MUSICA › ENTREVISTA A GILLESPI, QUE SE PRESENTA HOY EN LA TRASTIENDA
El músico, que adelantará canciones de un nuevo disco aún sin título en el show de esta noche, se resiste a “hacerse el espléndido”. “Si yo fuera guitarrista sería un rockero, pero la trompeta genera desconcierto”, reconoce.
› Por Roque Casciero
Hay algo imposible de transmitir al papel de lo que sucede en una entrevista con Marcelo Rodríguez, más conocido como Gillespi: será el lector, entonces, quien deba imaginar los tonos de voz del entrevistado, su permanente juego alargando las palabras para conseguir efectos hilarantes, sus supuestos enojos, que desmiente la sonrisa de oreja a oreja. Y también, a los efectos de que la nota tenga más fluidez, colocar en el lugar correcto las carcajadas del entrevistador. Porque, a pesar de que se había pactado el encuentro para hablar de música y de su show de esta noche en La Trastienda, con Gillespi cualquier conversación será invadida por la risa. Ejemplo:
–Su nueva banda es más rockera.
–Eso me parece una simplificación tan burda que es una falta de respeto.
–¡Pero si lo dijo usted en una entrevista!
–¿De dónde lo sacó? Ah, bueno, si lo dice esta nota, está bien.
Entonces, la charla arranca por las diferencias entre el rock y el jazz, que Gillespi considera que no son tantas, y dice que él se maneja “en un terreno indefinido” que también habitan Javier Malosetti, Mariano Otero o el nuevo trío de Machi Rufino, entre otros: “Somos varios de una generación que no escuchó a Cole Porter sino al Flaco Spinetta, a King Crimson, a Yes, a los Rolling... Si yo fuera guitarrista, sería directamente un rockero, pero la trompeta genera desconcierto: ¿cómo puede haber un trompetista rockero? Pero, por otra parte, en los festivales de rock termino pensando que debo ser de otro palo. O he estado con bandas cuando componen y dicen ‘¡Qué bueno que está este tema!’ mientras yo pienso ‘A este tema le faltan diez acordes, por lo menos’. Eso es una mentalidad jazzera, así que estoy en el medio”.
–Bueno, pero su nuevo disco (que saldrá el mes próximo y que adelantará esta noche), ¿es más rockero que los anteriores o no?
–Sí. Pero, para mí el rock es un masacote y está el Flaco Spinetta como una especie de península. Desde ese punto de vista, este nuevo disco es como si fuera un disco de Spinetta Jade, claro que con unas composiciones mucho más precarias.
–¿Por qué siempre se tira a menos?
–No me tiro a menos, digo la verdad. Me da cosa mentir descaradamente, si la gente no me hizo nada, ¿qué necesidad tengo de hacerme el espléndido?
–Bueno, pero tocó con Sumo, Divididos, Las Pelotas, Soda Stereo...
–Claro. Pero, ¿cómo toqué? ¿Qué notas toqué? Nadie sabe nada de trompetas, por eso se puede engañar a todo el mundo. Es lo mismo que tocar un carburador: “Subite y tocá, después vemos”. El día que se haga una revisión del rock nota por nota, quedo afuera. Me sacan digitalmente, posta. De todos modos, tengo algo, aunque no sé qué es. Soy honesto, no soy envidioso... Y eso está bueno, vale algo. Además, así como conozco mis limitaciones –aunque usted trate de levantarme el ánimo para que la nota conduzca hacia algún lugar–, también le digo que cuando estoy con un grande no me siento poca cosa: hago lo mío, no tengo un rollo en la cabeza que me impide tocar. Tengo un lindo sonido de trompeta, cosa que tiene que ver con el modo en el que se encara el instrumento, y eso tampoco lo tiene cualquiera. Pero no puedo vender que soy el campeón olímpico de cien metros con trompeta.
–Además de la música, hizo televisión, y actualmente conduce Falso impostor por Rock & Pop y participa de La venganza será terrible, el programa de Dolina por Radio 10. Cuando llena un formulario, ¿qué pone en el casillero que dice profesión?
–Empleado. Siempre pongo eso. No sé, debe ser miedo de la época de la dictadura, porque todo lo que hago está mal. Debe ser esa paranoia. ¿Qué pongo? ¿“Conductor de la Rock & Pop”? Aparte, me gusta pasar inadvertido, de verdad.
–Cosa que no se condice con pararse arriba de un escenario ni hacer radio y televisión.
–Y bueno, ¿qué quiere que haga? ¿Quién es usted? ¿Mi vieja?
–Es que si le gusta pasar inadvertido, debe sufrir mucho.
–No sé, debe ser una tara, porque me gusta andar por la calle todo el tiempo, pero también tocar en La Trastienda. Me gusta ser uno más y cuando tengo ganas, vestirme de Moria Casán. Igual, tengo que replantearme mi vida, porque tengo cero misterio, no puedo ser tan sencillo.
–¿Se considera sencillo?
–No, mentira, si soy un enfermo... Me enrosco en cada cosa... Ahora, por ejemplo, estoy tratando de decodificar lo que pasa en la sociedad.
–No está mal para pasar el rato.
–Claro, ¿cuánto tiempo podrá llevarme, más o menos? Las mías son misiones fáciles. En mi blog hago reflexiones sobre la actualidad, sobre los lugares que transita la gente, y noto que éste es un momento de un gran vacío, sobre todo cultural. En la música no pasa nada y lo que pasa es choreado de algo que pasó hace treinta años y de lo cual quedan pocos testigos. En el rubro de la trompeta, ni hablar: los grandes monstruos ya pasaron.
–Entonces, ¿qué le queda por hacer en la música?
–Queda el placer de tocar, ya no de descubrir. Lo que me queda es recrear, hacerme un poco el loco, el Don Cherry o el Miles Davis, pero ya sucedió y mejor. Queda seguir combinando condimentos como en una especie de ensalada, pero los elementos ya están inventados.
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