas Kakuska, desde esa fecha hasta 2005– y Valentin Erben en violoncello, el Cuarteto Alban Berg ostenta, entre sus laureles, el haber tenido su propio ciclo de conciertos en el Konzerthaus de Viena (donde debutó en 1971 y del que sus integrantes son Miembros Honorarios), en el Royal Festival Hall de Londres (donde son Artistas Asociados), en la Opera de Zurich, el Teatro des Champs-Elysées en París, la Philharmonie de Colonia y en la Alte Oper de Frankfurt. Desde su fundación el cuarteto ha recibido más de 30 premios internacionales por su producción discográfica, cubriendo un repertorio que va desde Berio hasta Piazzolla. El sello EMI acaba de editar en la Argentina un álbum triple dedicado a la música del siglo XX. Allí están el Op. 3 de Alban Berg, el primer cuarteto de Leos Janacek, el sexto de Béla Bartók, las Tres piezas y el Concertino de Stravinsky, Tango Sensations de Piazzolla –con Per Arne Glorvigen en bandoneón–, el Cuarteto de Witold Lutoslawski y el Cuarteto No. 4 de Alfred Schnittke entre otras composiciones capitales. Junto a sus ya clásicas versiones de los últimos cuartetos de Schubert, de los de Debussy, Ravel y Webern, y del Cuarteto y Quinteto con piano de Mozart, con Alfred Brendel, y al recuerdo de quienes los escucharon en vivo –o lo hagan durante esta despedida– ése es su legado.

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