MUSICA › GUILLERMO FERNáNDEZ HABLA SOBRE DE GITANOS Y TANGUEROS
El cantante se le anima al flamenco y enriquece su carrera en el tango con un CD doble compuesto casi exclusivamente por obras propias. “Creo que es el disco de mi vida”, dice el músico, a quien los ortodoxos criticaron por haber cantado baladas en Miami.
› Por Carlos Bevilacqua
Ya no le molesta que lo llamen Guillermito. Es paradójico que recién a los 50 haya empezado a saborear el cariño que encierra el diminutivo, ese mismo que lo acompaña desde los 13, cuando arrancó cantando en el programa televisivo Grandes Valores del Tango. “Fueron muchos años de terapia –aclara–. Un día le llevé a mi analista una canción que había escrito. El tipo la leyó y me dijo: ‘Andate a tu casa. Tenés el alta’.” La letra en cuestión es una de las 15 que Guillermo Fernández canta en el CD doble De gitanos y tangueros, el primero en el que se animó a mostrar sus propias composiciones. Además de confirmar la calidad del intérprete, la grabación explicita las afinidades que vinculan al tango con el flamenco en el CD 1 y recrea buena parte del imaginario tanguero clásico en el 2. Las ideas cobran un vuelo instrumental inusitado gracias a la dirección musical de Cristian Zárate, quien contó no sólo con algunos de los miembros de su sexteto, sino también con invitados diversos: desde el veterano bandoneonista Víctor Lavallén hasta gente de otros “palos” como Rubén Rada, Daniel Maza, Abel Rogantini, Liliana Herrero, Luis Salinas y Franco Luciani.
“Creo que es el disco de mi vida. Aposté mucho, porque fue un proyecto caro y complejo. Por momentos se escuchan entre 20 y 30 músicos”, cuenta Fernández respecto del emprendimiento que demandó 460 horas de grabación durante más de dos años. El cantante y actor promete contar con todos esos músicos en las funciones de presentación, los próximos cuatro martes desde las 20.30 en el Teatro Maipo (Esmeralda 449). Lejos de aparentar su edad, Guillermo luce jovial y cálido en el living de su casa. Mate en mano, se apasiona al referirse a los gitanos y, particularmente, a la música que gestaron en el sur de España.
–¿El CD 1 es un disco de fusión?
–La palabra fusión me da un poco de escozor, porque me gustan mucho las raíces. Pienso que no hay una fusión, sino una historia contada en cuatro movimientos: un tango, una soleá, una rumba flamenca y un candombe. Es verdad que están cantadas por un tanguero y con el contexto de palmas, cantes y guitarras flamencas, pero cada pieza tiene una forma estilística bien definida.
–¿Y por qué el flamenco?
–Hace varios años una gitana me contó una historia de amor que ella misma había vivido en Buenos Aires. El relato me impactó tanto que decidí escribir una canción, pero como no tenía nada que ver con mi proyecto de disco, quedó archivada. Al tiempo conocí a otra familia de gitanos argentinos de los que me hice muy amigo. Pero mi fascinación con ellos llegó hace dos años, cuando fui por primera vez a Andalucía. Estuve dos meses caminando por diferentes barrios de Granada y subí a las cuevas naturales que hay en las sierras de los alrededores, donde viven muchos gitanos como aislados del resto del mundo. Ahí es donde están los mejores tablaos flamencos. Si bien la música gitana es completamente diferente a la nuestra, tiene una poesía sentimental, dramática y nostálgica con todos los condimentos que pueden tener Contursi o de Celedonio Flores. Mamé tanto del flamenco que volví como loco con la idea de desarrollar el tema que tenía y convertirlo en el corazón de algo más ambicioso. Me junté con Luis González, que es un poeta increíble, para escribir una historia de gitanos españoles que emigran a Argentina. Con él también escribí las letras del CD 2, pero las músicas son todas mías.
–¿Quiénes fueron los músicos de flamenco que participaron de la grabación?
–Los Cádiz y los Amador, dos familias de músicos andaluces excelentes. Argentina Cádiz (cuyo nombre real parece artístico) canta una introducción de “Nostalgias” antes del desenlace de la historia. Además en todos los temas de la historia está Héctor Romero, que es uno de los mejores guitarristas de flamenco que hay en Buenos Aires.
–¿El CD 2 tiene algún concepto aglutinante?
–Sí, las temáticas tangueras que yo sentí ganas de tratar. Hay una bailarina que es la mejor de las milongas, está “Leonero”, un malevo que bien podría ser heredero del viejo Ventarrón, hay otra canción sobre un pibe cartonero, un homenaje a las grandes mujeres de la historia y está “Guillermito”, que es muy autobiográfico. Para ese tema (el del alta psicoanalítica) convoqué a los 34 Puñaladas como para tener un sonido de guitarras bien gardeliano. Muchas de las frases que se escuchan ahí surgieron de amigos músicos que vinieron a hacer los coros: el “Cardenal” Domínguez, el “Chino” Laborde, “Titite” Longhi, Federico Mizrahi y Alfredo Piro. Les pedí que se pusieran en el lugar de tangueros tradicionalistas. Entonces quedaron cosas como “Está raro el pibe, ¿eh?” o “Para mí que se la lastra” o “¿Le estará dando a la milonga (cocaína, en lunfardo)?”
–Lo que siempre se preguntaron los tangueros tradicionalistas es por qué se fue a Estados Unidos.
–Originalmente me fui para cantar tango por una semana y me quedé seis meses. Me empezaron a contratar en diferentes clubes de argentinos y después me puse a estudiar. Estudié canto, música, actuación, producción discográfica. Mi mayor deseo era trabajar en producción, y lo logré. Siempre hice lo que quise.
–La etapa que más se conoce es la de cantante de baladas en Miami.
–Yo estaba trabajando como productor con grandes músicos sesionistas. Grabé demos con algunos de ellos y empecé a mandarlos a las discográficas, tanto como para probar suerte. Enseguida me llamaron de Sony para contratarme. ¡Yo ni me acordaba bien qué les había mandado! Además hacía tiempo que no me cortaba el pelo, pero no por una decisión estética, y ellos me dijeron que ese look era ideal. A los seis meses había vendido medio millón de discos. En medio de ese éxito, les dije a los ejecutivos: “Bueno, ahora quiero hacer un disco de tango”. Obviamente, me sacaron a patadas. Entonces me vine para acá y lo hice yo.
–Y el ambiente del tango se lo perdonó.
–Sí, me costó mucho, pero me lo perdonó. Hubo críticas y frases mías sacadas de contexto. No me arrepiento de nada. Son etapas que hay que cumplir. Además, soy esto gracias a mi pasado. A mí me pasaron muchas cosas: viajé en limusina y a dedo, dormí en hoteles de seis estrellas y en garajes. Y todo eso me enseñó mucho.
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