MUSICA › LA PRIMERA FECHA DEL PEPSI MUSIC, UNA CEREMONIA REGGAE
La primera jornada del festival tuvo todo lo necesario: más de veinte mil personas pusieron calor y color para festejar a Fidel Nadal, Los Pericos, Los Cafres y Amparanoia. La fiesta fue completa.
› Por Facundo García
“Quie-e-en se ha fumado todo el pino”, podría haber cantado un émulo rasta de la Mona Giménez. Sin embargo hubo mucho más que eso. El Festival Pepsi Music 2008 se encendió el viernes, con una noche reggae donde se habló de paz y en la que brillaron especialmente Los Cafres y Los Pericos. Fue la primera de nueve jornadas que, como es costumbre, traerán al Estadio Ciudad de Buenos Aires un aluvión de estilos, invitados nacionales e internacionales y un público que aprovecha la oportunidad para armar su itinerario a gusto.
A las cuatro y pico de la tarde los parlantes empezaron a emanar cadencias jamaiquinas. El viento del río invitaba a sentarse al solcito y, en efecto, en los alrededores del stand que ha colocado el suplemento NO los visitantes leían mansamente sobre el pasto. Tres escenarios, dos enfrentados y un tercero levemente apartado –pero más propicio para generar climas– serían los ejes de ahí en adelante. El primer sacudón lo dio Amparanoia, que salió a ofrecer uno de sus últimos conciertos antes de la anunciada separación. La española Amparo Sánchez repartió su esperanto musical, girando para que la brisa se le arremolinara bajo la falda roja. Sus fans locales, tal como lo habían hecho el miércoles en La Trastienda, le corearon todos los temas.
Ya entonces era evidente que el público tenía tantas diferencias como puntos en común. Obvios dreadlocks, pilchas de colores y chicas ansiosas de que llegara el verano se alternaban con padres con sus nenes y hasta bigotudos gerenciales. Acaso porque se trató de la velada más claramente dedicada a un género, o tal vez debido a la buena onda que el reggae impone como condición de disfrute, lo cierto es que no hubo ni un solo asomo de violencia en las ocho horas que duró el espectáculo. Más de veinte mil personas cantaron lemas contra la guerra, al tiempo que, como un mensaje cifrado, aviones de pasajeros pasaban a baja altura rumbo al Aeroparque.
Fidel Nadal se mostró enchufadísimo. Apareció de gorro verde, superflaco y con ganas de conducir al bailongo. Centrado en el roots y el dance hall, presentó tracks de su nuevo disco, International Love. Salpicó con guiños al reggaetón y levantó la temperatura –al menos a juzgar por la cantidad de humo que comenzó a verse– a partir de piezas como “Carita de alfajor” o “Emocionado”. Otra pista: como pocas veces, la gente le estaba prestando atención a un mensaje, aunque ocasionalmente se distrajera con el deseo irrefrenable de clavarse tres o cuatro hamburguesas.
Le tocó tomar la posta a Ky-Mani, el penúltimo hijo que tuvo Bob Marley. Lo logró a medias: su cercanía al hip hop en inglés estableció una distancia, matizada por la onda que le ponía el negro y por los covers de papá. Con todo, el método de que diferentes artistas se ubiquen en distintos escenarios con horarios más o menos escalonados confirmó ser un acierto, toda vez que impide los apretujones y permite caminar de tanto en tanto.
Los chilenos de Gondwana permitieron destilar otro aspecto interesante. Créase o no, había parejas que bailaban los temas románticos y se separaban sólo para cantar a coro versos que hubieran emocionado a cualquier hippie: “Líderes del mundo/dejen de combatir/por absurda ambición”, mandaban los trasandinos. Luego, cuando entraran al ruedo los portorriqueños de Cultura Profética, esta alternancia amoroso/política se vería acentuada. “¡Venimos acá a poner la fiesta!”, postuló después Juanchi Baleirón, de Los Pericos. Y apretó el acelerador con la puntería que dan dos décadas de carrera. “Casi nunca lo ves” y “Complicado y aturdido”, entre otras, renovaron el aire del predio. Si bien hubo estrenos de la nueva placa Pura Vida, la cima fue “Sin Cadenas”, donde junto a Fidel Nadal, Dread Mar-I, algunos miembros de Riddim y Los Cafres entonaron un homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo.
El final fue multitudinario y estuvo a cargo de Los Cafres. Sonido perfecto y mesura escénica colaboraron en un show cachondo que se extendió hasta la medianoche. El vocalista Guillermo Bonetto le puso énfasis a asuntos de contenido social, pero lo que más suspiritos y roces arrancó fue “Será que sos un ángel”, posiblemente porque hacía rato que el espíritu general estaba completamente elevado. En la despedida, la agrupación nacida en Parque Rivadavia liquidó las tucas con “Si el amor se cae”, y así se inició el retorno. Restaba dar una vuelta por rincones no tan iluminados. Entre vapores, se dejó ver una carpa con telas, refugio de un grupo de parapsicólogas que se habían pasado la tarde leyendo el futuro a quien lo pidiera. “Veo... veo un viaje inminente”, vaticinó una mujer que tiraba las runas. Entonces PáginaI12 caminó hasta la esquina, esquivó a los miles que volvían con cara de haber pasado un día de playa y se tomó el 152.
* El Festival Pepsi Music continuará hoy con una oferta de fuerte contenido nacional: Adicta, Leo García, Adam Green, El Otro Yo, Massacre y el cierre de Babasónicos. La cita es en Crisólogo Larralde y Libertador.
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